ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La pielonefritis o infección urinaria alta es una
inflamación del riñón que involucra el parénquima renal, la pelvis renal y los
cálices renales. Normalmente, los microorganismos ascienden desde la vejiga
hasta el parénquima.
Existe
mayor prevalencia en mujeres que en hombres, siendo 12,5 casos por cada 10.000
habitantes para ellas y 2,3 para ellos. También varían según la franja de edad:
las mujeres jóvenes, por su mayor actividad sexual, y los ancianos y niños, por
sus cambios anatómicos y hormonales. Además un 1-2% de las embarazadas
desarrollan la enfermedad.
La
pielonefritis es una enfermedad renal crónica causada por una infección
bacteriana que afecta principalmente a los tejidos intestinales de los
conductos y el sistema cáliz-parénquima renal.
Los causantes de la
pielonefritis, en su mayoría microorganismos gramnegativos: Escherichia,
estafilococos, enterococos, Proteus, Pseudomonas aeruginosa, son capaces de
adherirse al epitelio de las vías urinarias, capacidad que dificulta el lavado
de las bacterias por el flujo de orina. También pueden desencadenar esta
afección los virus, hongos y micoplasmas.
Los
trastornos de la urodinámica causados por la urolitiasis, desgarros,
nefroptosis, adenoma prostático y otras afecciones posibilitan la aparición de
la pielonefritis y diversidad de manifestaciones clínicas.
Una
evolución prolongada y poco sintomática de la pielonefritis, con recidivas y
progresiva, se acompaña de un desequilibrio y un déficit inmunológicos y
secundarios y, por norma, necesita una corrección inmunológica.
La
alteración de la homeostasis inmunitaria en los enfermos con pielonefritis
crónica se manifiesta con una disminución absoluta y relativa de linfocitos T,
un descenso de la actividad funcional en cuanto a la elaboración de linfocinas,
un desequilibrio en la subpoblación de linfocitos T.
La
aparición de la insuficiencia
inmunológica en la pielonefritis crónica se debe, muy probablemente, a
la persistencia prolongada de los microorganismos iniciadores de la
pielonefritis en los riñones.
Los
síntomas clínicos y los datos analíticos se manifiestan más claramente en la
pielonefritis aguda, y también en el periodo de empeoramiento de la
pielonefritis crónica. Este periodo, al igual que la pielonefritis crónica,
discurre con aumento de la temperatura, dolor de la región de la cintura,
alteraciones en la diuresis y signos inflamatorios en la sangre.
En la orina
aparece o aumenta la proteinuria, la leucocituria y la bacteriuria. En la fase
de la remisión, sobre todo en el periodo latente, los síntomas son
insignificantes o están ausentes. En el 40% al 70% de los pacientes con
pielonefritis crónica aparece hipertensión arterial.
La
ozonoterapia se emplea como medio antiinflamatorio y antiinfeccioso en el
tratamiento de la pielonefritis.
A
pesar de los datos acerca de que las bacterias gramnegativos son menos
sensibles al ozono que las grampositivas, se ha recomendado la ozonoterapia
como método muy efectivo, sobre todo en los casos que el tratamiento
farmacológico no eficaz.
La
acción bactericida del ozono consiste en la estimulación de la fagocitosis
debido al aumento de la producción por los leucocitos del peróxido de
hidrogeno, que durante el proceso de paso al estado crónico no se forma o se
produce en cantidades insuficientes.
La
influencia del ozono sobre los linfocitos y los monocitos conlleva un aumento
de su energética, lo que expresa, además de por el aumento de las propiedades
fagocíticas, por el incremento de la producción de citocinas, en particular
interleucinas. Estas últimas normalizan la inmunidad celular y la humoral, que
están alteradas en la pielonefritis crónica.
Aumenta la producción de linfocitos T
citolíticos, que determinan la efectividad de la inmunidad celular. Se optimiza
la producción de linfocitos T colaboradores y T superiores, que controlan la
acción de los linfocitos B, que a su vez, responden con la síntesis de las
inmunoglobulinas. Esta es la forma en que se asegura la acción inmunomoduladora
de la ozonoterapia.
El
ozono tiene una influencia directa sobre las bacterias a través de la
destrucción de la integridad de sus envolturas por la oxidación de los
fosfolípidos de las lipoproteínas, la entrada del ozono dentro de la célula
microbiana, la reacción con sustancias del citoplasma, en particular con el ADN
y la alteración de la proliferación de las bacterias.
Además
de la influencia antiinflamatoria, el ozono produce un efecto positivo en la
hemodinámica renal, los indicadores de la oxidación de lípidos por peróxidos y
de la defensa antioxidante (Boiko y cols, 2003).
En el
curso latente, poco sintomático, de la pielonefritis crónica, la ozonoterapia
puede utilizarse tanto como tratamiento independiente como en combinación con
fármacos antiinflamatorios.
Hay
que recordar que bajo la influencia del ozono los agentes microbianos acumulan
más activamente, a partir del medio ambiente, sustancias medicinales, como los
antisépticos y los antibióticos (Belianin 1997).
La
ozonoterapia puede emplearse como método independiente para la profilaxis de la
enfermedad grave.
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