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Ing. Hipólito Mejía |
He sido, soy y seré un hombre transparente. No
tengo temor ni vergüenza para hablar de los temas más variados, ni asumo
poses, y en especial cuando los temas tienen que ver conmigo, que soy
un político y un hombre público. Mi forma de ser la conoce todo el
mundo, lo mismo que mi trato con las personas de la calle, con mis
compañeros del partido o con mi familia.
Quiero decir que no soy un hombre simulador ni me ando con veleidades
ni amaneramientos para parecer lo que no soy. Además, de la misma forma
que asumo mis responsabilidades en los temas familiares y personales,
también los asumo en la vida política e institucional de mi país. Amo a
mi familia, quiero a mi pueblo y doy lo que no tengo por mi Patria.
Estoy en la política para hacer el bien, para aportar a mi país, para
contribuir a impulsar el desarrollo. Tengo propuestas y estoy dispuesto
a asumir posiciones. Muchas las asumo, con total transparencia,
anticipándome en el tiempo a lo que me sugieren los asesores. Por
ejemplo, recientemente he dicho con mucha claridad que el país deberá
revisar los acuerdos de libre comercio con Centroamérica, o que pese al
cariño que tengo por Taiwán, por su gran apoyo a la República
Dominicana, el gobierno está obligado a plantearse la posibilidad de
abrir relaciones diplomáticas con China Popular.
Hago esta introducción para terminar de una vez y por todas con un
tema que mis adversarios quieren utilizar ahora, más como rumor y como
daga traicionera, que como preocupación por salud, como la pueden tener
muchos dominicanos y dominicanas, en especial mi familia. Me refiero al
tema de mi operación de la próstata, que fue realizada exitosamente el
pasado 23 de noviembre y que dejó de ser una inquietud para mi, mi
familia y mis colaboradores más cercanos en el Partido Revolucionario
Dominicano.
No he tenido cáncer ni tengo cáncer y tomé a tiempo las decisiones
que debía asumir, al someterme a un proceso quirúrgico el pasado
noviembre con los doctores Octavio Cruz Pineda y Víctor Atallah. Tenía
mis molestias, normales en hombres de mi edad, fui sometido a múltiples
análisis y todos determinaron que estaba a tiempo para evitar cualquier
contingencia en las glándulas prostáticas.
Me ofrecieron tres opciones, y asumí la más radical, que fue
practicarme con tiempo una cirugía. Varios amigos, compañeros de partido
y hombres públicos conocidos, contemporáneos míos, pasaron por
situaciones parecidas. Siempre aconsejé la intervención quirúrgica a
quienes me pidieron opinión. Creo que con esas cosas no es posible
andarse con medias tintas,y cuando me tocó tomé la decisión, en especial
pensando que entraría en un proceso político arduo y demandante de
tiempo y esfuerzo, como era una campaña electoral interna en el PRD y
posteriormente una campaña electoral presidencial.
Tuve razón. Nunca más he tenido molestias. Me he realizado los
análisis de rutina, tanto en el país como recientemente en Estados
Unidos, donde estuve en labores de mi campaña electoral. Todo ha
resultado a pedir de boca y me encuentro en perfecto estado de salud.
Para tormento de mis adversarios políticos ese no es un tema de
preocupación para mí, ni para mi familia y menos para mis compañeros de
partido.
Escribo estas líneas para dar la cara como lo he hecho siempre. Doy
explicaciones sobre mi salud sin que me la pidan, porque me creo
obligado a decir a mi pueblo, a mi partido, a mis seguidores, que no
tengan miedo, que estoy en excelentes condiciones y que pocos hombres a
mi edad pueden llevar, como lo hago, una rutina de por lo menos 16 horas
de trabajo político todos los días, sin descansar los fines de semana.
Mi compromiso con mi partido y con mi país es demasiado grande para
que estos detalles me hagan retroceder o me quiten el entusiasmo. Los
adversarios que se encargan de propalar rumores se empequeñecen con sus
mentiras. Estoy convencido de que harán cosas como estas y muchas más,
probablemente peores, pero digo que estoy preparado emocionalmente,
aunque siento pena por los niveles de vileza a los que algunos pueden
rebajar la actividad política.
Tengo un programa de trabajo que no otorga concesiones. Mi actuación
en la calle, en los barrios, en los pueblos, en las provincias, en las
regiones, las desempeño de cara al sol. Soy un hombre lleno de
vitalidad, jovial, con un temperamento bendecido por Dios, porque es lo
que más se parece a mi pueblo y es precisamente una de las formas que la
gente más aprecia de mi, por mi sinceridad, autenticidad y capacidad de
acción, sin desdoblarme ni asumir poses, como la hacen mis
contendientes en esta campaña electoral.
No tengo nada que ocultar. He dicho que estoy dispuesto a debatirlo
todo y que estoy preparado para asumir la responsabilidad de conducir la
nación para restablecer el orden, enderezar las actuaciones del
gobierno, poner el país a producir, reducir el endeudamiento externo,
pisotear la corrupción en el gobierno y someter a la acción de la
justicia a todo aquel que se compruebe que comete actos indebidos con
los fondos públicos.
El país necesita gente de decisión en el gobierno, y esa gente de
decisión está conmigo, bajo mi mandato y con una idea muy clara de
corregir todas las diabluras que se han hecho en los últimos años para
favorecer a una claque de peledeístas que no piensan en otra cosa que en
su particular enriquecimiento, pese a que con ello saben que hunden en
la miseria a la población, al tiempo que sepultan los ideales de los
líderes históricos en los que dijeron creer.
Mi salud es un tema zanjado. Los médicos han dicho que no tengo
ninguna afección de la que deba preocuparme y que mis actividades
políticas no ponen en entredicho mi capacidad de moverme, de viajar, de
hablar con el pueblo. Y a quien tenga dudas le invito a seguirme los
pasos, con sinceridad y transparencia.
Creo que estas explicaciones, que van más allá de lo que toca
estrictamente a mi salud, deben tranquilizar a los que se han dejado
llevar por cantos de sirena, permitiendo que la confusión nuble su
entendimiento y duden de mi posibilidad de llevar al PRD otra vez al
poder. Pues les digo, con claridad, con transparencia, con honestidad,
como siempre lo he hecho, que apuesten a mí, porque el país saldrá del
terrible momento que vive con todos los desmanes a que ha sido sometido
en los últimos ocho años.
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