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Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO (17/08/2023).- Antes del 6 de octubre de 2019, fecha en que se celebraron las primarias y quedó sellada la división del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), todas las encuestas científicas atribuían mayoría a esa organización política para retener el poder en la contienda comicial de 2020.
Sin embargo, las diferencias
personales de los dos principales líderes impidieron entendimiento, se
formalizó separación y ese acontecimiento benefició al Partido Revolucionario Moderno (PRM), principal de la
oposición.
Al concretizarse la división, toda la esperanza de triunfo del PLD estuvo cifrada en el fraude, al controlar la Junta Central Electoral y todos los demás poderes del Estado, aparte de que disponía del Presupuesto de la Nación para la compra sin reparo de lo que haya que comprar.
Pero las abultadas elecciones municipales de febrero de 2020 fueron un
ensayo grotesco, que se revirtió contra los autores intelectuales y materiales,
provocó levantamiento de la juventud dominicana y protestas en todos los
residenciales y barrios del país. La Embajada Americana puso su alerta y no
hubo otra alternativa que la celebración de un torneo libre.
Ningún analista político objetivo
podía anticipar la división del PLD, pero tampoco el levantamiento que generó
la patraña municipal de febrero de 2020. Esas razones llevan a pensar que no
hay nada definido en torno a los resultados del certamen de 2024, que muchos
aspectos caen en el campo de la especulación. Todavía están pendientes, en los
meses por venir, una serie de eventos políticos, como son la celebración de
primarias (particularmente en el PRM) y eventuales acuerdos o concertaciones,
entre otros acontecimientos que no se pueden identificar.
Es verdad que la gente del Gobierno
ha venido corriendo con ventaja muy evidente, con miras a los certámenes del
año entrante, pese al alto costo de los productos de la canasta familiar, la
tarifa eléctrica, la inseguridad ciudadana y el éxodo de nacionales haitianos
hacia territorio dominicano, en gran medida, esto último, por la mafia militar
fronteriza y por los consulados dominicanos en Haití que hacen su agosto. Esa
condición de puntero de los gobiernistas obedece, sin embargo, a la falta de
unidad de los dos bandos del peledeísmo, a la lucha anticorrupción que
desarrolla el Ministerio Público, a la compra masiva de peledeístas, a la
multimillonaria inversión en publicidad, en bocinas (nuevas y viejas), así como
al incremento de los planes de asistencia social hacia la gente pobre y de
menor escolaridad.
Desde la óptica del suscrito, la
sensación de debilidad que oferta la oposición, sin capacidad siquiera para la
concertación de una alianza municipal en todo el país, contribuye a que el PRM
esté coqueteando, en los últimos meses, con el 50%. Hay firmas que le otorgan
un número mayor, otras dan algo menos. En el peor escenario el PRM está por
encima del 45%, cifra que se convierte en mayoría absoluta al momento de
sufragar, porque se suman indecisos y además solo se computan votos válidos
emitidos, los abstencionistas solo se registran en las encuestas.
Pero cuidado con la comisión de
errores. El triunfalismo, considerarse dioses y pensar que no se necesitan a
las minorías internas, del PRM, para ganar, pueden convertirse en el principal
adversario de los inquilinos del Palacio Nacional.
Miles de perremeístas deambulan sin empleo
después de tres años del cambio, mientras sus vecinos del PLD, en todos los
barrios, ocupan los cargos y a diario son nombrados opositores de ayer; y
pensar que Guido y Ramón no representan nada y lo que procede es darles “bola
negra” antes y después de las primarias de octubre puede resultar fatal.
No sé cuáles porcentajes tienen Guido y Ramón juntos en el PRM. Podrían
sacar un 20, en el peor de los casos un diez. ¿Usted cree que no se necesita
ese 20 o ese 10? Particularmente ceo que se necesitan esos votos, los votos
nunca sobran. Juan Bosch, en 1990, pensó que le sobraban sufragios y rechazó
los apoyos incondicionales de Peña Gómez y Jacobo Majluta, el primero obtuvo un
24 y el segundo un 7%. Ahí se confirmó, de forma definitiva, que ese caballero
evadía el poder político.
Es difícil, por no decir imposible,
que Luis Abinader pierda las primarias del PRM en octubre. Lo controla todo, incluyendo
el Presupuesto de la Nación, cuyo uso, directo o indirecto, no hay formas de
evitar en un país con débiles instituciones. Pero para que Abinader celebre,
después del evento interno, tiene que ganar con el 95%. Es una derrota obtener
un 80 (un 70 sería una catástrofe), porque el 20 o 30% que no sufrague por él
podría ser su sepultura electoral en mayo, en la medida en que no se siente a
negociar, posibilidad remota, si se parte del menosprecio exhibido hasta el
momento hacia las minorías internas.
Abinader puede lograr su reelección,
es muy posible hasta el momento, pero no puede darse el lujo de restar un solo
voto del PRM. En el hipotético caso de que hoy día se cuente con el 50%, no
significa que anda con ese número en los bolsillos.
Hay una franja del PRM que se siente
excluida, que solo su objeción al pasado del PLD, el supuesto retroceso, ha
impedido su salida, pero se trata de personas que solo están esperando el mes
de octubre para asumir una posición definitiva en torno al certamen comicial de
mayo del año que viene. No se puede obviar que, en la práctica, los tres
partidos son la misma cosa: sin ideología, sin principios, sin nada.
Se trata, en apariencia, de
aritmética elemental. Ejemplo: ¿Si usted tiene 50 y le quitan 10, ¿Cuánto le
quedan? De seguro que respondería 40, pero necesariamente no es así. En
política dos más dos no es igual a cuatro. Y posiblemente ese 10 terminaría
siendo un 20 si se suma a otra opción política. En nuestro escenario hay tres
fuerzas políticas que vienen marcando en todas las encuestas, las cuales suben
y bajan dependiendo de las circunstancias, las cuales pueden ser favorables
como desfavorables.
Indistintamente del eventual
comportamiento que puedan exhibir la Fuerza del Pueblo y el PLD en lo que resta
de año, todo indica que el evento más importante a ocurrir son las primarias
del PRM, máxime con la rebelión de último momento que escenifica Hipólito
Mejía, ante los obstáculos que le vienen poniendo a su hija Carolina Mejía, una
carismática dama que en la actualidad se desenvuelve como alcaldesa del
Distrito Nacional y que es objeto de un cerco político de sectores oligárquicos
que están recostados de la teta del presente Gobierno.
Minimizar la conducta política de Hipólito es un peligro en potencia, porque es un viejo político marrullero, que está vinculado estrechamente a Danilo Medina, un estratega silencioso y tejedor de la sombra. Si el jefe de Estado no actúa con prudencia, humildad y no comparte el pan de forma equitativa (considerando la forma en que se llegó al poder y valorando el sacrificio de todos), le pueden construir una mayoría electoral por otro lado. Y le iría muy mal desde la oposición.
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