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Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA DIGITAL,
SANTO DOMINGO (03/04/2024).- En el ámbito político mundial se han registrado grandes sorpresas
electorales, pero en ningún caso con una diferencia tan amplia entre los que
ocupan el primer y el segundo lugar, con la agravante de que la oposición en
nuestro país califica de alianza a algo que no es tal, porque cada organización
acudiría al certamen del 19 de mayo de forma individual en lo presidencial,
apostando a una segunda vuelta que tanto los resultados de las municipales de
febrero como entregas recientes de prestigiosas firmas encuestadoras la
descartan.
En la República
Dominicana, diferente a otros países, inclusive de la región, no hay tradición
de balotaje o segunda ronda, todos los procesos electivos se han definido en el
primer intento, exceptuando el torneo de 1996, con características muy
especiales, porque el escenario político contaba con tres grandes líderes y
tuvieron que unirse Balaguer y Bosch (adversarios, no enemigos) para imponer a
Leonel Fernández, quien ganó por apenas 2.5% a José Francisco Peña Gómez, un astro político
que brillaba desde el 24 de abril de 1965, cuando llamó al pueblo a reponer al
destituido gobierno constitucional del PRD.
Las posibilidades de segunda vuelta electoral, en esta ocasión, oscilan entre remotas y nulas. Y el reciente acto con la prensa, del pasado lunes 25 de marzo, de la denominada Alianza Rescate RD, si bien no le resta, tampoco le suma nada.
Para que haya sumatoria de adeptos tenía que producirse el anuncio de dos aspirantes presidenciales declinando a favor de uno, un acontecimiento que resultaría tardío, porque los plazos de alianza otorgados por la Junta Central Electoral vencieron y las fotos de los candidatos sacrificados, de todas maneras, aparecerían en las boletas de sus respectivos partidos.
Se percibe como un
encuentro forzado, con la única intención de presentar en un mismo lugar a
Leonel y Danilo, dos personas que colocan diferencias personales por encima del
interés de desplazar del poder a Luis Abinader. Ese mismo día el doctor
Fernández publicó un artículo en el Listín Diario intitulado “El PRM: En reino
de la dinerocracia”. Si bien su escrito no está mal para sus propósitos, el
mismo no resiste un desglosamiento analítico, por la manipulación y
retorcimiento de datos.
El presidente
Fernández dice que el PRM apenas alcanzó un 22% en las municipales, que “el 78
por ciento restante se abstuvo o votó en su contra”. El cálculo cae en lo
absurdo, como absurdo es pretender inferir que todo el que no acudió a sufragar
es contrario al partido de gobierno. Del padrón de la JCE se excluye el
porcentaje que reside en el exterior, que no vota en el país. Y el informe
oficial que ofreció la junta señala que la abstención fue de un 54%, que acudió
a votar un 46%, un punto menos que en las municipales de 2020.
Además, el PRM, como
partido, sacó un 49%; las organizaciones aliadas sumaron cerca del 11%, por lo
que esa coalición se aproximó al 60%. Ese 60% se desprende de los votos válidos
emitidos. No se puede hacer suposiciones en el sentido de que los abstencionistas
favorecerían a tal o cual partido. ¿Cómo determinarlo?
El informe final de la
JCE le ofrece a la Fuerza del Pueblo un 14.5%. Se cree que Leonel Fernández
pudo jugar un mejor papel, pero en el municipio más grande, Santo Domingo Este,
mantuvo como candidato a alcalde a Julio Romero, pese al rechazo enorme de ese
caballero y las múltiples advertencias de error hechas desde medios escritos,
electrónicos y redes sociales. Si los demás candidatos de la Fuerza del Pueblo
tenían similar perfil (o un buen porcentaje), entonces hay que colegir que su
oferta electoral no fue atractiva, aparte de que se dice que Leonel Fernández
carece de estructura en muchas localidades.
Es un derecho que le
asiste a un líder político nacional el quejarse por el uso de dinero del
contribuyente en un proceso electoral. El argumento es válido y nadie debía
justificar uso de recursos estatales en una campaña. Pero el doctor Fernández
protesta cuando le dan de la misma medicina que él supo dar a sus opositores en
el pasado. El “éxito” de los 20 años de gobierno del PLD descansó en el dinero
del erario. En el año 2012 vino una comisión del Fondo Monetario Internacional
y su jefe, Przemek Gajdeczka, acusó a Leonel de provocar un déficit fiscal de
120 mil millones de pesos, solo para garantizar el triunfo electoral de Danilo
Medina.
El presidente
Fernández habla, en su artículo, de deterioro institucional, pero olvidando que
en la época en que le tocó gobernar se enviaba a un peledeísta a dirigir cada
corte. Es así como se quita a Jorge Subero Isa para poner a Mariano Germán en
la Suprema Corte de Justicia, de la misma forma se designó a Roberto Rosario en
la Junta Central Electoral, un cuadro histórico del PLD. El propio Fernández
sabe que el “triunfo” de Danilo Medina no fue claro en 2012. Y hubo persecución
militar en todo el país contra dirigentes del PRD.
Esa persecución la
encabezó el general Juan Gerónimo Brown Pérez. Hasta el propio Pedro de Jesús
Candelier, con fama de valiente y que apoyaba a Hipólito Mejía en esa ocasión,
tuvo que salir huyendo y nunca se supo su escondite exacto. Los medios informativos
reseñaron palabras textuales de Browun Pérez, al expesar: “¡Déjenmelo a mí!”
La compra de cédulas y excesos militares
fue enorme. La institucionalidad democrática sufrió un deterioro sin
precedentes. Total: el presidente Fernández lo que hizo fue afilar cuchillo
para su propia garganta, al imponer a Danilo Medina en desmedro de Hipólito
Mejía, un hombre, como este último, que todo lo coge a chercha.
“Nadie apunta en una agenda los favores recibidos”, dijo Séneca.
Y Danilo Medina en vez
de agradecer a Fernández, sacó a relucir su rencor del año 2007, cuando fue
derrotado en el congreso peledeísta. “El Estado me venció”, fueron sus breves
palabras, procediendo a un prolongado bajo perfil, ausentándose de la campaña
del 2008, para tejer desde la sombra con miras al futuro. Es bellaco.
Durante el período
2012-2020 Fernández fue víctima de una campaña de descrédito moral,
provocándole un alto rechazo en el electorado, fue despojado del control del
PLD, le quitaron las altas cortes, fue humillado con una reforma constitucional en 2015 y el 6 de
octubre de 2019 le impusieron fraudulentamente a Gonzalo Castillo como
candidato presidencial, en unas primarias, organizadas por la JCE, en las que
se votó hasta entrada la madrugada del día siguiente, en violación a las leyes
15-19 y 33-18.
La realidad es que después de los resultados de las elecciones municipales de febrero pasado, más lo que revelan las firmas encuestadoras de prestigio, empezando por la Gallup, la percepción que reina en el electorado es que el PRM gana en primera vuelta y por amplio margen. Así piensan hasta aquellos que no van a votar o que van a votar en contra del PRM.
He sido un crítico de
la presente administración gubernamental y en el PRM apoyé a Guido Gómez
Mazara, quien sacó un 6% en las primarias de esa entidad política. Ese 6% se
convertiría en un 12% si el dirigente del PRM se hubiera separado de esa
organización, pero su coherencia y convicción social demócrata pesaron
demasiado y optó por el sacrificio. El presidente tuvo la correcta visión de
sumarse no solo los votos de Guido, sino hasta el 2% que recibió Ramón
Alburquerque, que también si se iba ese dos finalmente resultaría ser un 4%.
Algunos de los jóvenes
que activan desde la cúpula del PRM saben que antes de octubre Luis Abinader no
tenía el 50% y hoy coquetea con el 60%. De todos modos, es innegable que el
jefe de Estado exhibe prudencia y equilibrio. Originalmente fue un gran subestimado,
pero eso le convino. Después que le ganó dos convenciones a Hipólito Mejía 80 a
20 fue que empezó a recibir respeto, inclusive entre algunos de sus compañeros
que expresaron burla en su contra con el fin de resultar graciosos a otros
líderes del PRD. Y al llegar al poder se produjo el corre el corre hacia él de
personas de todos los litorales políticos que no saben estar abajo, que son
apegadas al presupuesto de la nación.
Sin embargo, la
oposición --si dos de sus líderes no tuvieran egos tan elevados— pudo muy bien
entre octubre y noviembre de 2023 crear un amplio frente con boletas comunes en
los tres niveles y recorriendo el país con un candidato presidencial único. Esa
hubiera sido una real alianza con posibilidades de triunfo, porque muchos de
los peledeístas que se fueron al PRM hubieran retornados y los empresarios
invierten en un proyecto con posibilidades. Los números de las municipales
fueran otros.
Pero ante líderes
opositores que no tienen acuerdo, con un frente donde cada cual acude de forma
individual, donde reina la desconfianza, la enemistad y rostros con dibujo de
derrota, en el país no puede producirse evolución importante alguna con miras al
certamen comicial del 19 de mayo venidero.
El triunfo de Abinader ya luce inevitable, aunque falte 48 días para el proceso. Y el debate electoral en agenda, gane quien lo gane, no alteraría nada.
Un hombre como Leonel Fernández, que fue presidente durante 12 años y con la brillantez intelectual que todos le reconocemos, es para haber dado continuidad al legado de Juan Bosch en término ético, estimulando las escuelas de formación política y un mayor nivel educativo y de conciencia en la población dominicana, pero negó el 4% del PIB a la educación pública y fue bajo la dirección del PLD que se crearon los planes de asistencias sociales vigentes, que no tienen nada de nocivos, pero se usaron con fines electorales. Siempre se hizo el cruce del padrón con aquellos que percibían las migajas. Se sabe que la tarjeta supérate, el bonogas y bonoluz, como otros bonos y becas se usan para beneficio electoral de quien otorga. Si eso es malo, entonces fue malo siempre.
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