UNIÓN EUROPEA.- Europa "tiene una semana
para salvar el euro". Las palabras del primer ministro italiano Mario
Monti resuenan cada vez con más fuerza en los círculos del poder político y
económico del viejo continente.
Especialmente cuando la
Unión Europea se prepara para una nueva cumbre para tratar el tema de la crisis
que tendrá lugar entre el miércoles y el jueves de esta semana.
Pero los preparativos de
ese encuentro no detienen los acontecimientos: este martes se conoció el monto
que Chipre necesitará para su rescate, el quinto de la eurozona, unos US$12.000
millones de dólares.
Un día antes, España
formalizó la solicitud de ayuda financiera a Bruselas. Y la agencia de
calificación Moody's rebajó la nota a 28 bancos españoles, que quedaron al
nivel de bono basura.
Ante el deterioro de la
situación, las voces que piden una acción urgente se multiplican.
El presidente francés
François Hollande, pidió un "pacto de crecimiento", el exprimer
ministro británico Tony Blair urgió por un "gran pacto", los mercados
piden un "gran bazooka" y por su parte, en Alemania, se habla de
federalismo.
Sin embargo, pese a la
complejidad del contexto, la solución a la crisis de la eurozona es
sorprendentemente sencilla. ¿Cómo?
Fácil. Tan sólo pregúntese
cómo los mismos problemas se resolvieron en otras áreas de moneda única como
Estados Unidos.
El problema real de
Europa es que las soluciones distan de ser aceptables políticamente.
Así que esto es lo que la
eurozona necesitaría hacer, si quiere salir del agujero en el que se encuentra:
Unión bancaria
Todos los préstamos
basura de los bancos de la eurozona necesitan ser limpiados con la inyección de
capital que absorva las pérdidas de los bancos, con las consiguientes pérdidas
para la eurozona en su totalidad (porque muchos gobiernos nacionales probablemente
no podrán permitírselo). En el caso de los bancos españoles, el rescate recae
en el gobierno, que responde de todas las pérdidas.
Los depósitos de todos
los bancos de la eurozona necesitan ser garantizados en euros en la totalidad
de la unión, para así terminar con el pánico de inversores que tratan de mover
sus capitales del sur de Europa (para evitar el riesgo de que se cambie la
moneda) a Alemania y cada vez más a Suiza y Dinamarca.
Todos los bancos europeos
necesitan regirse por un régimen de regulaciones y supervisión comunes. Los
bancos con problemas deben tener igual acceso a los fondos de rescate y deben
ser disueltos por una misma autoridad cuando vayan a la quiebra.
El punto más conflictivo
es el de los eurobonos. Una gran cantidad de la deuda de la eurozona debe ser
amalgamada, con gobiernos que apoyen las finanzas de los otros, para así
reforzar el compromiso de los gobiernos que están en el euro.
El centro de estudios
Bruegel presentó una propuesta para igualar las deudas en un bloque que
supondría el 60% del PIB de la eurozona, lo que generaría fuertes incentivos
para que los gobiernos sean prudentes en el futuro.
Una versión más ligera
propuesta en Alemania englobaría las deudas en exceso del 60% del PIB como
medida temporal para facilitar el préstamo de dinero a los gobiernos del sur.
Un presupuesto federal al
estilo estadounidense podría ser necesario para cubrir los costos de la
recesión, para que los gobiernos no arriesguen entrar en bancarrota cuando sus
economías tengan problemas. Por ejemplo, el costo de un nivel mínimo de
seguridad social (en especial las ayudas al desempleo) podría compartirse en
toda la eurozona, pagándose de un impuesto común.
Unión Fiscal
El BCE tendría que
replantear sus objetivos para combatir el desempleo y al mismo tiempo defender
la estabilidad de precios, tal y como hace la Reserva Federal de Estados Unidos
y como propuso el presidente francés.
La eurozona podría tener
que pagar inversiones en infraestructura a gran escala, especialmente en el sur
de Europa, tal y como Alemania occidental invirtió en Alemania oriental tras la
reunificación de 1990. Las propuestas sobre la mesa incluyen el aumento de la
capacidad de préstamo del Banco Europeo de Inversión y crear un "proyecto
de bonos" común para financiar construcciones.
Todos los europeos,
especialmente los del sur, tendrán que implementar reformas estructurales que
aumentarían el crecimiento a largo plazo y fortalecerían las finanzas
nacionales, incluyendo el eliminar restricciones de competencia en el mercado,
aumentar la edad de jubilación, despedir a funcionarios y facilitar la
contratación y despido de trabajadores.
Equilibrio
El Banco Central Europeo
y el gobierno alemán tendrán que estimular la inflación en Alemania durante
varios años para así eliminar la actual ventaja financiera del país sobre los
países del sur de Europa, algo que ya está empezando a suceder.
Del mismo modo que
Washington ayudó a estados con problemas de Estados Unidos, los gobiernos del
sur de Europa necesitarán que el resto de la eurozona les dé dinero (dar no
prestar) a través de transferencias fiscales directas, para que así puedan
afrontar la recomposición de sus economías hasta que recuperen competitividad.
Estas transferencias podrían terminar tomando forma de rescates que nunca serán
pagados.
Las reformas
estructurales, particularmente las reformas del mercado laboral, también juegan
un papel crucial a la hora de equilibrar y asegurar que los salarios en el sur
de Europa no aumentan tan rápidamente, tal como hicieron en la pasada década.
Unión política
Para que una unión
bancaria, fiscal y monetaria funcione, los gobiernos de la eurozona necesitarán
delegar poder a una autoridad central (la Comisión Europea) que pueda pagar y
supervisar todo lo explicado aquí arriba. Por su parte los gobiernos deberán aceptar
que en un futuro deberán mantener su gasto limitado a sus posibilidades.
Como muchas de estas
reformas requieren que Alemania comparta su riqueza con el resto de Europa (y
que todas las naciones europeas entreguen poder a Bruselas), Berlín insiste en
el principio de "no hay impuestos sin representación", en otras
palabras, un giro hacia el completo federalismo, con el gasto y las
regulaciones controladas directamente por la presidencia electa de la Comisión
Europea.
¿Hacia una profunda
recesión?
La raíz del problema de
la eurozona es que las economías del sur de Europa han sido poco competitivas,
sus salarios aumentaron demasiado rápido durante los años de vacas gordas, lo
que les llevó a importar mucho más de lo que exportaban y a pedir prestada la
diferencia.
Las economías del sur,
con excesiva deuda, persistente baja competitividad y resultante necesidad de
préstamo, así como el rechazo de Alemania a la hora de prestárselo, es lo que
ha llevado al pánico financiero que ha dificultado a los gobiernos del sur de
Europa y a los bancos el conseguir financiación a los mercados.
Por otro lado, la
intervención de los mercados financieros europeos, sin mencionar los recortes
sociales de los gobiernos de Europa, así como el foco del Banco Central Europeo
puesto en la estabilidad de precios, amenaza con empujar al continente entero a
una larga y profunda recesión, algo que sólo agravaría los problemas de deuda.
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