Por
Luis García.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La visión de nación de la República Dominicana
consiste en convertirse, para el año 2030, en un territorio próspero, en el que
las personas vivan dignamente, apegadas a valores éticos y en el marco de una
democracia participativa que garantice el Estado social y democrático de
derecho que establece la Constitución de la República.
El
ideal es promover la equidad, la igualdad de oportunidades, la justicia social,
de manera que pueda desarrollarse de forma innovadora, sostenible y se inserte
competitivamente en la economía global.
Esa
visión de nación incluye un nuevo modelo de desarrollo que procure enfrentar
los principales problemas y rezagos que exhibe la sociedad dominicana en los
ámbitos institucional, social, económico y ambiental; así como superar los
retos que depara el futuro, asociados a un mundo en constante cambio en
términos tecnológicos, climáticos y de las relaciones entre las naciones y las
poblaciones a nivel global.
El
referido modelo no podría viabilizarse de manera efectiva sin una conciencia
social clara acerca de la importancia del turismo como objetivo estratégico,
dado el aporte significativo de esta actividad al Producto Interno Bruto (PIB)
de la República Dominicana y, por vía de consecuencia, su impacto positivo en
el desarrollo nacional.
Sin
embargo, la ocurrencia en lo que va de este año de una serie de incidentes que
involucran a turistas norteamericanos, reportándose por lo menos tres muertes
en situaciones aún no esclarecidas con exactitud; impactan negativamente en una
fama bien ganada durante los últimos cincuenta años.
Esto
sucede en el mejor momento de la historia del turismo, cuando el país se
encamina a atraer a más de 10 millones de turistas cada año.
Naturalmente,
se trata de acontecimientos aislados en un destino seguro, reconocido, incluso,
por la Organización Mundial de Turismo (OMT).
También
ha quedado demostrado en el hecho de que en los últimos cinco años han llegado
más de 30 millones de turistas extranjeros.
A
través de un aporte superior del 8% al PIB y un crecimiento promedio de un uno
por cierto superior al conjunto de la economía, el sector turismo constituye
uno de los principales motores económicos, y produce más del 25% de las divisas
que genera la economía nacional.
Incluso,
la propia embajadora de los Estados Unidos, Robin Bernstein, dijo que la
mayoría de los visitantes de ese país que han llegado a República Dominicana no
ha tenido ningún inconveniente relacionado con la delincuencia.
Los
esfuerzos gubernamentales y del ámbito privado han dejado resultados
elocuentes, al punto que prácticamente se ha duplicado la llegada de turistas
extranjeros en el último lustro.
El
incremento de los visitantes no residentes comenzó a palparse para el año 2014
cuando llegaron 4,607.047, pero al concluir 2018, la cifra superó los 6
millones.
En el
país debemos profundizar los niveles de conciencia acerca de la relevancia del
turismo para la economía nacional.
Cada
día la casi totalidad de las naciones del mundo desarrollan campañas de
promoción, fundamentadas en buenas estrategias, a fin de ampliar sus destinos
turísticos.
El
alto nivel de competencia puede observarse en las diferentes ferias que se
llevan a cabo a nivel planetario, entre las que destacan las europeas Fitur,
España; ITB Berlín, Alemania; y Top Reza, Francia.
La
sanidad de la economía dominicana pasa por el turismo, lo que implica que todos
los sectores con poder de decisión, entre ellos los principales actores
políticos, tienen la responsabilidad de contribuir al cuidado de esta industria
vital para el desarrollo nacional.
Sencillamente,
hay que crear la conciencia social necesaria para blindar nuestro turismo ante
cualquier amenaza.
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