Por Miguel Guerrero.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- No acostumbro
por prudencia a referirme a ninguna de mis obras en la columna, pero algunos
ladridos me obligan a citar en esta oportunidad un pasaje de “El rugido del
león” sobre las administraciones del expresidente Fernández (cito):
“Cuando se analiza… el bajo nivel de respeto a la
transparencia y el uso no santo del dinero público puesto en boga como una
norma en esa administración, se quisiera pensar que la más alta instancia del
país ignoraba cuanto sucedía. Se prefería un tonto a un indiferente en cuanto a
la custodia de esos bienes se refiere. Era mejor entenderlo como un buenazo
objeto de manipulación por sus colaboradores y no quien los dirigiera o
inspirara. Mi natural curiosidad de periodista vibraba por la inquietud de
saber si cuanto se decía de él y de lo que sucedía le molestaba o le resbalaba
por la piel. Y, por supuesto, me intrigaba el descubrir cómo un hombre que
había logrado alcanzar tan alto pedestal, ascendiendo de un bajo escalón,
quería que se le recordara.
En otras palabras, dentro de su escala de valoración,
en qué sitial ubicaba el respeto y no el aplauso del público; la sobriedad de
su entorno y no las candilejas; la humildad propia de la grandeza humana y no
la soberbia hija del poder y del dinero. Aun cuando la tónica de su ejercicio
podría haberle herido moralmente todavía le quedaba tiempo para reencauzar la
ruta, renunciando virilmente a todo aquello que truncara la esperanza que él
representó una vez, cuando lejos de las escalinatas del Palacio Nacional los
sueños de una República con porvenir no habían sucumbido al sabor de la miel
que allí encontró”.
Para los que no lo han leído, esta obra pasa balance a
los años de administración del señor Fernández, a la corrupción e impunidad que
fomentó, al desgarrador déficit fiscal en que sumió al país, al exagerado culto
de su personalidad y, además de otros temas, a su pasión por los viajes y los
reconocimientos.
Fuente: Tomado de Elcaribe.com.do (La columna de
Miguel Guerrero).
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