ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Hoy más que nunca se torna exigente y escabroso el papel de la Junta
Central Electoral (JCE) de organizar las venideras elecciones. Tendrá sobre sus
hombros la presión de los partidos políticos. La debe enfrentar y fijar
posiciones y dar resoluciones de conciencia.
Los
jueces de la JCE no fueron designados para representar ni complacer a los
partidos políticos. Su misión es garantizar que haya elecciones libres y
democráticas, en cualquiera de los niveles, pero sobre todo en las
presidenciales.
De
fracasar en este objetivo, entonces le harán un gran daño al pueblo dominicano.
Sin embargo, he visto con esperanzas que en las últimas semanas la JCE está
trabajando en tareas de reorganización y en sentar bases técnicos de los
futuros comicios.
Es al
pueblo al único que la JCE le tiene que dar explicaciones y satisfacciones. Con
los partidos políticos, su única obligación es ser imparcial y objetivo, y
fiscalizar que en el proceso todo discurra sin fallas, sin intentos de fraudes y sin violencia.
La JCE debe evitar hasta donde le sea institucionalmente
posible meterse en las primarias o
convenciones de los partidos. Por los grados de división en los cuatro
principales partidos, es de seguro que esas actividades serán frustrantes,
preñadas de acusaciones reciprocas y hasta jalonadas por la violencia, verbal o
física.
Si la
Junta se diluye en asuntos internos de los partidos, no tendrá la fuerza moral
y técnica para preparar las elecciones venideras. Los pleitos de esos partidos,
en vez de ir a la JCE, su camino es el Tribunal Superior Electoral y si lo
prefiere el Tribunal Constitucional.
Antes
de que finalice el año, se tienen que
reorganizar las diferentes juntas municipales, y a todos los niveles. Hay que
ratificar a los directores honorables, y
en donde puede haber cuestionamientos, o vacantes producidas por renuncia o
abandono, colocar a profesional o líderes de esas comunidades reconocidos por
su solvencia.
Es
norma de los partidos objetar a funcionarios electorales municipales cuando
saben que no son manejables. En comunidades de poblaciones relativas pequeñas o
medianas, es fácil saber hacia dónde se dirigen las personas que podrían tener
calificaciones para ser funcionarios electorales.
La
tarea central y única en estos momentos debe ser seguir ganando la credibilidad
pública, para ir preparando todo el camino de las elecciones, que culmine con
los días de votaciones. El trabajo que se haga hoy, será determinante para el
próximo año. Hoy se da el primer paso hacia el futuro, y lo deben saber todos
los jueces electorales. Si se descuidan hoy, se juegan su credibilidad y su
futuro. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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