Escrito por Orión Mejía.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Sin importar los daños
colaterales que pueda causar, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) inscribirá en
la Junta Central Electoral (JCE) los
nombres de sus candidatos a presidente y vicepresidente de la República para
las elecciones de 2020, por lo que no será posible reeditar la fatídica
sentencia de que Horacio o que entre el mar.
Lo que si puede ocurrir es que el PLD pierda las elecciones
si fulano o zutano obtiene la
candidatura presidencial sobre las cenizas de la organización o con la destrucción del templo reputacional
del Gobierno.
No soy quien para ofrecerles clase sobre dirección política a
líderes o dirigentes del PLD, ni sobre sentido de prudencia a funcionarios oficiales, pero el abecé del
buen juicio indica que se gana con unidad y se pierde con división, como lo
demostró la derrota del PRD en 1986, que allanó el retorno de Joaquín Balaguer por
otros diez años.
Con o sin la Ley de Partidos, el PLD tendrá que escoger en
primarias abiertas o cerradas, con o sin supervisión de la JCE, sus candidatos
a cargos electivos, con el compromiso de
retener el Poder Ejecutivo y el Legislativo, pero hace tiempo que el Partido y el Gobierno extraviaron caminos,
aunque todavía hay espacio para la cordura.
¿Qué pasaría si el Gobierno impone a sangre y fuego sus
designios al Partido? ¿Qué sucedería si el PLD hace causa común con la
oposición para inhabilitar políticamente al Presidente y a su gestión? No hay
que ser un erudito para afirmar que en ambos caso perderían el Gobierno y el
Partido.
La oposición dirige todos sus cañones hacia la figura del Presidente de la República, en
la clara intención de degradar su consideración política y personal, por lo que
valdría la pena preguntar si algún sector en el PLD cree prudente alentar
ese proceder, por aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Para que el PLD gane las elecciones se requiere que el
Gobierno del presidente Danilo Medina concluya de manera exitosa con una cadena de logros económicos, sociales y políticos que ya se
reputa de extensa y significativa, lo que serviría de escudo y plataforma
mercadológica para promover al candidato (a) que represente a ese partido.
No sugiero alianza
filistea o que se engaveten los
principios, de lo que habla es de negociación política sostenida en la realidad
y no en los deseos, que la resolución de los conflictos a lo interno del PLD se sustente en el mejor interés del pueblo
dominicano y de su democracia, que debe ser el interés supremo del Partido.
Los dirigentes son como nubes pasajeras en el firmamento
político, pero los líderes fungen como estrellas que brillan por siempre en el cielo de la historia. Es hora
de que los dirigentes despejen el camino
para que los líderes marchen a la vanguardia, liberando los surcos de cizañas, con sus espadas de buen juicio y de
unidad en la diversidad.
El autor es periodista.
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