SANTO DOMINGO, República Dominicana.-
A los 28 días de Dominga (nombre ficticio) haber denunciado a su pareja por
agresión física, cambió de parecer y sin medir las consecuencias pidió a la
fiscal de turno en la Unidad de Género de la avenida Rómulo Betancourt, dejar
de perseguir al padre de sus dos hijos a cambio de que éste asista a un centro
conductual que lo transforme en un hombre menos agresivo.
Dominga es estudiante de derecho en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), pero el día del hecho se había
quedado coordinando unas prácticas con un grupo de compañeros de estudios, por
lo que se retrasó más de lo normal. Tan pronto llegó a su casa su marido la
acusó de infidelidad y sin escuchar su respuesta la golpeó insistentemente con
el puño en la cabeza.
“Él me había golpeado otras veces,
pero ese día no reparó que yo estaba dándole el seno a mi hijo más pequeño, y
se mostró tan agresivo que yo vi casi la muerte”, cuenta Dominga, quien asegura
que anteriormente no había tomado la decisión de denunciarlo porque no trabaja
y él es quien sustenta la casa.
Agrega que en esa ocasión “él me
tiraba los golpes a la cabeza con el puño, la cama se deslizó hacia adelante y
yo caí en el piso y el niño cayó sobre mí, gracias le doy a Dios. Yo me paré un
tanto agresiva con la intención de buscar algo para defenderme y darle, pero él
me lo impidió y me dio más golpes”.
Desde entonces Dominga se refugió con
sus hijos donde una hermana, pero el agresor le ha estado ayudando
económicamente con la manutención de los niños y a través de llamadas
telefónicas se ha mostrado arrependito, ha prometido cambiar, ponerse en manos
de un psicólogo y hasta ir frecuentemente a la iglesia para no perder a su familia.
“Yo no quiero volver con él porque no
tengo garantías de que no lo va a volver a hacer, porque no se ha sometido a
tratamiento, pero le digo la verdad, mi corazón no acepta que él esté preso”,
dijo la víctima a casi un mes del suceso. La solicitud de Dominga es que le
envíen a su pareja a un centro conductual para hombres violentos, donde un
equipo de psicólogos le dé una serie de charlas que le cambie la vida.
Sin embargo, atribuye su
arrepentimiento a la negligencia con que ha actuado el sistema judicial, toda
vez que su pareja tiene una orden de arresto y aún no ha sido ejecutada.
Asegura que si su marido hubiera
tenido la intención de matarla, ya lo hubiera hecho.
“Yo lo que quiero es dejar la
querella abierta, ver si se puede parar la persecución contra mi marido, y
llegar con él a un acuerdo que tenga
peso y que sea avalado por la justicia, para que cumpla con una serie de
requisitos”, dijo.
Según estadísticas suministradas por
la Fiscalía del Distrito Nacional, alrededor del 49% de las mujeres que
denuncia violencia de género desiste después que el caso está procesado.
Ante esa realidad, la fiscal del
Distrito Nacional, Yeni Berenice Aquino, opta por mandar a buscar a la víctima
para hablar con ella y ver por qué abandona el proceso.
“Cuando van al tribunal las fiscales
me las traen a mí para que hablen conmigo primero para ver si las convenzo, a
veces lo logro, pero otras veces no hay forma, y lo peor es que desisten
negando los hechos”, indicó la magistrada.
Las razones por las que víctimas de
violencia de género dejan el caso son diversas: psicológica, económica,
dependencia económica del hombre, la
familia y los vecinos comienzan a decirles que está pasando trabajo porque
quiere, el agresor la llama desde la cárcel para convencerla, y el síndrome de
la mujer maltratada.
La política del Estado es darle
seguimiento a las denuncias por diferentes razones, pero muchos casos terminan
en feminicidios a pesar de ser procesados por la justicia.
En el Distrito Nacional los casos de
violencia de Género no sólo se atienden en la Unidad de Atención a Víctimas de
Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales, de la avenida Rómulo
Betancourt, sino en 11 fiscalías barriales ubicadas en diferentes sectores de
la capital.
La magistrada atribuye la reducción de las
estadísticas de violencia de género a la logística con que cuenta la
jurisdicción para trabajar el tema.
La capital cuenta con un centro de
intervención conductual para hombres, el de atención a víctimas, la línea de
auxilio Vida, además de que trabajan fines de semana y en horario corrido.
En
procura de disminuir los feminicidios, se tomó una serie de medidas,
como evitar que la mujer sea quien lleve la cita, si hay violencia física el
agresor no se cita, sino que se procede al arresto; cuando hay armas de fuego
se desarma el hombre y el envío de las víctimas a casas de acogida.
Los sectores del Distrito Nacional de
donde se denuncian más agresiones son Los Guandules, Los Praditos, Capotillo,
Arroyo Hondo, Los Girasoles y Cristo Rey.
El Centro Conductual para Hombres
está ya dando apoyo a nivel internacional a otros países. Las estadísticas dan
cuenta de que ningún hombre que asiste a esta unidad ha matado a su mujer, y
sólo el 2% reincide en maltratar a sus parejas.
UNA TAREA PENDIENTE: LOS NIÑOS
HUÉRFANOS
La fiscal del Distrito Nacional
reconoce la necesidad de que exista un programa para atender a los niños y
niñas huérfanos producto de la violencia de género.
“Es un sector descuidado, olvidado que
necesita urgente un apoyo”, dijo la magistrada Yeni Berenice Reinoso.
Sostuvo que por lo general estos
niños son acogidos por una familia materna, que regularmente lo estigmatiza
llamándole “el hijo del matador”, “el hijo de la difunta”, y si el niño se
pelea con otro por cualquier cosa dicen: “que se puede esperar, no es hijo de
un asesino”.
Dijo conocer el caso de una abuela
que todos los días le mostraba a su nieto de cinco años una foto de su mamá
asesinada para que dejará de preguntar por su papá.
“Mientras la violencia de género e
intrafamiliar se le dé sólo un enfoque punitivo, de persecución penal, esta
lucha no será exitosa”, sostuvo la fiscal del Distrito Nacional, tras
considerar que debe ser una política
integral desde el Estado.
Más violencia de género en el DN
En la Unidad de Atención a Víctimas
de Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales de la avenida Rómulo
Betancourt, los casos más frecuentes son los de violencia intrafamiliar,
básicamente mujeres que denuncian a sus parejas o exparejas.
La fiscal Nancy Abréu Mejía dijo que la semana
pasada se recibieron en esta unidad 47 denuncias: 34 de violencia de género, y
13 de delitos o violaciones sexuales a menores de edad, regularmente cometidos
por familiares o personas conocidas.
Las violaciones sexuales no se limitan a niñas, sino también a varones.
“Hoy día tanto hembras como varones están siendo abusados”. Los casos de
adultas violadas se dan con menos frecuencia”, dijo la fiscal Abreu Mejía.
Las denuncias se sortean entre las
fiscales investigadoras de turno, cuatro en la mañana y una de noche, además de
la coordinadora general. El centro también cuenta con dos psicólogos forenses,
un médico legista y tres psicólogos asistenciales. Dispone, además, de un
destacamento con militares que realizan los apresamientos correspondientes.
Este es el único centro que cuenta
con la plataforma necesaria para darle seguimiento a los casos de delitos
sexuales, para lo cual cuenta con un equipo de ginecólogos que verifican las
violaciones.
Allí se han recibido casos de niños
de hasta tres años violados por sus padrastros, y hechos tan graves como la
violación de una niña de 13 años por parte de un hermano de 18, frente a un
hermano menor de seis años.
Por Bethania Apolinar.
Fuente: Listín Diario
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