Por
Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La llamada mayoría silente engaña. Es individual,
solitaria, vive en las sombras, pero por razones circunstanciales dentro de su
aislamiento tiene fuerza unitaria en la coyuntura electoral. Los temores de esa
mezcolanza de los que buscan la subsistencia social, económica o psicológica,
da el triunfo o la derrota.
La
supervivencia de la mayoría silente varía. Puede ser del sin empleo que busca
conseguir un trabajo en el nuevo gobierno, del clase media que no quiere
cumplir horario y teme perder lo que
tiene, o del empresario que ama su dinero más que la vida, y que teme a los
cambios.
La
gran obsesión de esa mayoría silente es el orden, la tranquilidad, y aunque se
mantenga de su trabajo a la casa, le gusta decir que tiene libertad para
moverse. Habla de la libre expresión del pensamiento como un gran derecho, pero
se auto-censura por temor de ofender a los poderosos.
La
mayoría silente es la casi totalidad del pueblo dominicano. El que no habla de
política, el que opina siguiendo directrices de su comentarista favorito, el
que le da visos de realidad a lo que se cuchichea en los programas de chismes
faranduleros o políticos, eso sí, que dice que su deber cívico inviolable es
votar en las elecciones.
El
político que conozca el corazón de la mayoría silente dominicana será
presidente. En los partidos políticos solo está inscrita una parte minúscula de
los dominicanos.
Nadie gana unas elecciones con su padrón. Para vencer en unas elecciones, se tiene que atraer a la gran manifestación silenciosa que solo sacará la cabeza para ir a la mesa de votaciones.
Nadie gana unas elecciones con su padrón. Para vencer en unas elecciones, se tiene que atraer a la gran manifestación silenciosa que solo sacará la cabeza para ir a la mesa de votaciones.
Mucho
lo ocultan, pero el apoyo central de los dictadores siempre ha sido esa minoría
silente. Vende su libertad, su conciencia y su alma, por el orden, la
tranquilidad y lo que ve como respeto a su integridad. Si yo no me meto con él,
él no se mete conmigo, dice de los gobiernos.
Trujillo
se subió al caballo aupado por esa mayoría silente, que en ese momento era
mayoritariamente rural. A pesar de sus
crímenes, Trujillo gozó siempre con el favor de ese segmento social y para
sacarlo del poder hubo que ajusticiarlo, en un complot de su mismo circulo de
poder.
Ya
con Joaquín Balaguer van creciendo los barrios marginados de las ciudades, y
aunque siempre los reformistas-balagueristas fueron minoritarios, contaron con
el respaldo de los sectores más conservadores del país.
Se
quiera o no, la mayoría silente le va a dar de nuevo el poder al que le ofrezca
paz, tranquilidad y promesas de desarrollo sin cambio. Su lema de vida es:
“bueno o malo si yo no me meto con el gobierno, él no se mete conmigo”. No hay
tiempos nuevos a la vista, la misma mayoría silente decidirá primarias y
elecciones. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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