Queridos compañeros y compañeras:
Acepto, lleno de emoción, orgullo, humildad y compromiso, la proclamación como
candidato presidencial de mi Partido Revolucionario Moderno.
Gracias al compromiso cívico de todos
los miembros del PRM y especialmente a José Ignacio Paliza, presidente del
partido, y a Carolina Mejía, secretaria general.
El pueblo dominicano fue testigo de
la campaña interna más respetuosa y ordenada de nuestra historia política.
La unión que estamos exhibiendo es
una demostración de que nuestra organización está madura para gobernar. Nuestra
casa partidaria está construida sobre roca.
El contraste con nuestros adversarios
es notorio. La casa oficialista, construida sobre arena, está sacudida por los
vientos del resentimiento y los torrentes de la ambición.
El partido oficialista no debe seguir
gobernando a los demás, no solo porque lo hace mal, sino porque no puede
gobernarse a sí mismo. Los ciudadanos ven como se empiezan a amontonar los
escombros morados.
Pasemos ahora a hablar de la
situación de nuestro país. La mala política hace crisis. Esa mala política que busca la
permanencia en el poder más que la utilidad del poder. La que borra la separación de poderes
para gobernar sin controles ni contrapesos. La que confunde el presupuesto
público con el patrimonio privado. Aquella política de la cultura de
piñata que busca en el reparto su pedazo de país.
La del falso crecimiento mediante el
déficit y el endeudamiento irresponsable. Esa que no cree en la alternabilidad
y que no respeta la libertad de expresión. La que no profesa ninguna ideología
y juega con los problemas de la gente.
En fin, esa mala política que nos
gobierna sin planes ni soluciones. Su único objetivo es complacerse ellos
mismos.
La mala política de la inseguridad,
el desempleo, el alto costo de la vida, de la corrupción y de la impunidad debe
abrirle paso a la buena política. ¡Ese es el cambio viene!
Cambiar la mala política que hace
crisis por la buena política que producirá el cambio, el cambio que nos llevará
al orden, la paz y la prosperidad.
Por eso quiero compartir algunas
ideas para enfrentar los principales problemas de nuestra democracia. Pero
antes quiero afirmar que no debemos estar atemorizados por las condiciones de
nuestro país en estos días. Nuestro país, como lo ha hecho muchas veces en el
pasado, tiene la capacidad de cambiar todo lo malo que existe con todo lo bueno
que tiene.
Los ciudadanos están preocupados por
la inseguridad. La delincuencia rivaliza con el monopolio de la fuerza que
debería poseer en exclusiva el Estado. Las calles o, peor todavía, nuestras
casas no ofrecen ninguna garantía de protección ante el empuje del
comportamiento antisocial.
Las puertas y ventanas enrejadas son
la perfecta metáfora del fracaso de todos los planes de seguridad ciudadana.
¡Los presos somos nosotros!
Prisionera está la madre que pierde
arrebatada su cartera por las manos criminales.
Prisionero está el joven
universitario que debe entregar su celular ante el cañón amenazante.
Prisionero está el padre que pierde
hasta el peso de la vergüenza de su último salario para salvar la vida.
Prisioneras nuestras hijas y hermanas
ultrajadas en cualquier oscura calle de nuestras ciudades.
En nuestro gobierno del cambio no
será así. Los ciudadanos serán libres y los prisioneros serán los delincuentes.
En mis recorridos por los barrios de
la capital y del interior converso con muchos jóvenes que comparten conmigo su
historia personal.
En uno de esos recorridos una joven
me preguntó: ¿Qué vas a hacer para cambiar la inseguridad?
Le expliqué a la joven que con
nuestro Plan Integral de Seguridad:
Garantizaremos la prevención y
disuasión del delito mediante políticas públicas de apoyo a los hogares
manejados por madres solteras, la generación de oportunidades de empleos,
estímulos para el emprendimiento, incentivos para asistir a la escuela,
educación vocacional en todos los barrios, la información y formación sobre el
abuso de alcohol y drogas, la promoción de la cultura y el fomento del deporte.
Fortaleceremos el sistema de control
y persecución del delito transformando la policía actual en una policía moderna
y eficiente, centrada en la comunidad, los ciudadanos y el servicio social; y
sin olvidar la dignificación del agente policial a través de un salario mínimo
de quinientos dólares.
Activaremos el sistema de
consecuencias a través de un Ministerio Público independiente con las
competencias técnicas y humanas necesarias para dirigir la investigación y
producir expedientes sólidos que puedan ser conocidos y fallados por un Poder
Judicial también independiente.
Estamos convencidos de que estas y
todas las demás medidas contenidas en nuestro Plan Integral de Seguridad
ayudarán para que no sentirnos prisioneros en nuestras propias casas.
Los ciudadanos están preocupados por
no tener empleo, ¡Esa es la verdadera pobreza! La economía dominicana crece,
pero es incapaz de crear los empleos que demanda la gente.
Estamos en la obligación de romper el
círculo vicioso del desempleo existente en el país y sabemos cómo hacerlo desde
hace mucho tiempo.
En los primeros seis meses de
gobierno implementaremos un Programa dirigido a los jóvenes para darle las
oportunidades que merecen, a través de incentivos fiscales directos a quienes
los contraten, particularmente a las micro, pequeñas y medianas empresas,
mejorando efectivamente la calidad de la educación técnica para el trabajo,
dándole prioridad a mujeres, jóvenes y personas con discapacidad.
También incluimos en nuestro plan una
propuesta para beneficiar a quienes inicien un negocio con la ayuda del
gobierno mediante el Fondo Emprendedor, para financiar sus ideas, asegurando
también programas integrales de capacitación en gerencia, manejo de tecnologías
y acceso a mercados.
Vamos a abrir las puertas de la
economía dominicana de par en par a las nuevas tecnologías, porque nuestros
jóvenes tienen la capacidad de crear y emprender en este nuevo espacio de
oportunidades que el mundo nos ofrece.
Estas y otras medidas garantizarán
que la economía pueda crear los empleos que necesitan cada año los dominicanos
que entran al mercado de trabajo.
La reputación de un país es un activo
importante en la competencia por un espacio en la economía global. El nuestro,
lamentablemente, consigue muy malas calificaciones en todos los índices
internacionales. El último que se agrega a la lista es el de Transparencia
Internacional. La República Dominicana aparece como el segundo país más
corrupto de América Latina. ¿No estarán equivocados? Porque a mí me parece que
somos el número uno. ¿Ustedes qué creen?
La corrupción no solo se roba el presupuesto,
sino también el futuro de los ciudadanos: por eso estamos comprometidos a
realizar las reformas que garanticen el funcionamiento efectivo del sistema de
consecuencias.
Nosotros tenemos la voluntad política
para crear un círculo virtuoso de la institucionalidad a través de las
siguientes medidas:
Reformar el Consejo Nacional de la
Magistratura para quitarle al Procurador General de la República la facultad de
elegir jueces.
Eliminar la facultad al Presidente de
la República de nombrar al Procurador General de la República.
Garantizar que los miembros de la
Cámara de Cuentas sean independientes e inamovibles.
Hacer de obligatorio cumplimiento el
mandato de auditar anualmente cada una de las instituciones del Estado.
Patrocinar la firma de un pacto por
la despolitización del Poder Judicial.
La situación política, económica y
social que enfrentamos tal vez nos coloquen en los días por venir frente a
grandes dificultades; pero debemos confiar en los principios y valores que
permitieron que una y otra vez consiguiéramos recuperarnos de esas dificultades
que parecían ser la condena definitiva a nuestra existencia como país libre y
soberano.
Compañeros y compañeras del PRM la
mayoría de los candidatos saben que quieren ser presidentes y muchos tal vez
sepan para qué, pero muy pocos saben por qué deben serlo.
El verdadero liderazgo comienza desde
el corazón, respondiendo la pregunta más difícil para cualquier ser humano:
¿Por qué?
Desde siempre la política fue parte
de mi cultura familiar, así que muy temprano en la vida tuve la necesidad de
responder esa pregunta.
¿Por qué quiero ser presidente?
Porque estoy convencido de que puedo
hacer un cambio radical en la República Dominicana;
Porque estoy convencido de que puedo
ser un fabricante de oportunidades para todos los dominicanos;
Porque estoy convencido de que puedo
conseguir que la prosperidad económica alcance para todos;
Porque estoy convencido de poder
llevar seguridad, empleos y salarios dignos a todos los hogares del país.
Pero esta tarea necesita de la
colaboración infatigable de todos ustedes. Los convoco a que desde ahora hasta
el día de las elecciones empecemos a convencer para vencer, convencer a cada
familiar, a cada amigo, a cada vecino desde Cabo engaño hasta Elías Piña, desde
Cabo Isabela hasta el Gran Santo Domingo.
Compañeros y compañeras: no podemos
detenernos a pensar en los obstáculos o en las diferencias que puedan aparecer
por el camino, porque eso sería practicar la política pequeña de los intereses
particulares. El objetivo de cada uno de nosotros es trabajar la política
grande y generosa del interés colectivo, para ganar más alcaldes, más
regidores, más distritos municipales, más vocales, más diputados, más senadores
y también la presidencia de la República.
Debemos de mantener el ánimo bien
arriba. Nuestros adversarios equivocadamente a veces señalan que perdemos el
ánimo fácilmente, No es así.
Hoy los perremeístas sabemos que
vamos hacia el Poder.
Mostremos nuestras fuerzas, nuestro
arrojo, ¡vamos a mostrar músculos!
Vamos a mantener el optimismo ¡vamos
a ganar!
El trabajo que hemos realizado nos ha
convertido en una fuerza política imparable. ¡Hoy ni el médico chino los puede
salvar!
¡El cambio va y el PLD se va!
Dios bendiga al PRM.
¡Muchas gracias!
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