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Por Rafael Peralta Romero.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El Ministerio de Educación
Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt) y la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña
han organizado el Concurso Anual de Lectura para Estudiantes Universitarios, el
cual incluye premios de hasta cien mil pesos. Aquí expongo algunas ideas de las
que expuse en el acto de lanzamiento del concurso, efectuado el 25 de agosto
pasado.
Resultan privilegiados los estudiantes convocados a este
concurso. Además de los placeres y beneficios que reporta la lectura, se les
están ofreciendo premios en dinero y apoyo para realizar estudios de grado y de
posgrado, es decir, recibir pagos materiales por leer.
No olvidemos que por encima de los cien mil pesos que pueda
recibir un estudiante, ganará primero -como todos los participantes- la gracia
de ampliar su visión del mundo y de la sociedad, ganará el enriquecimiento de
su léxico y adquirirá libremente el complemento necesario para la formación
profesional que ofrecen los manuales didácticos y las cátedras de los docentes.
Juzguemos este certamen con la valoración que conlleva, pues
es justo considerar que se trata de una propuesta altamente motivadora, ya que
un estudiante universitario debe estar convencido de que la lectura es un
recurso indispensable para su crecimiento profesional. Leer, apreciados
muchachos, es un privilegio, y desde luego, que te ofrezcan el libro y te
paguen por leerlo es una doble prerrogativa.
Vale decir a los futuros profesionales que hubo un tiempo en
el que los estudiantes universitarios veíamos los libros en los estantes de las
librerías con gusto similar a como mira un mendigo la comida que se ofrece en
una vitrina sin tener acceso a ella. Comprar libros ha representado para el
estudiantado, en muchos casos, aspiraciones frustradas, ansias no satisfechas.
En muchos pueblos de la República Dominicana la situación era
más grave que en la capital y otras urbes, dado que ni había librería para
venderlos ni biblioteca para prestarlos. Entonces algunos jóvenes, sobre todo
en los pueblos, concibieron una forma para saciar el apetito de lectura:
consistía en adquirir cada uno un texto y hacerlo circular entre todos, de
manera que 10 muchachos podrían disfrutar igual cantidad de libros habiendo
adquirido solo uno.
La carrera universitaria es una competencia y como toda competencia requiere entrenamiento, sin duda que la lectura voluntaria, pues obligatoria no reporta placer, es un ejercicio clave para mantener la mente en forma, como los atletas lo hacen con los músculos. Sin duda alguna, el estudiante que se ejercita con la lectura deberá aventajar grandemente a quienes se sumergen en la inercia intelectual y mantienen el cerebro de vacaciones. Vamos a leer, vamos a ganar.
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