SANTO DOMINGO, República Dominicana.-
Dedicaré este artículo al periodista Cristóbal Deschamps porque defiende con “preocupación caprichosa” sus ideas y
muestra cierta extravagancia por el buen
uso de la lengua española. ¿Es eso una manía?
Recientemente compartimos en el
Centro Cultural de las Telecomunicaciones, y mientras yo insistía en
preguntarle su opinión sobre la palabra
/melómano/, Deschamps me respondía que
nunca emplea la palabra /empleomanía/.
¿Tú crees que es un elogio decir de
alguien que es un melómano?, le pregunto. El apreciado colega no responde de inmediato y apunta que
/empleomanía/ es el afán con que se codicia un empleo público.
La actividad no iniciaba porque se
esperaba al presidente de Indotel, el licenciado Gedeón Santos, un joven culto y afable, pero
que ese día mostró síntomas de “leonelmanía”, un trastorno de la conducta que consiste en llegar tarde
donde lo están esperando.
El Diccionario de la RAE atribuye al
sustantivo /manía/ tres acepciones: 1. f. Especie de locura, caracterizada por
delirio general, agitación y tendencia al furor. 2. f. Extravagancia, preocupación caprichosa
por un tema o cosa determinada. 3. f.
Afecto o deseo desordenado. Ejemplo: Tiene manía por las modas.
Pero /–manía/ se ha venido usando también como un elemento
compositivo para formar nuevas palabras
adicionándolo a otras ya existentes en nuestro idioma. Ejemplo: modamanía, bibimanía, sexomanía.
Como avance a la 23ª edición del
Diccionario escrito, la versión en línea señala tres significados para el
sufijo –manía, algo definitivamente curioso.
Veamos: 1. elemento compositivo. Significa 'inclinación excesiva'.
Ejemplo: Grafomanía (Manía de escribir o componer libros, artículos,
etc.). 2. elemento compositivo.
Significa 'impulso obsesivo' o 'hábito patológico'. Ejemplo: Piromanía (Tendencia patológica a la
provocación de incendios) y
toxicomanía (Hábito patológico de
intoxicarse con sustancias que procuran sensaciones agradables o que suprimen
el dolor).
Melomanía. Es definida como “Amor
desordenado a la música”. ¿Entonces es una patología? Que responda el doctor
César Mella. A nadie desagrada que lo llamen “melómano”, y hay que
descartar intención ofensiva en quien lo diga.
Pero lo excesivo, como lo obsesivo, nunca es bueno.
Diferente será que digan de alguien que padece
/megalomanía/, lo cual consiste en manía
o delirio de grandezas, y por tanto es /megalómano/ quien padece
ese trastorno.
Entre amigos y familiares se tolera
dulcemente la comprobada /mitomanía/ de algún relacionado. A veces hasta se
celebran las hazañas o propiedades que se atribuye el /mitómano/. Mitomanía
consiste en una tendencia morbosa a desfigurar,
engrandeciéndola, la realidad de lo que se dice. El mitómano siempre juega un
rol protagónico.
Se llama /ninfomanía/ (De ninfa y manía) a la condición de algunas
mujeres caracterizadas por un marcado
furor uterino, lo cual puede considerarse una desviación sexual, porque no es
lo normal.
En toda manía, sin duda, hay algo de
excesivo y de obsesivo.
El autor es periodista, escritor y
profesor universitario.
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