Por: JUAN TH
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El Partido de la
Liberación Dominicana y sus aliados orquestaron una campaña sucia contra del ex
presidente Hipólito Mejía durante más de diez años en la que participaron de
manera destacadas figuras del Comité Político, el Comité Central, directores de
medios de comunicación, periodistas y comunicadores convertidos en bocinas,
megáfonos y velloneras. Todos bien pagados. Una verdadera fortuna gastó el PLD
en difamar, injuriar y descalificar al ex mandatario.
El profesor Juan Bosch durante más de 13 años le estuvo
vociferando en todos los medios de comunicación “degenerado” al doctor José
Francisco Peña Gómez, frase que sus acólitos repetían con gusto. Pero el líder
del PRD jamás respondió tales insultos.
La campaña, primero negativa, luego sucia, contra Bosch
editando un video poniéndolo a decir que no creía en Dios, no la montó, ni la
dirigió el otrora poderoso Partido Revolucionario Dominicano, convertido hoy en
una entelequia empresarial al servicio de los peores intereses del país
encarnados en el PLD. Fueron los aliados posteriores del PLD por más de 20
años.
¿Campaña sucia? No fue el PRM como organización política, ni
Luís Abinader, como candidato presidencial; ni Hipólito Mejía como líder y ex
presidente de la República, quienes trajeron al país desde Estados Unidos, por
el aeropuerto Internacional Peña Gómez, al capo Quirino Ernesto Paulino
Castillo para asesinar moralmente a Leonel Fernández.
No fueron los del PRM
los que pagaron la campaña mediática millonaria que se diseñó tras la llegada
del capo para que Leonel no pudiera levantar cabeza y poderlo derrotar
fácilmente en la lucha interna. Como puede verse, los expertos en campaña sucia
no están en el PRM, están en el PLD, como lo demuestran los hechos.
No es el PRM, ni su candidato Luís Abinader quien está
denunciando los vínculos del presidente Danilo Medina con Joao Santana y la
Odebretch, empresa que según los medios de comunicación brasileños financiaba
las campañas electorales de candidatos de muchos países para luego obtener el
beneficio de las grandes obras que se construyeran, como sucede en nuestro
país.
“Mónica Moura, esposa de Joao Santana, dice dinero de
Odebrecht financió campañas de Danilo, Chávez y Do Santos”, reza un titular del
periódico digital www.acento.com.do.
No se trata, pues, de campaña sucia; más bien de informar
debidamente a la población y de exigir que el Ministerio Público realice una
seria y minuciosa investigación al respecto. Porque sería bueno saber, ¿quién
le pagaba a Joao Santana el trabajo de asesor principal de Danilo durante la
campaña del 2012 y la actual? ¿El Palacio Nacional, el PLD o la Odebrecht? En
cualquier caso, el pueblo tiene derecho a saberlo. De igual modo me gustaría
saber, ¿cuántos millones de dólares le daban a Joao? (No olviden que el
brasileño una de sus especialidades es la campaña sucia, precisamente).
En el PRM son incapaces de organizar campañas sucias en
contra de nadie; en todo caso negativas, algo perfectamente válido en todos los
procesos electorales del mundo incluyendo Estados Unidos y en Europa.
Les cuento: Siendo Hipólito presidente de la República le
llevaron un “Álbum de la corrupción” para denunciar a los dirigentes del PLD
(similar al que le hizo el PLD al Partido Reformista y al doctor Balaguer) y
cuando lo vio ordenó que lo echaran al fuego. Un millón de “Álbumes” terminaron
en el fuego. No fue la primera, ni la única vez que se opuso a las bellaquerías
de algunos amigos. No hay ni habrá, de parte del PRM, campaña sucia. No se
puede ensuciar lo que está sucio.
Luis Abinader es un hombre de formación familiar, bien
educado, incapaz de valerse de campañas socias para obtener alguna ventaja
política; esa es práctica de rastreros y de canallas, no de políticos decentes,
demócratas por convicción.
Parece que los dirigentes del PLD están muy asustados ante el
avance vertiginoso de Luís Abinader. Los números no les están cuadrando. Saben
que no es cierto que Danilo aventaje a Luís con 35 puntos, pero en su
desesperación intentan engañar y confundir al pueblo. Pero no lo lograran. ¡De
que se van, se van!
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