ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La delincuencia no es una
moda. Es la cara visible de todos los males sociales. No se puede acabar la
delincuencia en un marco de desigualdades humanas. Dónde la mayoría carece de
oportunidades, el violar la ley se convierte en un modo de subsistencia.
La muralla contra la delincuencia tiene que ser romper las
exclusiones y dar participación a todos en los programas de desarrollo. Sin una
política de estudios básicos y técnicos y sin la creación masiva de empleos,
nadie evitará que siga la violencia generada
por antisociales.
Nunca la detendrá el plomo, la macana o la cárcel. Son acciones que en ocasiones necesarias, pero no
es la mejor respuesta al crimen. La justicia no puede aplicar pena de muerte,
porque así lo determina la Constitución. El tránquenlo es una política
demasiada iracunda, que mete miedo a los
que temen de todo, pero no al curtido delincuente.
Tiene que haber una simbiosis entre la prevención social y la
prevención del crimen. El que no encuentra trabajo, no estudia y está
desesperado, es el ideal para integrar a los soldados del crimen organizado. Es
una punta de lanza que se quiebra constantemente, pero cuando cae el
antisocial, hay decenas que están buscando ocupar su lugar.
Las instituciones dominicanas de persecución del delito son
flojas, en ocasiones aceptan el oro corruptor, y casi siempre están plagadas de
necesidades y no le dan plena importancia a cumplir con su trabajo que es ante todo su deber.
Hay que hacer una mezcla de lo que es persecución policial y
acciones de reivindicación social. Las dos tienen que ir hermanadas. Es
necesaria la persecución del crimen y sus responsables ser traducidos a la
justicia. El intercambio de disparos es parte del accionar del poder
institucionalizado que aplica el ojo por ojo de vez en cuando.
Pero no es la delincuencia una moda. No, es el gran mal del siglo 21. Pone de rodillas
a las instituciones, y no por el miedo de enfrentarlos, sino por la carga de
dólares que llevan sus hombros en disposición de dar facilidades a todo el que le haga un
favor.
Hay que seguir profundizando una nueva justicia y una nueva
policía. Ahí están los fundamentos de la persecución del delito. Tiene que
haber una justicia aplicada de acuerdo con la ley, y que la policía sea su
principal auxiliar.
La delincuencia nos arropa. Cualquier lucha para erradicarla
tiene que partir de respetar la dignidad de los pobres. La miseria no debe ser
una vergüenza propia, sino una muestra de la
podredumbre de la sociedad actual.
Los sectores público y
privado tienen que aunar esfuerzos para el lanzamiento de un política de
creación de empleos, cobertura sanitaria
en los hospitales de la red pública, comida a bajos precios y sobre todo
respeto al derecho a la vida, Sin el pan, la salud, la satisfacción de crear
nuevas plazas de empleo, somos un país neo-nato, sin forma ni figura, donde todavía se mantiene la
esperanza de un mundo mejor. ¡Ay!, se me
acabó la tinta.
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