Por
Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Los efectos del coronavirus nos acorralan. La
fortaleza de cada uno de los dominicanos les hará sobrevivir. No es momento de
politiquería, ni creencias apocalípticas, sino de buscar la unidad para poder
avanzar.
Poco
importan las medidas que se tomen para atajar al coronavirus si cada uno de los
dominicanos no está dispuesto a cumplir con su responsabilidad, y someterse al
sacrificio. No es instante de pensar en individualismo.
Pero
será un largo camino a recorrer. Apenar si estamos dando el primer paso. El
triunfo dependerá de la acción solidaria de cada ciudadano. Pero el momento es
propicio para que hagamos algunas sugerencias.
Hay
que iniciar una campaña masiva para que los ciudadanos dejen de hacer compras
compulsivas. El desbordamiento y la falta de prudencia en la búsqueda diario de alimentos de primera necesidad,
pueden provocar un desabastecimiento.
Hay
que mantener la confianza de que se cuenta con las reservas alimentarias
necesarias, y que nadie debe acumular artículos de primera necesidad. En caso
contrario, hay que pensar en el racionamiento. Que se establezca lo máximo que se debe vender a cada ciudadano.
Hay
que aplicar el peso de la ley a los que divulgan noticias falsas por las redes
sociales. No es momento de rumores. Hay que escuchar las informaciones
difundidas en órganos de prensa reconocidos. Los que propagan rumores
peligrosos a la estabilidad social y emocional, tienen que ser castigados.
El
toque de queda debe ser respetado por los ciudadanos. Cumple una función de
evitar la aglomeración de personas, y es una medida recomendada por las
organizaciones mundiales de salud cuando hay estas pandemias.
Ya el
gobierno dispuso el cierre de la mayor parte de las oficinas públicas. Hay que
mantener abiertos los supermercados, las farmacias y los bancos. Hay que evitar
la movilización desordenada de la gente.
Si no
se tiene control de los carros de concho pueden ser una fuente de transmisión
del coronavirus. El momento es difícil, pero hay que seguir adelante. ¡Ay!, se
me acabó la tinta.
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