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Primero guerra civil, luego guerra patria

 

Por Manuel Hernández Villeta.

ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Para muchos, y sin lugar a dudas para una mayoría, la política ha caído en ser unja piñata de vanidades y de riquezas. Y que no se juegue a las palabras, ni al idioma, que para los oportunistas no hay diferencias entre política y partidismo.

El único signo visible es que si se llega al gobierno, habrá cargos, prebendas y facilidades. La política-partidismo  se asocia a la corrupción, porque pocos están para sacrificarse y luchar por las grandes mayorías, y más bien, se suda en los mítines pensando en el futuro personal.

Un teórico de café puede argüir que la política es una ciencia, pero para el hombre sencillo que va con una banderola al hombro la única ciencia imaginable es la de vivir bien y salir de la miseria. El partidismo desenfrenado  hoy, es un cáncer que carcome la conciencia nacional.

En estas vorágine de sálvese quien pueda y de aplastar al que queda más cerca, los mayores beneficiados son los que no se ensucian la suela de los zapatos con lo que consideran el cieno de la actividad partidista. Se creen por encima de los que militan  y juegan al neoliberalismo.

Acomodan el mote de sociedad civil, para tratar de diferenciarse de la gleba. Le dan significado al término político. Dicen que son políticos y que todos somos políticos, pero ven como la llegada del diablo que se le hable del partidismo.

Sin embargo su símbolo es ser peón del sector empresarial y narigonear a los gobiernos, sin haber hecho caravanas. Estamos camino de la disociación social. No hay en lontananza ni pobladas, ni revueltas, ni revolución. El mes de abril ha sido símbolo, no de nuevas realidades.

Fecha de Guerra Patria y de poblada que se quedaron a medias. Ambas condenadas por circunstancias y coyunturas  donde el poder imperial  exhibía más músculos  en la correlación de fuerzas y podía aplastar todo a su alrededor,

En una polémica entre los intelectuales de café, los que son guerrilleros sin montaña y sin uniforme, los que nunca han tomado el fusil y hablan de guerra permanente. Hoy debaten si la de abril fue una revolución o una revuelta.

Los hechos de abril del 1965 fueron  acciones sociales y políticas que no pueden ser enmarcadas por el diccionario de la lengua española. El sentir popular bautizó como una revolución los hechos de abril del 1965 y no como una revuelta.

Bajar la categoría al 24 de abril es entrar en un debate histórico, tal vez muy necesario, donde se debe determinar una realidad: La revolución del 65 fue derrotada en lo político y lo militar. Ni una revuelta ni una revolución.

Abril del 1965 fue primero una guerra civil y luego una  Guerra Patria. Fue la respuesta unitaria y popular del pueblo dominicano a los que violentaron su deseo de tener un gobierno democrático. No solo se esfumó el  triunfo, se mordió el polvo de la derrota y se suspiraron los  efectos colaterales, pero se dio el aviso de alerta: Aunque olvidó donde están sus escarpadas montañas, el pueblo dominicano sabe cómo responder cuando se atenta contra su democracia y su institucionalidad.

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