ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El 5 de julio desnudará los múltiples intereses que se
presentan en las elecciones presidenciales y congresuales, a corta distancia
ya. Pareciese que solo está en juego el Poder Ejecutivo y que, al igual que en
el 2000, este es un tránsito normal de la alternancia democrática en donde a
los partidos les toca estar un tiempo en el Gobierno y otro tanto en la
oposición.
El
precedente de la entrega del poder a Hipólito Mejía no originó mayores
escarceos, salvo porque algunos exfuncionarios públicos fueron enviados por un
tiempo a la cárcel Najayo, entre ellos algunos connotados dirigentes
peledeístas. Pero no hubo, entre perredeístas y peledeístas, mayores
contratiempos. Los errores cometidos por los blancos desde el gobierno fueron
tales que en solo 4 años los morados volvieron a subir las escalinatas del
Palacio Nacional.
Aunque
la obra institucional, social y de infraestructura de los gobiernos del Partido
de la Liberación Dominicana (PLD) es inmensa no se puede negar, sin pecar de
parcializado, que existe en la sociedad un hartazgo que le ha dado paso de
manera espontánea a las ansias por “el cambio.”
Es
natural que así sea. La ciudadanía está cansada de las mismas caras y de que
los espacios de participación sean de la exclusividad de un único grupo. La
gente se cansa hasta de lo bueno y hay que admitir, por tanto, que por lo menos
la mitad de la población está cansada del peledeísmo gobernante.
Si no
fuera por la compleja situación que se presenta hoy día pudiéramos decir que
esto, como fiesta de la democracia, no es más un evento natural de la
sociedades democráticas, excepto porque aquí se está produciendo un
enfrentamiento muy particular.
Veamos:
en la parte política, los peledeístas están más definidos con la izquierda
pero, contemporizan con la derecha empresarial. El Partido Revolucionario
Moderno (PRM) es un partido de origen revolucionario pero, se identifica hoy
con los postulados del sector conservador, por eso tiene un apoyo importante en
la clase alta y mayoritario en la clase media.
La
visión modernista del PLD contrasta con la propuesta más identificada con los
sectores que más le apoyan, los sectores populares, por eso es que los
peledeístas actúan con mayor independencia que los perremeístas frente a los
detentadores del gran capital.
Pero
aquí se ha incubado un diferendo social importante, porque los izquierdistas
del PLD son de origen humilde y sus cabezas principales de nacimiento en el
lejano sur, mientras hoy los del PRM salen de familias acomodadas, apellidos no
tradicionales e incorporados a la política de una vocación popular orgullosa de
la negritud de su líder inmortal.
Mientras
la base de apoyo popular del PLD está en los barrios, la del PRM de hoy está en
las capas medias y en los barrios elegantes. Solo fíjense los manifiestos
cacerolazos, dónde se producen.
Esta
diferencia de la composición social de apoyo y votos entre las principales
alternativas electorales son rivalidades de gran calado, porque están ya en el
cuerpo social dominicano. A diferencia del pasado “los blanquitos” están en la
oposición, “los morenitos con el gobierno.”
Tienen
su explicación: los peledeístas han armado una batería de programas
asistencialistas para los sectores vulnerables de la sociedad y toda su
política económica está dirigida a proteger y beneficiar los sectores
populares. Esa marcada discrepancia es una realidad que muy bien supo explicar
la prestigiosa politóloga Rosario Espinal.
En
adición existe una lucha hegemónica internacional que se lleva al plano local.
El PLD siempre se ha manejado con mucha independencia frente a los dictados del
Norte, en correspondencia con sus orígenes.
Aperturaron
las relaciones diplomáticas con Cuba, por muchos años coincidieron con el eje
del gobierno venezolano y, sin duda lo más transcendente de la política
exterior peledeista, fue el rompimiento de la relaciones con Taiwán y la
apertura con la República Popular China, lo que ha hecho suponer un viraje de
apoyo de los halcones norteamericanos a favor del candidato perremeista, en
contraposición a los intereses de la 2da. potencia mundial, que se acomoda a
relaciones cercanas con el gobierno dominicano.
Todo
esto nos hace indicar que se está incubando una crisis política, social y de
escala internacional, que la convierte en un problema de no tan fácil solución.
Los de la oposición que somos parte del proyecto que encabeza Leonel Fernández,
estamos preocupados por la deriva que asume el proceso electoral. Por eso,
hemos sostenido que lo mejor que le pudiese pasar al país es que la mayoría
ciudadana apostara por la experiencia y la capacidad simbolizada por el tres
veces Presidente.
Estos
comicios deberán probar cuán fuertes son los cimientos sobre los que está
edificada nuestra democracia. Si podemos superar estas dificultades, si
logramos escoger a las nuevas autoridades dentro de un marco de concordia y
respeto a los valores democráticos, los dominicanos estaremos probando la
fortaleza institucional que hemos construido durante los últimos años.
Solo
la aceptación de las reglas del juego democrático puede contener los probables
desaguisados que traten de cometer el gobierno o la oposición. Recojo las opiniones
vertidas recientemente en un programa de televisión por la licenciada Rosario
Espinal, para quien la clase media, atosigada por la voracidad fiscal del
gobierno y por la ausencia de políticas de fortalecimiento para la misma
votarán por el PRM; los pobres y sectores vulnerables, beneficiados por los
programas asistenciales, votarán por el PLD y por Leonel. Al final reconoce los
análisis de tan enjundiosa politóloga que cada clase o sector vota a favor de
quien represente sus intereses.
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