Por Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Los recientes huracanes que tuvieron incidencia
sobre la vida dominicana, presentaron como efecto colateral la realidad de que no hay integración y unidad en los
barrios y zonas rural.
No hay juntas de vecinos, no hay clubes culturales, los
clubes deportivos son para preparar atletas que puedan ser mercadeados, no hay
personalidades comunitarias que se
encarguen de la labor de prevención.
Todo el esfuerzo cae en las autoridades, y los demás tienen
posturas pasivas y siguen los acontecimientos a través de los medios de
comunicación. El dolor de los que viven a la orilla del río, sólo es un
espectáculo para las redes sociales.
La carga social de desesperación de los refugios es estrujada
en la cara de los televidentes, muchos de los cuales no tienen fibras sociales
solidarias.
Hay que renacer en el espíritu de la solidaridad. Hay que organizar
los clubes culturales con sentido de responsabilidad social. Las juntas de
vecinos tienen que funcionar plenamente. Si la familia es el núcleo central de
la sociedad, las juntas de vecinos son la espina dorsal del barrio.
Y no solo es con los
estragos de las lluvias y los vientos de un huracán. Si las Juntas de vecinos
son inexistentes, y los clubes quedaron en el pasado, no hay nada que sirva
para prevenir y rescatar a los jóvenes de la delincuencia. La ausencia de
capacidad de prevención de esas
instituciones comunitarias, también se da en servir de muro de detención ante
los jóvenes que caen en la delincuencia y los vicios.
A grandes rasgos
vivimos en una sociedad deshumanizada, donde sólo importa el uno, lo que tengo
en el bolsillo, el carro de lujo que me transporta, la camisa de moda, y los
demás, solo sirven para verlos por encima del hombro.
Fracasamos como sociedad si no podemos organizar a los
moradores de los barrios, si los jóvenes son incapaces de ir a una peña a
discutir cine, poesía, las noticas del día. Estamos siendo acorralados por una realidad negra, y
estamos volteando la cara ante ella.
Si no damos un paso adelante, no llegaremos a ningún lado. Ya
en las manos de los lectores de
periódicos se puede ver la alta tasa de delincuencia que hay en el país. El
plomo no ha logrado atajarla, y la prevención es nula.
Pasaron los huracanes, los ríos y cañadas desbordadas que
provocaron las inundaciones volverán a
su cauce. Otros titulares serán los
principales en la prensa, pero la juventud seguirá neonata, acorralada en un
presente que no le deja porvenir a la
vista.
Que se comience a fortalecer las instituciones comunitarias,
como un paso necesario para enfilar la sociedad hacia mejores derroteros, y a
encaminarnos por una senda de progreso donde se edifiquen las bases para vencer a la delincuencia. Hoy no hay bases sociales y la delincuencia sigue creciendo. ¡Ay!,
se me acabó la tinta.
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