Por Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La política dominicana hacia Haití siempre ha sido de puertas abiertas. Se tienen buenas
relaciones con el vecino país. El problema visceral de los haitianos es que
carecen de disciplina, de orden y de convivencia.
Miles
de haitianos cruzan la frontera de forma ilegal hacia la República Dominicana todos los años. Se establecen aquí
en medio del mayor abandono y
posteriormente reclaman que sus hijos sean dominicanos.
No se
puede ocultar la realidad, esta situación más que una postura complaciente de
los dominicanos, se origina por la mano de obra barata de haitianos, y la
contratación de peones de la agroindustria o de la construcción sin seguro
médico ni ninguna otra facilidad que resalte su lado humano.
Todavía
y en la más humillante forma de contratación, los haitianos prefieren salir
corriendo hacia nuestro territorio, y no permanecer en su faja de terreno.
Donde hay países fronterizos, la mayor carga de migrantes la sufre el que está
más desarrollado.
Hay
que legalizar las relaciones con Haití, hablar claro sobre la carga de
migrantes ilegales que ponen en peligro servicios básicos que deben llegar a los dominicanos más pobres y necesitados.
Además,
siempre debe estar en primer lugar la defensa de nuestra territorialidad y una
nacionalidad que nadie nos regaló sino que la obtuvimos en los fierros campos
de batalla, con mucha sangre y muertes.
Organismos
internacionales por siempre han estado interesados en que los problemas de
Haití y la República Dominicana se metan en una coladora, y que se busque una
solución única. Es inaceptable esa propuesta.
Los
problemas de los haitianos tienen que ser resueltos en Haití, y no desde la
República Dominicana. Los migrantes ilegales tienen que comenzar a ser llevados
a su país, y los hijos de ilegales no son dominicanos, ni los de embarazadas
que vienen por un par de días para recibir servicios médicos.
La
solidaridad con los más necesitados, por parte de los dominicanos, ha estado
presente en cada momento de la historia reciente entre los dos países, pero ello
no puede ser una obligación para que el gobierno y los ciudadanos nacionales
tengan la obligatoriedad de solucionar todos los problemas de Haití.
Lo
que se puede legislar es para haya una
relación de respeto, de no violación de la franja fronteriza, libre intercambio
comercial depurado por las autoridades competentes, y asistencia médica
humanitaria controlada por el ministerio de Salud. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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