Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La Ley 311-14 es una versión modificada y actualizada de lo que fue la ley No. 82, sobre Declaración Jurada de Bienes. Depositar un documento notarizado, ante la Cámara de Cuentas, que exprese el patrimonio de un funcionario público, es un simple requisito legal. Se hace tanto al llegar a un cargo como al abandonarlo.
Se observa mucha sorpresa con el corre corre que se ha armado entre los funcionarios, porque nunca antes ningún presidente de la República había advertido sanción para todos aquellos que no cumplan con esa normativa.
No había hábito de respeto a la Ley 311-14 y la Cámara de Cuentas, organismo supuesto a dar seguimiento, se tornó infuncional.
Más que ocasionar sorpresa y la gente ponerse
a opinar en torno a la fortuna de funcionarios entrantes y salientes lo que
aconseja el momento es saludar al jefe de Estado por procurar que se cumpla la
ley. Es una medida que se inscribe dentro de un conjunto de pasos encaminados
al adecentamiento de la administración pública.
Nuestro país alcanzó niveles alarmantes
en el pasado reciente, en materia de corrupción pública e impunidad, en el
ámbito mundial, pues organismos internacionales nos presentaban de puntero en
malversación de fondos estatales, peculado y falta de institucionalidad, entre
otras variables estudiadas.
Que bueno que se hacen esfuerzos para
superar esa percepción y que los recursos del contribuyente (¡Por fin!)
tendrían un mejor destino. Fuimos testigos presenciales de un verdadero
festival, derroche y robo de los fondos del Estado.
Aunque fue bajo amenaza, la declaración
jurada de bienes, de parte de servidores estatales que tienen bajo su
responsabilidad el rendimiento de cuentas, es saludable. Y es una de varias
medidas que tienen la finalidad de evitar el desvío de recursos del
contribuyente.
Ya antes se había designado al licenciado
Carlos Pimentel, representante de Transparencia Internacional en el país, como
director de Compras y Contrataciones del Estado. También fue una medida de alta
aprobación pública la designación de la doctora Miriam Germán Brito, en la
Procuraduría General de la República. Es una profesional independiente al
partidarismo político y adornada de buena reputación moral o prendas éticas.
Son medidas que merecen reconocimiento, indistintamente de colores políticos, en el marco de un ejercicio periodístico desapasionado. Reconocerlas nos dota de moral para desaprobar cualquier inconducta gubernamental que eventualmente pueda registrarse en el futuro. Luis Abinader actúa de forma correcta, por lo menos en lo que toca a la transparencia en la administración pública.
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