Por
Manuel Hernández Villeta
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El año que viene la inseguridad ciudadana dejará de
ser un tema de la crónica policial, y pasará a ser el eje central de las
elecciones. Hay temor en muchos dominicanos, por no decir la mayoría, por los
cuadros de violencia que golpean a los ciudadanos.
Desde
el gobierno hasta la oposición todos tendrán que hablar claro de cómo piensan
enfrentar a la corrupción. El pueblo necesita ese debate, para tomar decisiones
en las urnas. No se olvide que la paz y la tranquilidad es lo que anhela la
mayoría de los dominicanos.
Ya lo
dijo un libre pensador; sino se estudia la historia, se cometerán los mismos
errores. Hay gente que le teme al fantasma de Trujillo y prefiere que no se
hable de él. Con la ola de violencia actual, hay que disecar a Trujillo,
analizarlo a fondo, y sacar conclusiones.
Trujillo
no llegó al poder en el pico del palito de prestidigitación de un hada madrina.
Fue impulsado por una coyuntura social de violencia y anarquía general. El país
se desangraba entre las montoneras y los robos y atracos de esa época,
fundamentalmente cuatreros y asaltos a
comerciantes.
Su
lema central de trabajo fue orden y tranquilidad. La mayoría de los ciudadanos
vendieron su libertad por ese espejismo de tranquilidad. Fue un gobierno que
baño en sangre a la República Dominicana y su epicentro de inicio fue la anarquía social de esa
época.
En
una etapa electoral para los meses por delante, hay que ver con mucho
detenimiento la marcha de la violencia, porque de seguro será el tema
principal, o estará entre los tres primeros que se abrirán al debate. Es hora
de buscar soluciones.
Los
trabajos que se han realizado hasta el momento no detienen la ola criminal. Da
la impresión de que no hay prevención, sino acción de respuesta una vez
cometido el delito. Cierto que tiene que haber sanción, detención y hasta
intercambios de disparos, cuando se comete un hecho de sangre, pero la
prevención es lo importante.
Si se
toman medidas para prevenir el delito, es posible que en cuatro o cinco años se
puedan bajar las estadísticas. Hay que comenzar en la prevención desde cero, y
es imposible que pueda ocurrir un milagro. El mensaje a lo inmediato debe ser
prevención para evitar que caigan los jóvenes en el delito, y rehabilitación a
los que ya cumplieron su condena.
La
prevención va también de crear nuevas fuentes de empleo, viabilizar que los
adolescentes no abandonen las escuelas, controlar los embarazos de adolescentes
y mejorar las condiciones de vida en los barrios. Pero también hay que colocar
mejorar los salarios de los policías. Por cheles, ponen en riesgo su vida en la
búsqueda de los delincuentes. Hora de
reflexión, antes de que la mesa electoral esté servida. ¡Ay!, se me acabó la
tinta.
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