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Discurso del presidente Luis Abinader durante la toma de posesiĆ³n 2020 ante la Asamblea Nacional


ATMƓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- SeƱoras y seƱores. PermĆ­tanme, antes de iniciar mi intervenciĆ³n que les pida que se pongan en pie para rendir homenaje y recuerdo a las vĆ­ctimas del Covid-19 y a sus familias.

No estƔn solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de todo el pueblo dominicano aquƭ representado, asƭ como con el aliento fraterno de las naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su presencia.

Y tributemos tambiƩn un aplauso que sirva de apoyo para todos los que estƔn hospitalizados, asƭ como los que se recuperan en sus casas y, en especial, para el personal sanitario que nos cuida y cura en un esfuerzo de solidaridad y profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.

Muchas gracias, seƱoras y seƱores.

Pueblo dominicano.

Esta maƱana comparezco ante esta Asamblea Nacional para recibir la Banda presidencial honrado por la confianza ciudadana depositada en las urnas y muy consciente de los desafƭos actuales, pero tambiƩn lleno de fe respecto al porvenir.

Como corresponde a nuestra tradiciĆ³n cĆ­vica y polĆ­tica, este acto se celebra el 16 de agosto, 157 aƱos despuĆ©s de que, en el Cerro de Capotillo, catorce hombres al mando del coronel Santiago RodrĆ­guez izaran la bandera nacional bajo el grito de ¡Viva la RepĆŗblica Dominicana!

Con aquella acciĆ³n valiente se iniciĆ³ un camino, duro y a veces amargo, pero tambiĆ©n guiado por la esperanza que, mĆ”s de ciento cincuenta aƱos despuĆ©s, nos ha traĆ­do hasta un nuevo momento solemne de relevo y continuidad en la mĆ”s alta magistratura de la RepĆŗblica Dominicana.

Hoy damos un paso mĆ”s hacia ese futuro de libertad, prosperidad y justicia con el que soƱaron aquellos hĆ©roes y cuya memoria honramos haciendo coincidir la fecha de su epopeya con el acto de toma de posesiĆ³n del Presidente de la RepĆŗblica.

Cuando aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabĆ­an que la senda por la que tenĆ­an que transitar estaba llena de obstĆ”culos. Sin embargo, ni les temblaron las piernas ni flaqueĆ³ su Ć”nimo para enfrentar la tarea histĆ³rica que tenĆ­an por delante.

Casi un siglo despuĆ©s y en circunstancias tambiĆ©n sombrĆ­as para nuestra patria, al pintor Aurelio Crosiet no le fallĆ³ el talento y, con sus pinceles, dejĆ³ en los muros de este venerable salĆ³n un mapa simbĆ³lico de la que, —anuncio ahora— serĆ” nuestra travesĆ­a durante los prĆ³ximos aƱos; un periodo en el que no van a faltar las dificultades ni los retos, pero tampoco la determinaciĆ³n para solucionarlas ni el trabajo para superarlos.

Los murales de Crosiet que ahora podemos contemplar, nos muestran enseƱanzas de libertad, de justicia, del valor de la ley, de la patria y de la fe.

Pero a pesar de la inspiraciĆ³n y el orgullo que nos producen estas pinturas, no voy a engaƱar a nadie con palabras dulces, promesas huecas ni horizontes falsos porque, ni la altĆ­sima magistratura que hoy asumo ni la decencia me permitirĆ­an semejante irresponsabilidad, porque vivimos una de las horas mĆ”sdifĆ­ciles de nuestra historia para la que no contamos con precedentes ni disponemos de recetas probadas porque, sencillamente, no existen.

Aun asƭ, en este dƭa solemne, ofrezco trabajo y diƔlogo ilimitado para, entre todos, salir adelante mƔs fuertes, mƔs unidos y cargados de esperanza.

Como preĆ”mbulo quiero advertir que este discurso no serĆ” un programa de gobierno, ni un listado de obras a emprender, que ya hemos detallado a lo largo de la campaƱa, y en la transiciĆ³n.  Tampoco un inventario del penoso legado en muchos de los Ć”mbitos del Estado, del que se ocuparĆ”n de informar los funcionarios que integrarĆ”n el equipo de trabajo de este gobierno. Porque este serĆ” un gobierno de sistemĆ”tica comunicaciĆ³n y rendiciĆ³n de cuentas.

SeƱoras y seƱores:

El Covid ha puesto al desnudo la grave situaciĆ³n estructural que atraviesa nuestra patria. Una pandemia global nos ha mostrado como nuestro paĆ­s tiene debilidades que la hacen muy vulnerable a la situaciĆ³n actual y a sus consecuencias econĆ³micas y sociales. Llevamos dĆ©cadas de inacciĆ³n y mala polĆ­tica, pero hoy ya no tenemos mĆ”s tiempo que perder.

Sin embargo, lo urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La premura con la que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa para no acometer las reformas profundas que precisa nuestro paƭs para contener los estragos que agrava la pandemia en el corto plazo, y tambiƩn para superar nuestras carencias estructurales.

Por ello, esta presidencia que hoy comienza, serĆ” la de los cambios urgentes. Pero  tambiĆ©n la de los cambiosirreversibles.

Covid y Salud
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.

Un adversario tan terrible que nos obliga a tomar medidas excepcionales para defender la vida y nuestra forma de vivirla.

El virus estĆ” poniendo a prueba toda nuestra estructura social, con consecuencias para nuestra salud y nuestro sistema sanitario, pero tambiĆ©n para la actividad econĆ³mica, educativa, cultural y social. Por eso debemos actuar ahora y con contundencia.

El actual sistema pĆŗblico de salud, pese a sus buenos profesionales, no ha tenido suficientes medios para paliar la pandemia, o para articular polĆ­ticas de prevenciĆ³n ante esta u otras crisis sanitarias.

Quiero anunciarles hoy, que nuestro gobierno pondrĆ” en marcha un plan nacional de detecciĆ³n, aislamiento, rastreo y tratamiento de contagiados a una escala sin precedentes en nuestra historia, con el compromiso de garantizar el acceso a la vacuna contra el virus a toda la poblaciĆ³n dominicana tan pronto como estĆ© disponible.

Aumentaremos el presupuesto de salud hasta llegar a  mĆ”s de 66.000 millones de pesos en los primeros 4 meses de gobierno para atender a esta emergencia pero, a la vez, para transformar para siempre nuestro modelo de atenciĆ³n sanitaria, bajo criterios de desconcentraciĆ³n, descentralizaciĆ³n y empoderamiento de las comunidades, asĆ­ como el refuerzo de la atenciĆ³n primaria.

Hoy me comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a situar nuestro sistema sanitario donde los dominicanos merecen que estƩ: entre los mejores de AmƩrica Latina.

Por ello, sirva este acto de recepciĆ³n de la Banda Presidencial para adquirir aquĆ­ un compromiso solemne: Nadie va a quedar desatendido ni abandonado a su suerte porque de esta crisis vamos a salir, todos y juntos.

Bajo mi presidencia el sistema sanitario no colapsarĆ”. Pero es importante que entendamos que despuĆ©s de casi seis meses de la apariciĆ³n de la pandemia en el paĆ­s, recibimos la conducciĆ³n del gobierno en plena expansiĆ³n del virus, ya con mil 400 fallecidos y mĆ”s de 85 mil contagiados.

En los prĆ³ximos meses aumentaremos el nĆŗmero de camas donde sea necesario, duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de cuidados intensivos, pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos a mĆ”s de 1.000 mĆ©dicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser mĆ”s eficaces en la lucha contra la Pandemia.

Tal empeƱo serĆ” posible porque vamos a reestructurar la arquitectura institucional del Estado para eliminar los organismos e instituciones innecesarias o con duplicidad de funcionesy destinaremos esos fondos a la inclusiĆ³n de mĆ”s de dos millones de ciudadanos al seguro familiar de salud de forma que para diciembre de este aƱo, la salud pĆŗblica dominicana serĆ” universal y gratuita.

EconomĆ­a
Pueblo dominicano, la pandemia es global. Y la crisis econĆ³mica que ha traĆ­do consigo tambiĆ©n lo es. El daƱo causado ya es el mayor desde la II Guerra Mundial. El Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OrganizaciĆ³n para el Desarrollo y la CooperaciĆ³n EconĆ³mica proyectan un crecimiento global negativo, por lo que la recuperaciĆ³n no llegarĆ” ni rĆ”pida ni fĆ”cilmente.

La reducciĆ³n de la economĆ­a global significarĆ” intercambios comerciales dramĆ”ticamente inferiores entre los paĆ­ses. La revoluciĆ³n tecnolĆ³gica que permitiĆ³ que lo global se convirtiera en local provoca tambiĆ©n que la reducciĆ³n de la demanda mundial tenga consecuencias para el sector externo de nuestra economĆ­a y repercusiones en la producciĆ³n, el empleo y el consumo interno.

Las prohibiciones y el temor a viajar reducen el nĆŗmero de turistas en nuestra isla; nuestras exportaciones sufren la depresiĆ³n de la demanda mundial. Cierran pequeƱas y medianas empresas, se pierden empleos y se consumen ahorros sin que nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin de la pesadilla.

Esta crisis amenaza con tensionar al mĆ”ximo las polĆ­ticas fiscales y nos obliga a un manejo adecuado del gasto pĆŗblico para paliar los daƱos que ya sufren los sectores generadores de divisas.  Y todo esto se desencadena en un contexto en el que los niveles de deuda pĆŗblica —incluso antes de la pandemia— habĆ­an llegado ya a los lĆ­mites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo el Estado fue duplicada en la Ćŗltima dĆ©cada, y solo esta semana el dĆ©ficit ha crecido en 25.600 millones de pesos.

En el pasado no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, pero si un aumento de la deuda y de nuestro dƩficit. Este es el escenario al que nos enfrentamos. Este es el balance que nos hemos encontrado. Un balance que estamos firmemente comprometidos a revertir.

Mejorando la calidad del gasto y eliminando dispendios y corrupciĆ³n que durante aƱos solo han aumentado el dĆ©ficit y consecuentemente la deuda publica sin mejorar la calidad de vida de los dominicanos. Que no pierdan su tiempo los auspiciadores de la malversaciĆ³n. Nada ni nadie nos harĆ” variar este compromiso.

JamĆ”s, gobierno alguno, enfrentĆ³ semejante combinaciĆ³n de retos y amenazas.

La crisis y sus efectos nos traen muchos meses de sacrificio y disciplina, pero siempre conservando la esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la prioridad es la de crear las condiciones para recuperar la producciĆ³n y el empleo utilizando todos los mecanismos que estĆ©n a nuestro alcance para lograr dicho objetivo, por eso les anuncio que:

Continuaremos los programas de ayuda FASE, QuĆ©date en Casa y Pa’Ti para lo que queda de este aƱo 2020.

Extenderemos las facilidades tributarias en especial para las pequeƱas y medianas empresas e implementaremos un Programa de GarantĆ­as y Financiamiento dirigido a  los sectores afectados por la pandemia por mĆ”s de 100.000 millones de pesos.

Iniciaremos un plan de reparaciĆ³n y construcciĆ³n que impactarĆ” a mĆ”s de 30.000 viviendas para reactivar las economĆ­as locales en todo el paĆ­s.

Impulsaremos que el Banco de Reservas de prioridad a los proyectos del sector turƭstico, industrial y de exportaciones que creen empleo y que estƩn detenidos por la falta de financiamiento.

Presentaremos el prĆ³ximo lunes 24 el Plan de relanzamiento del Turismo con el objetivo de impulsarlo y recuperar la afluencia de visitantes previa a la pandemia.

Vamos a disponer, por medio del Banco AgrĆ­cola, de 5.000 millones de pesos de financiamiento a tasa de interĆ©s cero para la nueva siembra. Y prestarĆ” apoyo a la comercializaciĆ³n y asistencia tĆ©cnica para garantizar la seguridad alimentaria.

Para lograr todos estos objetivos serĆ” necesario recurrir a fuentes de financiaciĆ³n internas y externas que permitan atender las necesidades extraordinarias, lo que implicarĆ” un aumento del endeudamiento mĆ”s allĆ” del que tenĆ­amos programado antes de la pandemia.

La magnitud de la crisis es tan descomunal que este nuevo gobierno harĆ” lo que sea necesario, cuando sea necesario y el tiempo que sea necesario para rescatar la economĆ­a y proteger a las personas y sus empleos.

Una vez superada la crisis sanitaria y econĆ³mica tendremos que tomar las medidas para cambiar la trayectoria de nuestra deuda pĆŗblica.

La limitaciones fiscales nos impulsan a ser creativos y utilizar al mĆ”ximo las alianzas pĆŗblicas y privadas para generar inversiones en Ć”reas que supongan creaciĆ³n de empleos formales y obras estratĆ©gicas. Algunas que iniciaremos la planificaciĆ³n y asignaciĆ³n de inmediato son:

La construcciĆ³n de la Autopista del Ɓmbar, que permitirĆ­a llegar de Santiago a Puerto Plata en tan solo 25 minutos y de Santo Domingo a Puerto Plata en dos horas.

El desarrollo turĆ­stico de Pedernales, que desarrollarĆ­a su propio aeropuerto asĆ­ como la construcciĆ³n de 3.000 habitaciones hoteleras en varios hoteles.

El puerto de Manzanillo que nos permitirĆ” dar salida a las exportaciones de banano y las zonas francas de Santiago y la lĆ­nea noroeste.

QuizĆ”s ahora el sector privado tenga sus lĆ³gicas reservas para iniciar nuevos proyectos dada la delicada situaciĆ³n internacional. Pero este gobierno les quiere decir a los empresarios nacionales e internacionales que este es el momento de invertir en la RepĆŗblica Dominicana.

Crearemos un clima favorable a la inversiĆ³n garantizando la seguridad jurĆ­dica, la trasparencia y la celeridad en los procesos de contrataciĆ³n. Y ademĆ”s, a partir de maƱana estoy ordenando a todas las instituciones pĆŗblicas acelerar el conocimiento y decisiĆ³n de  toda inversiĆ³n que se encuentre paralizada y que suponga creaciĆ³n de empleo.

Relaciones Exteriores.
AsambleĆ­stas, la polĆ­tica exterior dominicana tiene que situarse como uno de los ejes de la acciĆ³n gubernamental. Su peso e importancia en un contexto tan global se hace hoy indispensable.

Quiero recordar aquĆ­, en este punto y en tan importante acto, que nuestra naciĆ³n no se circunscribe tan sĆ³lo a los 48.000 kilĆ³metros cuadrados que ocupa.

A la RepĆŗblica Dominicana la podemos encontrar tambiĆ©n mĆ”s allĆ” de las costas azul turquesa del mar que baƱan a esta dinĆ”mica y diversa regiĆ³n caribeƱa. RepĆŗblica Dominicana vive tambiĆ©n entre los rascacielos de la Gran Manzana de Nueva York, y en las bulliciosas calles de Madrid.

Esta RepĆŗblica Dominicana de la que hoy quiero hacerles partĆ­cipes, somos todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres que vivimos en esta isla o que desarrollan sus proyectos de vida en la lejanĆ­a. Es la RepĆŗblica de aquellos que llevemos encendida por el mundo la llama eterna de la patria que nos legaron los Trinitarios, Gregorio LuperĆ³n y las Hermanas Mirabal.

Esa repĆŗblica que vive lejos de esta isla es la que ha mantenido su esfuerzo en un momento tan duro como este, aumentando las remesas para ayudar a sus familias. Ellos siguen demostrando su inmenso apego a esta tierra, colocada en el mismo trayecto del sol y de la luz. Tienen sus cuerpos fuera, pero su alma y su cultura permanecen entre nosotros. A esta querida diĆ”spora en el exterior solo podemos decirle: Gracias.

La polĆ­tica exterior dominicana ha sido tradicionalmente ineficaz, y los nombramientos en su servicio exterior repartidos muchas veces como botĆ­n polĆ­tico. Pero esto va a cambiar Ya. Desde hoy habrĆ” un gobierno que atienda a su gente, que se ponga a su servicio y que ayude a su pueblo este donde este.

Somos plenamente conscientes de que la prosperidad del paĆ­s tambiĆ©n dependerĆ” de que situemos nuestro servicio exterior donde merece una naciĆ³n moderna y decente. Tenemos grandes retos por delante, como su profesionalizaciĆ³n, modernizaciĆ³n y la adecuaciĆ³n de sus estructuras, hoy desproporcionadas e ineficaces.

A travĆ©s de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores promoveremos el comercio y las inversiones en un tiempo en el que serĆ”n cruciales para nuestra recuperaciĆ³n. Fortaleceremos nuestras relaciones estratĆ©gicas con EE.UU, nuestro principal socio comercial y el lugar donde residen dos millones de compatriotas.

Y seguiremos vigorizando nuestras relaciones con todas las regiones del mundo, incluida la UniĆ³n Europea, especialmente con nuestros socios espaƱoles y por supuesto, redoblaremos los esfuerzos para ser un actor de trasformaciĆ³n econĆ³mica y promotor de la democracia y su valores en toda AmĆ©rica Latina y el Caribe.

La RepĆŗblica Dominicana estĆ” perfectamente posicionada para aprovechar al mĆ”ximo este reto histĆ³rico. Contamos con un ecosistema industrial  y de Zonas Francas robusto, y una proximidad envidiable con los principales mercados de consumo del mundo.

LlegĆ³ el momento de maximizar nuestra posiciĆ³n geogrĆ”fica en el continente Americano para el restablecimiento de empresas y la creaciĆ³n de empleos.

SeƱoras y seƱores,

La relaciĆ³n bilateral con HaitĆ­ es muy importante para la Republica Dominicana. Somos conscientes de que el Ć©xito en esta relaciĆ³n depende de la presencia activa, consistente y perseverante de ambos estados. De ahĆ­ que debamos seguir fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad, fomentar el desarrollo integral de la frontera y diseƱar una polĆ­tica de seguridad efectiva para ayudar al bienestar de las dos naciones.

EducaciĆ³n
Pueblo dominicano, la verdadera razĆ³n de ser de un gobierno es el bienestar de su gente. Y no se puede aspirar a grados mayores de bienestar y de igualdad sin EducaciĆ³n. La autĆ©ntica palanca transformadora de la sociedad es la formaciĆ³n y el conocimiento.

DecĆ­a Bertold Brecht aquello de;  «QuĆ© tiempos serĆ”n estos, que hay que defender lo obvio». Pues bien, aquĆ­ me tienen, defendiendo una vez mĆ”s una obviedad tan grande como olvidada: Que la RepĆŗblica Dominicana debe tener el sistema educativo que merece y que no debe ser otro que el mejor.

No por casualidad, el pueblo dominicano convirtiĆ³ en un estandarte la legĆ­tima y necesaria demanda de que se destine el 4% del Producto Interno Bruto a la EducaciĆ³n.

Sin embargo tristemente, ese 4% no se ha invertido como deberĆ­a, hubo mĆ”s negocio que educaciĆ³n.

AsĆ­ pues, no empezamos con ninguna ventaja. SegĆŗn el Banco Mundial la expectativa de escolaridad de un niƱo dominicano es de 11.3 aƱos, pero la escolaridad efectiva por manejo de competencias se reduce a 6.3.

El 20 por ciento de nuestro alumnado no completa el ciclo de enseƱanza primaria y el desencuentro entre el modelo de las instituciones formadoras de educadores y el currƭculo vigente de nuestros centros educativos es evidente.

Hemos empeorado en los informes PISA desde 2015, situĆ”ndonos hoy en el Ćŗltimo lugar de 79 paĆ­ses en matemĆ”ticas y ciencias y en el penĆŗltimo en lectura.

El diagnĆ³stico de nuestro sistema educativo es, sin duda, grave y no pienso maquillar tal condiciĆ³n, ni voy a consentir que siga asĆ­. 

El modelo educativo vigente en nuestro paĆ­s no funciona, o al menos no genera calidad en la educaciĆ³n, empleabilidad de los graduados ni contribuye al desarrollo de la naciĆ³n.

Por ello, nos proponemos garantizar la incorporaciĆ³n de todas las dominicanas y los dominicanos a los procesos educacionales: que nadie se quede sin un cupo escolar, sin una oportunidad de formarse, de capacitarse, desarrollarse y tener acceso al Ć©xito.

Vamos a impulsar un modelo educativo basado en la generaciĆ³n de competencias Ćŗtiles para la inserciĆ³n social, pero Ćŗtiles tambiĆ©n para que nuestros jĆ³venes puedan desempeƱar efectivamente un empleo de calidad -un empleo formal- o crear sus propios negocios, si asĆ­ lo deciden.

Asimismo, vamos a llenar de competencias y contenidos Ćŗtiles la tanda extendida, para que nuestros centros educativos se conviertan en laboratorios de valores y de ciudadanĆ­a.

Para el logro de estos propĆ³sitos es indispensable el compromiso y la participaciĆ³n entusiasta de toda la comunidad educativa, especialmente de los docentes a quienes vamos a mejorar sus condiciones laborales como reconocimiento a su capacitaciĆ³n y formaciĆ³n como buenos educadores y a la calidad de la enseƱanza que brindan a nuestros niƱos y jĆ³venes.

La crĆ­tica situaciĆ³n que arrastra la educaciĆ³n dominicana se agrava aĆŗn mĆ”s a causa del Covid-19, que pone en serias dificultades el aƱo escolar 2020-2021, pautado para iniciarse el prĆ³ximo dĆ­a 24, es decir, dentro de ocho dĆ­as. No podemos correr ese riesgo.

Sin embargo, tampoco vamos a resignarnos a esperar a que pase la tormenta.  La semana prĆ³xima, el nuevo ministro de educaciĆ³n presentarĆ” el plan mediante el cual vamos a enfrentar la situaciĆ³n para garantizar la marcha de la educaciĆ³n preservando la salud de la comunidad educativa.

Eso nos obliga a recurrir a la educaciĆ³n a distancia y virtual, para lo cual se requiere de recursos tecnolĆ³gicos que el gobierno saliente no preparĆ³.

De ahĆ­ que les anuncie hoy que, para el inicio del aƱo escolar, todos los niƱos y jĆ³venes de las escuelas y liceos de la RepĆŗblica Dominicana dispondrĆ”n de una Tablet o Laptop para que puedan seguir su formaciĆ³n independientemente de cĆ³mo sea la evoluciĆ³n de la pandemia y su nivel econĆ³mico.

Pondremos en marcha tambiƩn un ambicioso plan para implicar a todas las operadoras de servicios telefonicos del paƭs y asegurar la conectividad de todo el sistema educativo en un tiempo mƭnimo.

TambiĆ©n nos hemos reunido con la rectora de la universidad autĆ³noma de Santo Domingo para proveerla de una ayuda especial, de tal manera que podamos garantizar su semestre con plena seguridad y de la mejor manera posible.

Con estas medidas, salvaremos el aƱo escolar y universitario y eliminaremos de una vez por todas la brecha digital que tan grande e insoportable es en nuestro paƭs.

Este es un cambio que trasformarĆ” de una manera sin precedentes nuestro sistema educativo para siempre.

Porque, este gobierno que hoy empieza estĆ” convencido de que la apuesta por la educaciĆ³n es la Ćŗnica en la que se gana siempre, pues estamos hablando del motor transformador de un cambio imparable y sin vuelta atrĆ”s. Apostando por nuestros jĆ³venes y por su formaciĆ³n estamos apostando por el talento y el  futuro, Si lo conseguimos, llegaremos a tiempo a la cita histĆ³rica del progreso que la RepĆŗblica demanda.

Institucionalidad
Pero no existen transformaciones sin las reformas institucionales necesarias que garanticen que somos un pueblo de leyes y no una comunidad sometida a la cambiante voluntad de sus gobernantes. La Historia no es lineal y en la RepĆŗblica Dominicana hemos aprendido esa lecciĆ³n por las malas demasiadas veces.

El inventario de trƔgicos retrocesos desde nuestra Independencia asƭ lo confirma. Nada sin esfuerzo estƔ garantizado para siempre. Por eso, la vigilancia para mantener la democracia no termina nunca.

Los aquƭ reunidos en la Asamblea Nacional, desde nuestras distintas responsabilidades institucionales, somos los guardianes del legado democrƔtico y, como tales, no podemos fracasar en el objetivo de conciliar la libertad con la Justicia.

Porque sin Justicia no puede existir la democracia.

No se ha de malograr la herencia histĆ³rica de cientos de miles de dominicanos y dominicanas que, en el devenir de mĆ”s de siglo y medio, han marchado exigiendo justicia y que, en demasiadas ocasiones, han derramado su sangre en el empeƱo. Si olvidĆ”ramos esos sacrificios, no serĆ­amos dignos ni de mirarnos al espejo sin sentir vergĆ¼enza.

Tampoco podemos olvidar a todos aquellos que lucharon con determinaciĆ³n por garantizar el respeto a la ConstituciĆ³n  y nuestras leyes. No los defraudaremos.

Por ello, uno de los primeros decretos que firmarƩ hoy serƔ para designar un Procurador General polƭticamente independiente capaz de hacer lo justo, incluso si todos estƔn en contra, y de evitar lo injusto, incluso si todos estƔn a favor.

Seguridad
AsambleĆ­stas, sin ley no hay seguridad, sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay democracia. Y el que tenga la tentaciĆ³n de sacrificar alguno de estos valores para preservar otro, los perderĆ” todos.

En una sociedad libre, moderna, democrĆ”tica y avanzada como la que aspira ser la dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de vida sin violencia. 

La inseguridad afecta a miles de dominicanos y dominicanas. El 77% de la sociedad considera la delincuencia como su principal preocupaciĆ³n.

Creo que este problema debe ser solventado superando el viejo concepto de orden pĆŗblico, porque las causas de este mal son mucho mĆ”s complejas y profundas.

Por ello, debemos mejorar y atender la prevenciĆ³n, creando oportunidades que cierren la puerta al recurso a la delincuencia a la vez que llevamos intensos programas educativos sobre el impacto negativo del alcohol y las drogas entre los mĆ”s jĆ³venes. TambiĆ©n fortaleceremos las acciones de disuasiĆ³n estrechando la colaboraciĆ³n de la policĆ­a con la sociedad a la cual debe servir y proteger.   Esto requiere un esfuerzo colectivo tan grande como la meta que queremos alcanzar: un paĆ­s sin violencia.

Para este gran objetivo sabemos que necesitamos implicar a todo el pueblo dominicano, pero en especial a aquellos que velan por nuestra seguridad y libertad: al cuerpo de policĆ­a nacional.

El servicio de policĆ­a, tiene encomendadas tareas tan vitales para el desarrollo de nuestra naciĆ³n, como proteger la vida, la integridad fĆ­sica de las personas, preservar el orden pĆŗblico o promover la convivencia ciudadana. Nuestra deuda con este servicio es tan grande como la obligaciĆ³n que tenemos para mejorarlo.

En este nuevo tiempo que comienza emprenderemos una reforma integral de la policĆ­a nacional que promueva cambios en la cultura institucional, impulse la profesionalizaciĆ³n y tecnificaciĆ³n del servicio, mejore las condiciones laborales de nuestros agentes y dĆ© una mayor eficacia de los servicios policiales.

Una baterĆ­a de medidas y propĆ³sitos que son cruciales para la calidad democrĆ”tica de nuestro paĆ­s. Pues afecta de lleno a su gente y condiciona nuestras vidas.

Transparencia y lucha contra la corrupciĆ³n
AsambleĆ­stas, una democracia de calidad, a las puertas de la tercera dĆ©cada del siglo XXI, requiere una rendiciĆ³n de cuentas vertical. Esto supone un sistema de frenos y contrapesos entre los poderes del Estado, para que ninguno prevalezca sobre otro. El gobierno debe estar sometido a una fiscalizaciĆ³n ciudadana permanente y transparente. Eso tambiĆ©n es democracia y no sĆ³lo la emisiĆ³n puntual de la expresiĆ³n ciudadana que representa el depositar una boleta en una urna cada cuatro aƱos.

Un reconocimiento pleno de los derechos fundamentales de la ciudadanĆ­a exige tambiĆ©n la existencia de un rĆ©gimen justo de consecuencias para aquellos que violen la Ley, sin ningĆŗn tipo de privilegio o impunidad, y de una distribuciĆ³n socialmente equitativa de los frutos del crecimiento econĆ³mico y de la riqueza nacional.

Y hoy, aquƭ, les digo que nuestra democracia ha sido daƱada.

En este punto quiero ser muy claro, preciso, y contundente. En el gobierno que iniciamos hoy, no se permitirĆ”, bajo ningĆŗn concepto, que la corrupciĆ³n del pasado quede impune, el que robĆ³ dinero del pueblo, tiene necesariamente que pagar en la justicia por sus actos.

De igual manera quiero hacerles una advertencia a los nuevos funcionarios que me acompaƱarĆ”n en el gobierno del cambio: No voy a tolerar ningĆŗn acto de indelicadeza  y mucho menos de corrupciĆ³n en mi gobierno. El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, serĆ” inmediatamente destituido y puesto a disposiciĆ³n de la justicia. Estamos convencidos de que la corrupciĆ³n de arriba incentiva la de abajo, que es la delincuencia, que se traduce en inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas sin tregua.

Quiero reiterar para que nadie se confunda, que no habrĆ” impunidad para la corrupciĆ³n del pasado, ni tampoco para la que se cometa en el futuro.

Estoy comprometido con el pueblo dominicano, con mi familia y con la memoria de mi padre a encabezar un gobierno trasparente y Ć©tico, donde el dinero del pueblo se maneje con total y absoluta pulcritud.

Como ven, los retos son difĆ­ciles y habrĆ” quien sienta que su Ć”nimo flaquea ante la colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los dominicanos y dominicanas y, gracias a su inspiraciĆ³n, tampoco el de su presidente.

Aunque los recursos materiales son siempre limitados, las capacidades de las que depende el Ć©xito —la creatividad, la persistencia, la disciplina, la solidaridad, el valor y la fe— son infinitas y constituyen el mejor patrimonio que tiene este paĆ­s.

Sin embargo, estos dones no servirĆ”n de nada sin unidad de acciĆ³n. Una unidad que nos concierne a todos, por encima de siglas, ideologĆ­as y partidismo.

El camino es largo y oscuro y quien tenga la tentaciĆ³n de recorrerlo solo y sin luces, no llegarĆ” a ninguna parte. Por ello, en los prĆ³ximos dĆ­as me reunirĆ© con todo el liderazgo nacional para abordar y discutir juntos las soluciones que requiere nuestro paĆ­s.

La emergencia sanitaria y sus tremendas consecuencias en el tejido econĆ³mico y social nos exigen estar a la altura de las circunstancias como pocas veces ha ocurrido en la Historia de nuestra naciĆ³n.

Tenemos un examen con la Historia y con las prĆ³ximas generaciones que nos pedirĆ”n cuentas de nuestras acciones. Hemos de mostrar al mundo lo que somos capaces de hacer unidos en nuestra diversidad y fuertes en nuestra lucha.

Con ese Ć”nimo asumo esta investidura como presidente de todos los dominicanos y dominicanas, como su primer servidor y con el compromiso de que este gobierno sea recordado como el que comenzĆ³ un nuevo tiempo de cambio, unidad, y verdadero desarrollo econĆ³mico y social.

Este gobierno no serĆ” de unos contra otros. Soy el presidente de todos en una naciĆ³n de ciudadanos libres e iguales que tienen como objetivo histĆ³rico proteger y reconstruir nuestro paĆ­s.

Somos mucho mƔs que diez millones de personas que viven en esta parte del mundo.

Somos una forma de ver la vida con los valores de la paz, la convivencia, la solidaridad y el progreso, como corresponde a un paĆ­s que quiere ser construido y disfrutado tal y como quiere su gente. Nuestra gente. Nosotros. Un «nosotros» que no excluye a nadie porque es expresiĆ³n de un espĆ­ritu colectivo de libertad y justicia que siempre ha guiado a nuestro pueblo.

Y que fue la bandera que izaron hace 157 aƱos aquellos 14 hombres, en el cerro de Capotillo.

La bandera con la que hoy me visto.

La bandera de la libertad.

La bandera de la esperanza.

La bandera del progreso.

La bandera de todos los Dominicanos.

¡Viva la RepĆŗblica Dominicana!

Muchas gracias y que Dios bendiga nuestro pueblo!!

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