Por Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Los beligerantes de las
primarias abiertas o cerradas empataron. Se fueron a jugar al pulso y nadie
tuvo fuerzas para vencer al rival. Las alianzas tácticas jugaron su papel, pero
sin resultados satisfactorio. Sin los votos de los diputados de Luis Abinader,
Leonel Fernández estaría vencido, y sin
el apoyo de Hipólito Mejía, el presidente Danilo Medina habría perdido las
esperanzas de consulta externa.
Hipólito fue el peso pesado
en la balanza. Obligó a que se enviara el proyecto a estudio de una comisión.
Ahí no se va a estudiar nada. Los diputados no tienen libre albedrío en una
pieza de esta naturaleza. Es ganar tiempo para ver si se consiguen los votos
que de aprobación al voto externo o el
interno. Volverá a la agenda del día, cuando una de las partes considera que
tiene todo bajo control y que puede imponer sus ideas.
La única salida posible para solucionar este entuerto, es que
sin meterlo en una ley, se deje a los partidos que se rijan por los reglamentos
electorales, y que cada uno de forma individual
determine la mejor forma de escoger a todos sus candidatos.
Las primarias abiertas y en el mismo tiempo pondría en jaque
mate a una Junta Central Electoral que
todavía no comienza a tomar las acciones para lograr desarrollar unas
elecciones democráticas. No es trascendente para el país las primarias abiertas
y cerradas, y más bien es la forma de exhibir y medir músculos entre Leonel y
Danilo.
Una cosa va quedando clara, para la venidera elección
presidencial no habrá un partido único
con la fuerza para ganarla, y las uniones coyunturales serán necesarias. Se
darán alianzas de partidos que en el papel son rivales, pero que llevan el
mismo camino y trayectoria.
Si surge un tercer partido mayoritario, se romperá el
bi-partidismo actual, y se obligaría a una segunda ronda. De ahí
la importancia de la subsistencia política, dejando a cubierto la
retaguardia. Una segunda ronda electoral le da a la tercera posición aportar la
fuerza del gane.
En el panorama político dominicano si hay unidad en el
Partido de la Liberación Dominicana, todo se consumará en la primera vuelta. El
fraccionamiento del PLD, con dos candidatos, uno interno y el otro externo,
lleva en automático a la segunda ronda.
Ya habrá tiempo de poder analizar este fenómeno cuando se dé el
fraccionamiento, en caso de que no haya acuerdos de aposento.
Es casi imposible que con las divisiones que están a la vista, los partidos políticos
puedan transitar por la tormenta sin naufragar. Sería con timoneles viejos,
porque la sangre nueva no surge todavía. La política dominicana necesita esa
sabia de nueva casta, no una generación que se llama de relevos, y abreva en la
misma cartilla desteñida y fuera de época de décadas pasadas.
Se empató la primera ronda, pero la pelea sigue. Por la vía que
sea, los cuatro principales dirigentes nacionales están en una lucha por la
sobrevivencia, y saldrá triunfador el que tenga mejores pulmones para exhalar
con fuerzas la salvadora bocanada
de aire libre y limpio. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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