ATMĆSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- En la reuniĆ³n ordinaria bimestral de
septiembre de 2015, nosotros los Obispos que conformamos la Conferencia del
Episcopado Dominicano (CED) decidimos, con motivo del dĆa Internacional Contra
la CorrupciĆ³n, recordar a la naciĆ³n
dominicana algunos pronunciamientos sustraĆdos de los diferentes documentos de
nuestro magisterio. Hemos escogido tres, justamente de los aƱos 1975, 1995 y
2015. Agregamos, ademĆ”s, un texto de la Bula del Papa Francisco “Misericordiae
vultus” (El rostro de la misericordia), en el que alude al tema de la
corrupciĆ³n e invita a la conversiĆ³n.
1- Mensaje
de los Obispos de diciembre del 1975
“Es lamentable tener que confesar
que, entre nosotros, la corrupciĆ³n va llegando a adquirir niveles indecibles.
Casi todo lo invade y lo que es peor va obteniendo carta de impunidad y de
descaro pĆŗblico. No es algo que se trama a la sombra, se consigue ocultamente y
se disfruta con disimulo al revƩs, se trama a gritos, se consigue a la luz
pĆŗblica y se disfruta con ostentaciĆ³n y provocaciĆ³n, sobre todo de los que nada
o muy poco tienen, o puede tener, en este paĆs, tierra de todos”.
“En la administraciĆ³n pĆŗblica la corrupciĆ³n es mĆ”s execrable, ya que el
empleado del Estado es un servidor del pueblo y administrador de bienes
comunes, cuya obligaciĆ³n primordial es servir administrando o administrar
sirviendo. Ćl estĆ” ahĆ en nombre de los propietarios –los ciudadanos todos de
la naciĆ³n- no para apropiĆ”rselos, ni para malversarlos, ni para dilapidarlos o
arriesgarlos, ni para beneficiar polĆticas partidistas, sino para defenderlos,
custodiarlos y distribuirlos conforme a sus fines para el bien comĆŗn, con
honestidad e integridad”.
2- Mensaje de los obispos del 27 de
febrero de 1995
“No hay entrevistador, que se nos
acerque, que no nos pregunte sobre este tema. Corruptos individualmente los va
haber siempre, dada la flaqueza y avaricia humanas. Lo inquietante, lo
desgarrador es cuando la corrupciĆ³n se torna “cultura”, modo comĆŗn de un
pueblo, estilo de vida, de enfrentar la existencia, de resolver problemas
fundamentales. Es nuestro caso” (N.26)
“La honestidad e integridad es una
exigencia de la mera Ć©tica natural. Y para los catĆ³licos es ademĆ”s una urgencia
ineludible de su fe viva. No se puede ser hijo de Dios y hermano de los que nos
rodean con un corazĆ³n corrupto. Decir que amamos a Dios y al prĆ³jimo y
practicar
la corrupciĆ³n es algo contradictorio,
es negar claramente con las obras y la vida aquello que proclamamos fƔcilmente
con palabras mentirosas” (n.30).
“El mejor remedio para la corrupciĆ³n
es la conversiĆ³n, sincera y profunda, a Dios. Pero, dado que este remedio es
interno y personal y que, por otro lado, el mal de la corrupciĆ³n se ha
enquistado ya en el alma nacional, es inaplazable ya una legislaciĆ³n severĆsima
sobre la corrupciĆ³n en todas sus modificaciones y un castigo riguroso y
ejemplar a cuantos mancillen o pisoteen esa ley” (N.31).
3- Mensaje de los Obispos del 27 de
febrero de 2015
“Siempre nos ha preocupado el fenĆ³meno
de la mentalidad de corrupciĆ³n en el campo de la administraciĆ³n, tanto pĆŗblica
como privada. La mayorĆa de nuestros polĆticos invierten sumas millonarias en
las campaƱas electorales con el fin de alcanzar puestos pĆŗblicos donde se
manejen fondos del Estado para luego multiplicar su inversiĆ³n econĆ³mica. Por su
parte, las grandes empresas y negocios apoyan las campaƱas de los partidos y
candidatos que tienen posibilidades de subir a los puestos pĆŗblicos. Lo hacen
con el propĆ³sito de que estos a su vez les concedan privilegios tributarios y
les favorezcan con la elaboraciĆ³n de leyes que resulten ventajosas para sus
empresas y negocios. AsĆ la polĆtica es vista mĆ”s como un negocio que como un
servicio al bien comĆŗn. En este juego sucio de intereses polĆticos, los Ćŗnicos
perjudicados son los ciudadanos de la clase media y baja que son la mayorĆa de
la poblaciĆ³n. Con esta mentalidad polĆtica, nuestro paĆs, que es riquĆsimo en
recursos naturales, es al mismo tiempo muy pobre en justicia y equidad, con
terribles desigualdades sociales y econĆ³micas entre los sectores que controlan
el poder y la riqueza y los sectores que componen el resto de la poblaciĆ³n”
(n.26)
“MĆ”s que institucionalizaciĆ³n para el
bien comĆŗn, el Estado se convierte entonces en fuente de inequidad a travĆ©s de
la corrupciĆ³n, que se utiliza no sĆ³lo para el enriquecimiento personal, sino
como una plataforma de financiamiento de la actividad polĆtica. De no
castigarse ejemplarmente los casos de corrupciĆ³n en el Estado, no se podrĆ”
esperar de la mayorĆa de la poblaciĆ³n un uso honesto de los bienes pĆŗblicos ni
una actitud de colaboraciĆ³n en beneficio de la convivencia ciudadana” (n.39).
“Se hacen grandes esfuerzos por
adecentar el aspecto institucional del poder judicial. Pero todavĆa hay mucha
impunidad cuando se tratan casos en los que estĆ”n envueltos polĆticos,
militares, narcotraficantes y gente de dinero. Lo mismo cuando se trata de
atracadores, rateros y ladrones, que en su mayorĆa actĆŗan en contubernio con
autoridades policiales o con polĆticos” (n.55).
“Al aumento de la sensaciĆ³n de
inseguridad colaboran los casos escandalosos de fraudes pĆŗblicos y privados que
quedan impunes en la justicia” (n.56).
4- Mensaje del Papa Francisco
“La palabra del perdĆ³n pueda llegar a
todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno
indiferente. Mi invitaciĆ³n a la conversiĆ³n se dirige con mayor insistencia a
aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su
conducta de vida…
La misma llamada llegue tambiƩn a
todas las personas promotoras o cĆ³mplices de corrupciĆ³n. Esta llaga putrefacta
de la sociedad es un grave pecado que grita hacia el cielo pues mina desde sus
fundamentos la vida personal y social. La corrupciĆ³n impide mirar el futuro con
esperanza porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los
dƩbiles y oprime a los mƔs pobres. Es un mal que se anida en gestos cotidianos
para expandirse luego en escĆ”ndalos pĆŗblicos. La corrupciĆ³n es una obstinaciĆ³n
en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusiĆ³n del dinero como
forma de poder. Es una obra de las tinieblas, sostenida por la sospecha y la
intriga. Corruptio optimi pessima, decĆa con razĆ³n san Gregorio Magno, para
indicar que ninguno puede sentirse inmune de esta tentaciĆ³n. Para erradicarla
de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad,
transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate
abiertamente, tarde o temprano busca cĆ³mplices y destruye la existencia.
¡Este es el tiempo oportuno para cambiar
de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazĆ³n. Ante el mal cometido,
incluso crĆmenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las
personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida
misma. Permanecer en el camino del mal es sĆ³lo fuente de ilusiĆ³n y de tristeza.
La verdadera vida es algo bien distinto. Dios no se cansa de tender la mano.
EstƔ dispuesto a escuchar, y tambiƩn yo lo estoy, al igual que mis hermanos
obispos y sacerdotes. Basta solamente que acojĆ”is la llamada a la conversiĆ³n y
os sometĆ”is a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia” (n. 19”.
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