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Matemático de 14 años dice que no es un genio, "sólo" aprovecha el tiempo


Moshe Kai Cavalin
LOS ÁNGELES, Estados Unidos (AFP). - Si lo llaman "genio", Moshe Kai Cavalin se incomoda. Este joven de 14 años, que sopesa si hacer un posgrado en física teórica o astrofísica cuando se gradúe este año en matemáticas en la universidad, dice que todo lo que hace es no perder el tiempo.

 No se despertó una mañana resolviendo avanzados problemas algebraicos con los que estudiantes que duplican su edad se rompen la cabeza. Ha estudiado concienzudamente desde que tiene dos años y llamarlo "genio" minimiza su esfuerzo.
"Exactamente", dice a la AFP Moshe Kai, en la cafetería de la Universidad de California (UCLA), donde está becado. "'Genio' es sólo una palabra, es como el coeficiente intelectual, es un número creado por gente que ignora todo lo demás que conforma a un individuo". "Lo que sí intento es buscar la sabiduría a través del conocimiento.
Y practicar la sabiduría es mucho mejor que ser un genio", precisó. Por eso, Moshe Kai escribió el libro "We Can Do" (Podemos hacerlo), primero en chino y después en inglés, "para ayudar a los padres a que alienten a sus hijos". "Estoy en un punto que mucha gente considera imposible para mi edad", escribe en su inspirador libro. "Llegué tan lejos como la Luna, pero cualquiera que realmente lo intente puede ir más allá de la Vía Láctea". Nacido en Los Ángeles de madre china y padre brasileño (de Porto Alegre, sur), Moshe Kai ya sumaba y restaba a los cuatro años.
En ese momento, sus padres idearon un intenso plan educativo para que su pequeño se destacara en matemáticas, música, artes marciales y lectura. Y el posterior rechazo de varias escuelas -que lo consideraban una distracción para los demás niños- llevó a Shu Chen Chien y a Joseph Cavalin a educarlo en casa.
Allí el trabajo intenso, la carencia de televisión y el uso de videojuegos solamente educativos lo condujeron a ganar campeonatos internacionales de artes marciales, sacar un certificado de buceo e inscribirse en la universidad a los ocho años, donde se luce con el mejor promedio.
 "Sólo saco ventaja de lo que tengo", dice Moshe Kai, que usa frenillos, lleva un sombrero de moda en Los Ángeles y un sobrio saco de cuadros escoceses.
"Todos tienen el potencial de ser especiales, aunque tienen que sacar ventaja de ese potencial. Pero no lo hacen. Por eso me consideran a mí especial". "Trabajo duro, planifico con anticipación y logro mis metas", explica el joven, que recuerda todos sus regalos de cumpleaños y cita la película de Pixar "Wall-E" como su preferida. "Los estudiantes tenemos que aprovechar todas las oportunidades de aprender que tenemos. Cuando éstas pasen, ya no las tendremos otra vez.
Pregúntenle a cualquier anciano sabio", escribe en su libro. La madre, que acompañó a su hijo desde el inicio de la carrera esperándolo afuera de los salones de clase, lamenta ser criticada por la forma que ha criado a Moshe Kai.
"La gente me pregunta por qué lo presiono tanto, pero yo no lo presiono, ¡él es feliz así!", dice Shu Chen, de 47 años, quien vive con su hijo y su marido, de 61, en una residencia familiar en el campus universitario. Pero Moshe Kai, a pesar de sus logros intelectuales, no luce en persona como un adulto en miniatura. Tiene la timidez y el humor ingenuo de un joven de 14 años, aunque con respuestas mucho más agudas que las de la mayoría de sus pares.
 "Mi libro no es sobre cómo ser un genio o cómo volverse inteligente. Es sobre cómo vivir mejor. Y eso, en mí, se aplica a estar en este punto en este momento", dice. Cuando se gradúe como matemático, probablemente este año, Moshe Kai se especializará en matemática pura, astrofísica o física teórica. No lo ha resuelto aún. "Pero sólo tengo 14 años, tengo mucho tiempo para decidirme". Y luego pensará en las chicas. "Soy muy joven todavía para involucrarme en una relación. Después del posgrado", promete, y se ríe.
"Le tomó cinco segundos". Para demostrar su punto, Moshe Kai invitó a la entrevista con la AFP a un amigo, Jared Holgado, un pequeño de siete años que, según el joven, está más avanzado en álgebra de lo que estaba él a su edad. Jared, de pelo negro y largo hasta los hombros y un infantil recelo hacia los extraños, visita la universidad con sus padres Nancy y Ferdinand, dos filipinos de 39 años que llegaron a Estados Unidos en los '90.
 "Podía sumar y multiplicar a los cinco años. No sé mucho de matemáticas, así que busqué a alguien que pudiera ayudarlo mejor", explica Nancy. Toma entonces la palabra el instructor matemático Dan Steinberg, que se dedica a trabajar con niños prodigio: "Está terminando álgebra 1 y comenzando álgebra 2. Eso es normal para niños destacados de, tal vez, 14 años".
Steinberg escribe en su celular "xó2 + 2x - 15 = 0" y le pregunta al niño la solución. Jared, que hasta el momento se tapaba la cara con timidez, levanta la vista, mira el problema y musita: "(x - 3) (x + 5) = 0". "Acaba de resolver una ecuación cuadrática", explica el instructor a una atónita periodista de la AFP. "Le tomó cinco segundos".

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