Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- ¿El PRM existe? Es una pregunta que amerita análisis detenido antes de ser respondida. ¿Por qué la pregunta? Sencillamente porque el presidente de esa organización política está en el Ministerio Administrativo de la Presidencia, la secretaria general está en la Alcaldía del Distrito Nacional y el secretario de organización está al frente del Ministerio de Obras Públicas.
¿Quién está en la entidad política para dar respuestas a las
inquietudes de los dirigentes medios y de base? Nadie. Ahí solo se observan a
las empleadas y a personas que abren y cierran el local. Es decir, es lo mismo
que ese local esté abierto como cerrado, pues no se ofrece ningún servicio.
Podría significar una ventaja que las principales autoridades
de un partido político sean simultáneamente funcionarios públicos, porque
dotarían de posiciones a sus correligionarios, pero en este caso particular no
ha sido así. En lo que toca a Carolina Mejía, alcaldesa del Distrito Nacional,
no tengo información sobre la atención con sus compañeros, pero es un simple
ayuntamiento con evidentes limitaciones.
La gravedad del caso está en la
administración pública y no es culpa de los contados funcionarios de alto nivel
que tiene el PRM en el Gobierno, pues la mayoría es independiente y del
empresariado, el problema radica en que
se ha bajado una línea que prohíbe la cancelación de servidores públicos en
medio de la pandemia de coronavirus, lo que podría observarse como una actitud
humanitaria de parte del presidente de la República.
Sin embargo, la pandemia afecta también a
todos aquellos que hicieron su aporte para que Luis Abinader sea presidente,
que adicionalmente tienen 16 años en la oposición. Se calcula que un 90%
todavía está en el aire. Y que ni siquiera se le recibe. Nuestro presidente, con dos meses y pico en
el Estado, pidió 90 días más a los perremeístas, en su mayoría antiguos
perredeístas, lo que sorprende la paciencia y espera exhibidas.
Se entiende que el jefe de Estado hace
recortes para que el presupuesto del año entrante sea lo menos deficitario,
pero economistas coinciden en que esas medidas son insuficientes, porque el
aparato productivo estuvo paralizado –todavía hay sectores sin producir y otros
operan parcialmente-- y no se vislumbran
perspectivas para recomponer al turismo siquiera en un 50%, nuestra principal
fuente de divisas en el pasado reciente, y que la única alternativa del
Gobierno es seguir tomando préstamos
internacionales, lo que compromete seriamente el futuro del país.
Hay quienes sostienen la tesis que el PRM
no ganó las elecciones del 5 de julio, sencillamente el PLD la perdió, porque
la población se hartó de sus excesos y lo sacó del poder político. Pero se ha
presentado una gran oportunidad para convertir al PRM en una organización
fuerte, la cual se está desaprovechando mediante conductas gubernamentales que
podrían descartar a esa organización para el futuro inmediato.
Ante un liderazgo opositor desacreditado
al PRM se le brinda la oportunidad de permanecer en el poder durante varios
períodos, pero esa entidad es objeto de un atentado de desarticulación
gubernamental, que solo la rebelión de su militancia y el surgimiento de un
nuevo liderazgo podría salvarla de un rol vergonzoso en un próximo certamen
electoral.
Para dotar de empleo a los perremeístas se les ha hecho creer que su
situación depende de la normalización de la economía y esta de la pandemia, la verdad es que no hay fecha
ni para una cosa ni para otra. Ni siquiera los grandes científicos, focalizados
en el estudio del coronavirus, tienen idea del fin de esta tragedia sanitaria.
Estamos en presencia del primer precedente
en la historia social dominicana donde un partido es favorecido con el voto
popular, porque la gente se cansó del PLD, y sus dirigentes y militantes no
pueden acceder al poder. Los casos que se conocen son parciales y producto de
divisiones registradas en el Partido Reformista, en el PRD y finalmente en el
PLD.
Por el momento en el PRM no hay división
ni se conocen grupos antagónicos, pues no hay una línea de exclusión hacia los
seguidores del expresidente Hipólito Mejía, la exclusión es institucional, casi
colectiva y a todos los niveles.
En ese sentido, es lógico que haya
disgustos, pero muchos dirigentes del PRM prefieren optar por el silencio, al
pensar que enfrentar la situación que vive el partido equivale a descartarse
para un puesto público. Esa espera, sin embargo, tiene un límite y ya para los
primeros meses del año entrante podría estallar una crisis en el Partido Revolucionario
Moderno.
Una crisis en el PRM sería fatal para el
gobierno de Luis Abinader, el cual toma medidas populistas, creyendo que
sumaría apoyo de la población, pero en la población todo el mundo está definido
políticamente y sería la oposición la que sacaría capital político a cualquier
malestar entre los perremeístas. Un gobierno es fuerte en la medida en que
tenga un apoyo fuerte, pero si empieza debilitando su propia base de
sustentación está destinado al fracaso prematuro.
La oposición solo está a la espera del intento de privatización de algunas empresas públicas, lo que está en agenda gubernamental a través del Consejo Económico y Social, un organismo dependiente del Ministerio de la Presidencia y con serias distorsiones legales en su composición, para estimular estallidos sociales.
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