Por Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La anarquía debe
desaparecer de la vida universitaria. El llamado co-gobierno es la principal retranca al desarrollo que
tiene la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es necesario que se abandone
ese gobierno compartido, y se establezcan nuevos rumbos.
La falta de institucionalidad y el desorden en general le
viene a la UASD por el gobierno compartido. Hace muchas décadas, universidades
de Europa y América establecieron el co-gobierno, integrado por empleados,
estudiantes, profesores y las autoridades.
Donde quiera que se estableciera dio paso a la anarquía. En
todas esas universidades que llevaron esa supuesta vanguardia y espíritu
democrático, tuvieron que abolir esa fórmula que no fue mágica. En el país
todavía impera la rémora de distribuir cuotas entre estudiantes, profesores y
empleados.
El profesor es la autoridad en primera instancia, porque a
ellos debe corresponder la selección de las autoridades, y del rector. Los
empleados están para trabajar y los estudiantes, para escuchar las cátedras. No
pueden ser agentes de decisión y entorpecimiento de las labores.
Pero se da la triste realidad de que nadie puede llegar a
rector, o vicerrector en la UASD si no cuenta con el voto de los empleados y
los estudiantes. Es un gobierno que llega con irrompibles compromisos, que le
atan para poder desarrollar una buena labor.
La academia tiene que definir el rol que le toca desempeñar a
sus autoridades, y quitarle el poder de decisión a los que hoy se amparan en
ese gobierno compartido. Nadie tiene el peso
en la UASD para controlar el orden interno, establecer la disciplina y acabar
con la burocracia.
A los profesores también hay que establecerle disciplina.
Creo que hay dos bajas que se tienen que aplicar en lo inmediato. La de
profesores y la de estudiantes. No es posible que en la UASD persistan los estudiantes con 15
años, para una carrera de tres años.
Tienen que ser sacados los que se quedan por política, por el chao del comedor
o porque no dan para profesionales.
Pero hay también que aplicar la baja profesoral. Hay muchos
catedráticos capacitados, pero toman ir a dar clase como un trabajo y una
obligación secundaria, y les da lo mismo ir o no ir. Esos profesores que se
apartan de sus obligaciones, se les debe sustituir.
La UASD fue un foro de libertades y democracia en los doce
años del doctor Joaquín Balaguer. En ese instante respondió a los mejores
intereses nacionales. El Movimiento Renovador jugó su papel, pero hoy hay
metodologías que se tienen que revisar. Es la academia de los pobres, pero
también de los ricos que no quieren pagar por el servicio.
Tiene que comenzar a cobrar a los que tienen recursos para
cubrir su enseñanza, y subvencionar a los jóvenes residentes en zonas pobres, o
que carecen de dinero para costear un
grado universitario. Ya está bueno de una burocracia hipertrofiada, de una
anarquía estudiantil, y de llamados a paros continuos por parte de los
profesores. La UASD tiene que dar un paso adelante, o seguir en medio del
desorden. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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