SALCEDO, República Dominicana.-
Con sólo 29 años de edad, María Altagracia Valentín, es una estampa pobreza que
se vive entre la mayoría pobre de la República Dominicana.
Con tres hijos y esposa de Rafael Cáceres,
un pintor de “brocha gorda”, la mujer ha perdido la esperanza en su futuro y el
de su familia debido a la indigente situación económica por la que atraviesan y
la falta de empleo y oportunidades para sus hijos y marido.
Residiendo en el populoso y
marginado barrio “El Matadero” y a orillas de una cañada, cuando hay amenaza de
lluvia, María Altagracia y Rafael, sienten que sus vidas se ponen en riesgo por
la vulnerabilidad de un barranco en cuyo margen levantaron la casucha hecha con
pedazos de tabla de palma, hojalata, cartón y oxidadas hojas de zinc, algunas
de las cuales dejan huecos en el techo de la vivienda.
Su esposo, relata la madre
salcedense, pasa más tiempo en las esquinas del barrio que trabajando, porque
ya ni los trabajos a destajo o informales aparecen en el municipio.
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