Por Juan Taveras Hernández.
La respuesta es simple, más allá de las conjeturas,
conceptualizaciones y divagaciones de los analistas, interesados o
desinteresados: Los mismos que pagan siempre las campañas de los candidatos
dominicanos bajo el esquema anacrónico de partidos interesados en que no exista
ningún control o reglamento que regule y fiscalice las campañas electorales, lo
cual permite que cualquier persona, con talento o sin talento, con méritos o
sin ellos, con valores éticos o sin ellos, con dinero limpio o sucio, del bajo
mundo o del alto mundo, del narcotráfico o del crimen organizado, del lavado o
del soborno, pueda ser elegido presidente de la República, senador, diputado,
alcalde o regidor.

El dinero del Estado, no es del Estado, se supone que es del
pueblo y que por lo tanto quienes dirigen las instituciones públicas deben
utilizarlo racional y transparentemente invirtiéndolo en obras que beneficien a
las mayorías, no a grupos políticos o económicos enquistados en el poder. Los
recursos que el Estado destina para los
partidos como un aporte al fortalecimiento de la democracia y de las propias
organizaciones políticas, no es usado adecuadamente. Es una estafa legitimada,
pues la ley se viola sistemáticamente sin ninguna consecuencia. El dinero que
reciben los partidos es dinero del pueblo.
Los recursos que sin ningún control destinan los empresarios
para las campañas no tienen un propósito patriótico, ni nada que se parezca. Se
trata de un negocio, una inversión con retorno multiplicado. No es dinero
gratis.
(Me dice un amigo periodista que originalmente Joao Santana
fue contratado por un grupo de empresarios dominicanos que hicieron un pool
para pagarle, 500 mil dólares
mensuales, algo frecuente en nuestro
desordenado país, pero que luego las cosas cambiaron. No sé si es cierto).
El que da cien pesos procurará cien mil si el patrocinado gana los comicios.
Es una inversión. Los grupos económicos hacen sus encuestas y distribuyen los
recursos en función de las posibilidades que tiene tal o cual candidato de
“ganar las elecciones”. No apuestan a un solo caballo. Una buena parte de los
que reciben más de 200 mil millones de pesos en exenciones fiscales patrocinan
campañas electorales.
El que entregó un millón o cien millones de pesos a un
candidato ganador lo multiplicará por mil, si puede. Pero además tendrá
beneficios colaterales en las aduanas, impuestos internos y en otras
instituciones del Estado. Es un trueque: Yo te doy ahora, tú das después.
Fue lo que hizo Odebrecht en la mayoría de los países
latinoamericanos incluyendo el nuestro. El pago de sobornos por más de 92
millones de dólares lo explica. Sobornaba y financiaba campañas
electorales para obtener los contratos
de las obras importantes que luego sobrevaluaba
para aumentar sus beneficios, lo cual terminaba perjudicando al pueblo.
Ganaba la empresa extranjera, ganaban los funcionarios y los congresistas, pero
perdía el pueblo.
(La Casa pierde y se ríe. El pueblo, indefenso, pierde y
llora de hambre, desnudo y descalzo).
El autor es periodista y abogado. Reside en Santo Domingo.
0 Comentarios
Tu comentario es importante