Por
Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- El Artículo 37, de la Constitución de la República,
establece que: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la
muerte...” Es un texto que se inscribe
en el atraso, donde se impuso la presión de
las iglesias, pese a tratarse de un aspecto científico.
El
aborto propiamente dicho no debía aprobarse ni aparecer en ninguna normativa
jurídica, porque sería una forma de estimularlo, pero las tres causales han
sido analizadas por médicos de diferentes especialidades y por psicólogos,
coincidiendo todos en su justificación.
Ese mismo artículo constitucional pudo precisar
salvedades, como la violación sexual, el incesto, la malformación del engendro
y la exposición de peligro de muerte de la madre al parir.
Hay
una vieja máxima que dice ---la cual
escucho desde que era chiquito---: “No es lo mismo llamar al diablo que verlo
llegar”. Y le pregunto de inmediato a los “pastores evangélicos” que se oponen
a las tres causales: ¿Qué harían con una hija embarazada, fruto de una
violación por un miembro de la misma familia, con un producto deformado en su
vientre y peligro inminente de muerte al dar a luz? ¿La dejarían morir? ¡Mentira, no la dejan morir!
“La
humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica y otra que
practica y no predica,” dijo Bertrand Russell. Y esa doble moral empieza con muchos supuestos
pastores evangélicos, algunos de los cuales estuvieron haciendo campaña sucia
en contra del licenciado Luis Abinader, presidente electo de la República.
Para
muchos de esos pastores la corrupción pública y la impunidad, que han alcanzado
niveles extremos en nuestro país, conforme a Transparencia Internacional, nunca
han sido problemas, pero se aferran a una concepción distorsionada y aberrante
sobre el “derecho a la vida”.
Oponerse a las tres causales es un gesto
de crueldad, en la medida en que se esté consciente de sus consecuencias. Y
mediante el chantaje acusan de ateo a todos los partidarios de esas
alternativas excepcionales en el marco de la prohibición constitucional del
aborto.
Las tres causales involucran asuntos
médicos, sicológicos y éticos; aprobarlas no implica un comportamiento de
carácter religioso. Ser ateo o no para nada es vinculante al tema.
En ese texto, del Art. 37 de la carta
magna, lo ilógico se impone a la razón. Lo ideal sería reformar la ley de leyes
para enmendar ese error, pero ¿quién se atreve a sugerir algo similar con los
traumas que tiene la población dominicana con las modificaciones
constitucionales, porque las últimas cuatro se han hecho no solo para
solucionar problemas políticos sino, además,
en respuesta a apetencias personales?
Hay un Código Penal elaborado, el cual
contiene las causales, que solo habría que reintroducirlo a las cámaras,
aprobarlo y promulgarlo, pero esas excepciones del aborto podrían ser
rechazadas por el Tribunal Constitucional.
Si no fuera por ese impedimento
constitucional el nuevo Código Penal estuviera en vigencia, un documento
actualizado. Inclusive el presidente Danilo Medina tuvo la intención de
promulgarlo, pero las presiones de las iglesias le tumbaron el pulso, un hombre
que tenía en mente, en ese momento, optar por un tercer período, lo que no
podía hacer, deduciendo su pensamiento,
con las iglesias en contra.
¿Qué
hizo Danilo Medina? Lo observó, regresó a las cámaras legislativas y el Código
Penal cayó en un punto muerto, por lo que todavía tenemos que regirnos por el
que se elaboró en el año 1884, es decir, el cual se remonta a las primeras
décadas de la fundación de la República.
La
inclusión del texto del Artículo 37 de la Constitución de la República, la cual
se hizo en la reforma del 2010, fue un complaciente gesto de la clase política
gobernante del momento con las iglesias, sobre todo con la Iglesia Católica.
Y esa
prohibición del aborto, sin hacer salvedades de ninguna índole, no es problema
para muchos políticos, porque resuelven con dinero (tanto en el país como en el extranjero) y
simultáneamente le hacen el juego a las iglesias, pese a estar conscientes que
es un problema científico y no religioso. ¡Qué Dios les bendiga a todos!
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