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Peguero dice Mejía no debió desmovilizar a las masas

La historia demuestra que a los grandes traidores se les clavan las espadas justamente en medio del caos y las grandes movilizaciones populares
Por Leonardo Peguero/Profesor UASD
SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La proclamación de Danilo Medina como presidente electo es un hecho irreversible. Que fue impuesto por el uso y abuso de los recursos del poder por un sector liderado por Leonel Fernández y que se ha apropiado de casi todos los estamentos del Estado, es algo que quedó evidenciado no solo el día de la celebración de las votaciones si no a lo largo de los últimos meses e, incluso, de los últimos años.
La maquinaria morada y arrastrada con ella los aliados, funcionó perfectamente en el 2008 en la reelección de Leonel Fernández y en el 2010 cuando se adueñaron del control absoluto del Senado y casi completo de la Cámara de Diputados.
En las recién pasadas elecciones, la efectividad de los métodos represivos y la compra masivas de electores es innegable pero no funcionó perfectamente: todo quedó descubierto.
Fue tan descarada la actuación represiva de los cuerpos castrenses y policiales por orden expresa de Leonel Fernández para retener el control del gobierno central que hoy día nadie puede negar que estamos frente a un gobierno legal pero ilegítimo; frente a un gobierno que, al margen de su reconocimiento local e internacional, es espurio y un gobierno de facto. Esto conlleva a una situación de ingobernabilidad que no solo beneficia a la oposición encabezada por el PRD si no al propio Leonel Fernández para incidir en una dirección u otra.
No sé si fue inteligente, prudente y conveniente por parte del PRD y su líder, Hipólito Mejía, desarmar la efervescencia de las masas que proclamaban lanzarse a la calle a denunciar y enfrentar el fraude montado desde el poder.
A mi humilde entender, creo que ha sido un error y dar demasiada concesiones a quienes no le dieron tregua ni se la darán en los días por venir.
La única pausa posible de los que conspiraron contra Hipólito Mejía y robarle las elecciones es la dejar que se enfríe y halagar sus condiciones de “gran estadista”, de “hombre de paz”, etc. y que no le reconocían antes del pasado 20 de mayo, es enamorarlos a través de los grandes medios escritos y televisivos que han comprado en tanto preparan sus nuevas embestidas: agudizando las contradicciones internas y posicionando a Miguel Vargas y su camarilla para una batalla que podría resultar más dolorosa y traumática para el PRD.
La historia demuestra que a los grandes traidores se les clavan las espadas justamente en medio del caos y las grandes movilizaciones populares, de no hacerlo así los daños de estos se prolongarán por siempre sobre el pueblo. De esto último sobran los ejemplos que no hay que mencionar ya que todo el mundo los conoce.
Lo correcto era movilizar a las masas llamando a la desobediencia civil, el no pago de impuesto, no comprar los periódicos que están al servicio de Leonel Fernández, exigir la renuncia de los miembros de la JCE, aprobar la ley de partidos políticos y una nueva ley electoral, etc., en fin, sacar algún beneficio político inmediato teniendo la ofensiva de las masas y, aprovechando la correlación de fuerza y el liderazgo, expulsar, antes de que sea demasiado tarde y recobren espacios dentro del partido con la ayuda de Leonel Fernandez, a Miguel Vargas y su equipo que ya comienza a tomar sus posiciones en los medios.
Si Miguel Vargas no ha proclamado directamente a Danilo Medina y ha retomado el control como Presidente del PRD es precisamente por la precariedad en que ha quedado él y sus escasos seguidores y por las evidencias de traición que las propias masas perredeistas han develado: votar casi al cierre de los colegios y enseñar el voto para posar como el “niño bueno de la película”. Si el PRD no lo bota ahora, mañana podría resultar tarde y doloroso.
En cuanto a la necesidad de la movilización de las masas y confrontar los resultados fraudulentos dirigidos y organizados por Leonel Fernández, es algo necesario para reducir el gran poder que éste sustenta y su capacidad para maniobrar.
Debilitar el poder del presidente actual es algo que hasta el propio Danilo Medina necesita para la sobreviviencia de su gobierno y hasta de su popia persona.
La ambición desmedida de Leonel Fernández por el poder y el control del Estado alcanza niveles enfermizos y eso es altamente peligroso para el futuro democrático del país.
Aunque parezca extraño y algo imposible, parece ser que tanto Danilo Medina como Hipólito Mejia, aprovechando sus nuevos y sólidos liderazgos en el PLD como en el PRD, tendrán que pactar implícita o explícitamente para enfrentar a un enemigo común: Leonel Fernández.
El que no entienda esto podría comenzar a comprenderlo cuando el PRSC proclame, en un futuro cercano, a Leonel Fernández como su gran líder (y hasta candidato en forma temprana) y a este partido se sumen la FNP, el BIS y otros grupos que, por dinero, se comen hasta sus madres.

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