ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Los ideales de la Raza Inmortal no se expandieron con
la fuerza necesaria para la toma del poder. Ideas pueden ser atractivas,
reales, progresistas, democráticas, pero la finalidad es conseguir el poder
para desarrollarlas.
Los
expedicionarios del 14 de Junio de 1959 enfrentaron a Trujillo en el inicio de
su etapa de decadencia, pero con unas fuerzas armadas unidas y una parte de la
población sometida a su mandato.
Ese
gesto no fue suficiente para lanzar al pueblo a la lucha armada contra
Trujillo. Fue necesario un movimiento para la eliminación del tirano, surgido
desde las entrañas del régimen. Trujillo fue ajusticiado en una acción armada
de un puñado de valientes hombres, pero no fue echado por el pueblo en armas.
Los
expedicionarios del 14 de Junio obtuvieron una victoria y una derrota. En lo
físico, en los aprestos militares, fueron derrotados por las tropas del tirano.
Casi todos murieron en medio de torturas
y desconocimiento total a los derechos humanos. Nunca se juzgó a sus verdugos,
a pesar de que muchos eran muy conocidos.
Pero
las ideas no se matan con el plomo. El estandarte principal de los hombres del
14 de Junio era reivindicar la libertad, y poner fin a la tiranía. Eso no sucedió.
Se abrieron puertas de libertad, pero muy efímeras. No se olvide la etapa de
anarquía luego de la muerte de Trujillo, las primeras elecciones libres, y el
posterior golpe de Estado a Juan Bosch.
Desgraciadamente
en 60 años nadie ha reivindicado desde el poder los ideales de los hombres de
la Raza Inmortal. Manolo Tavarez Justo tomó el fusil y se fue a la montaña. Un
sacrificio histórico, que no cambió la correlación de fuerzas de su época.
Pero
en el 1965 se levantó la consigna de Libertad y Constitución, para enfrentar al
gobierno del triunvirato y los jerarcas militares. Quedó también trunca. Mucho
heroísmo, pero no pudo tomar el poder. Los efectos colaterales produjeron a un
doctor Joaquín Balaguer apoyado por los norteamericanos.
Dos
grandes acontecimientos político-sociales marcaron el siglo XX: la llegada de
los expedicionarios del 14 de Junio y la Revolución de Abril. Hoy estamos en
deuda con los que vertieron su sangre, los que abonaron las tierras dominicanas
cayendo para nunca más levantarse.
La
vida es una posta. Nos toca nuestra coyuntura, nuestro momento, y de inmediato
debemos entregar el pase al que nos queda cerca. Ellos cumplieron, fallaron las
nuevas generaciones. Las divisiones, los egos, las principalías, todos
conspiraron para abortar los ideales patrios de los que lucharon por la libertad.
Hoy
se necesita unidad y nuevos derroteros de lucha, para poder llevar a cabo una
verdadera reforma de la vida pública dominicana, y sobre todo, dar pasos
certeros al desarrollo económico y el florecimiento de la democracia. Hay un
compromiso doble, Seguir el ideal de los que se inmolaron, y también abrir
trocha al futuro de la juventud de hoy.
¡Ay!, se me acabó la tinta.
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