ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Señoras y señores. Permítanme, antes de iniciar mi
intervención que les pida que se pongan en pie para rendir homenaje y recuerdo
a las víctimas del Covid-19 y a sus familias.
No
están solos en este terrible trance y cuentan con la solidaridad y el afecto de
todo el pueblo dominicano aquí representado, así como con el aliento fraterno
de las naciones hermanas y amigas cuyos representantes nos honran hoy con su
presencia.
Y
tributemos también un aplauso que sirva de apoyo para todos los que están
hospitalizados, así como los que se recuperan en sus casas y, en especial, para
el personal sanitario que nos cuida y cura en un esfuerzo de solidaridad y
profesionalidad sin precedentes en nuestra historia.
Muchas
gracias, señoras y señores.
Pueblo
dominicano.
Esta
mañana comparezco ante esta Asamblea Nacional para recibir la Banda
presidencial honrado por la confianza ciudadana depositada en las urnas y muy
consciente de los desafíos actuales, pero también lleno de fe respecto al
porvenir.
Como
corresponde a nuestra tradición cívica y política, este acto se celebra el 16
de agosto, 157 años después de que, en el Cerro de Capotillo, catorce hombres
al mando del coronel Santiago Rodríguez izaran la bandera nacional bajo el
grito de ¡Viva la República Dominicana!
Con
aquella acción valiente se inició un camino, duro y a veces amargo, pero
también guiado por la esperanza que, más de ciento cincuenta años después, nos
ha traído hasta un nuevo momento solemne de relevo y continuidad en la más alta
magistratura de la República Dominicana.
Hoy
damos un paso más hacia ese futuro de libertad, prosperidad y justicia con el
que soñaron aquellos héroes y cuya memoria honramos haciendo coincidir la fecha
de su epopeya con el acto de toma de posesión del Presidente de la República.
Cuando
aquellos bravos patriotas protagonizaron El Grito de Capotillo sabían que la
senda por la que tenían que transitar estaba llena de obstáculos. Sin embargo,
ni les temblaron las piernas ni flaqueó su ánimo para enfrentar la tarea
histórica que tenían por delante.
Casi
un siglo después y en circunstancias también sombrías para nuestra patria, al
pintor Aurelio Crosiet no le falló el talento y, con sus pinceles, dejó en los
muros de este venerable salón un mapa simbólico de la que, —anuncio ahora— será
nuestra travesía durante los próximos años; un periodo en el que no van a
faltar las dificultades ni los retos, pero tampoco la determinación para
solucionarlas ni el trabajo para superarlos.
Los
murales de Crosiet que ahora podemos contemplar, nos muestran enseñanzas de
libertad, de justicia, del valor de la ley, de la patria y de la fe.
Pero
a pesar de la inspiración y el orgullo que nos producen estas pinturas, no voy
a engañar a nadie con palabras dulces, promesas huecas ni horizontes falsos
porque, ni la altísima magistratura que hoy asumo ni la decencia me permitirían
semejante irresponsabilidad, porque vivimos una de las horas másdifíciles de
nuestra historia para la que no contamos con precedentes ni disponemos de
recetas probadas porque, sencillamente, no existen.
Aun
así, en este día solemne, ofrezco trabajo y diálogo ilimitado para, entre
todos, salir adelante más fuertes, más unidos y cargados de esperanza.
Como
preámbulo quiero advertir que este discurso no será un programa de gobierno, ni
un listado de obras a emprender, que ya hemos detallado a lo largo de la
campaña, y en la transición. Tampoco un
inventario del penoso legado en muchos de los ámbitos del Estado, del que se
ocuparán de informar los funcionarios que integrarán el equipo de trabajo de
este gobierno. Porque este será un gobierno de sistemática comunicación y
rendición de cuentas.
Señoras
y señores:
El
Covid ha puesto al desnudo la grave situación estructural que atraviesa nuestra
patria. Una pandemia global nos ha mostrado como nuestro país tiene debilidades
que la hacen muy vulnerable a la situación actual y a sus consecuencias
económicas y sociales. Llevamos décadas de inacción y mala política, pero hoy
ya no tenemos más tiempo que perder.
Sin
embargo, lo urgente no debe hacernos olvidar lo importante. La premura con la
que hemos de arbitrar medidas no debe ser excusa para no acometer las reformas profundas
que precisa nuestro país para contener los estragos que agrava la pandemia en
el corto plazo, y también para superar nuestras carencias estructurales.
Por
ello, esta presidencia que hoy comienza, será la de los cambios urgentes.
Pero también la de los
cambiosirreversibles.
Covid y Salud
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.
El Covid-19 es un mal global que nos golpea a todos de una manera tan silenciosa como especialmente cruel porque castiga la necesidad que, como seres humanos tenemos de vivir juntos.
Un
adversario tan terrible que nos obliga a tomar medidas excepcionales para
defender la vida y nuestra forma de vivirla.
El
virus está poniendo a prueba toda nuestra estructura social, con consecuencias
para nuestra salud y nuestro sistema sanitario, pero también para la actividad
económica, educativa, cultural y social. Por eso debemos actuar ahora y con
contundencia.
El
actual sistema público de salud, pese a sus buenos profesionales, no ha tenido
suficientes medios para paliar la pandemia, o para articular políticas de
prevención ante esta u otras crisis sanitarias.
Quiero
anunciarles hoy, que nuestro gobierno pondrá en marcha un plan nacional de
detección, aislamiento, rastreo y tratamiento de contagiados a una escala sin
precedentes en nuestra historia, con el compromiso de garantizar el acceso a la
vacuna contra el virus a toda la población dominicana tan pronto como esté
disponible.
Aumentaremos
el presupuesto de salud hasta llegar a
más de 66.000 millones de pesos en los primeros 4 meses de gobierno para
atender a esta emergencia pero, a la vez, para transformar para siempre nuestro
modelo de atención sanitaria, bajo criterios de desconcentración,
descentralización y empoderamiento de las comunidades, así como el refuerzo de
la atención primaria.
Hoy
me comprometo a dedicarme en cuerpo y alma a situar nuestro sistema sanitario
donde los dominicanos merecen que esté: entre los mejores de América Latina.
Por
ello, sirva este acto de recepción de la Banda Presidencial para adquirir aquí
un compromiso solemne: Nadie va a quedar desatendido ni abandonado a su suerte
porque de esta crisis vamos a salir, todos y juntos.
Bajo
mi presidencia el sistema sanitario no colapsará. Pero es importante que
entendamos que después de casi seis meses de la aparición de la pandemia en el
país, recibimos la conducción del gobierno en plena expansión del virus, ya con
mil 400 fallecidos y más de 85 mil contagiados.
En
los próximos meses aumentaremos el número de camas donde sea necesario,
duplicaremos nuestra capacidad de camas en las unidades de cuidados intensivos,
pondremos en marcha 12 hospitales temporales, y formaremos a más de 1.000
médicos y enfermeras en un gran programa nacional para ser más eficaces en la
lucha contra la Pandemia.
Tal
empeño será posible porque vamos a reestructurar la arquitectura institucional
del Estado para eliminar los organismos e instituciones innecesarias o con
duplicidad de funcionesy destinaremos esos fondos a la inclusión de más de dos
millones de ciudadanos al seguro familiar de salud de forma que para diciembre
de este año, la salud pública dominicana será universal y gratuita.
Economía
Pueblo
dominicano, la
pandemia es global. Y la crisis económica que ha traído consigo también lo es.
El daño causado ya es el mayor desde la II Guerra Mundial. El Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y la Organización para el Desarrollo y la
Cooperación Económica proyectan un crecimiento global negativo, por lo que la
recuperación no llegará ni rápida ni fácilmente.
La
reducción de la economía global significará intercambios comerciales
dramáticamente inferiores entre los países. La revolución tecnológica que
permitió que lo global se convirtiera en local provoca también que la reducción
de la demanda mundial tenga consecuencias para el sector externo de nuestra
economía y repercusiones en la producción, el empleo y el consumo interno.
Las
prohibiciones y el temor a viajar reducen el número de turistas en nuestra
isla; nuestras exportaciones sufren la depresión de la demanda mundial. Cierran
pequeñas y medianas empresas, se pierden empleos y se consumen ahorros sin que
nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin de la pesadilla.
Esta
crisis amenaza con tensionar al máximo las políticas fiscales y nos obliga a un
manejo adecuado del gasto público para paliar los daños que ya sufren los
sectores generadores de divisas. Y todo
esto se desencadena en un contexto en el que los niveles de deuda pública
—incluso antes de la pandemia— habían llegado ya a los límites de la
imprudencia. La deuda consolidada de todo el Estado fue duplicada en la última
década, y solo esta semana el déficit ha crecido en 25.600 millones de pesos.
En
el pasado no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, pero si un
aumento de la deuda y de nuestro déficit. Este es el escenario al que nos
enfrentamos. Este es el balance que nos hemos encontrado. Un balance que
estamos firmemente comprometidos a revertir.
Mejorando
la calidad del gasto y eliminando dispendios y corrupción que durante años solo
han aumentado el déficit y consecuentemente la deuda publica sin mejorar la
calidad de vida de los dominicanos. Que no pierdan su tiempo los auspiciadores
de la malversación. Nada ni nadie nos hará variar este compromiso.
Jamás,
gobierno alguno, enfrentó semejante combinación de retos y amenazas.
La
crisis y sus efectos nos traen muchos meses de sacrificio y disciplina, pero
siempre conservando la esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la prioridad
es la de crear las condiciones para recuperar la producción y el empleo
utilizando todos los mecanismos que estén a nuestro alcance para lograr dicho
objetivo, por eso les anuncio que:
Continuaremos
los programas de ayuda FASE, Quédate en Casa y Pa’Ti para lo que queda de este
año 2020.
Extenderemos
las facilidades tributarias en especial para las pequeñas y medianas empresas e
implementaremos un Programa de Garantías y Financiamiento dirigido a los sectores afectados por la pandemia por
más de 100.000 millones de pesos.
Iniciaremos
un plan de reparación y construcción que impactará a más de 30.000 viviendas
para reactivar las economías locales en todo el país.
Impulsaremos
que el Banco de Reservas de prioridad a los proyectos del sector turístico,
industrial y de exportaciones que creen empleo y que estén detenidos por la
falta de financiamiento.
Presentaremos
el próximo lunes 24 el Plan de relanzamiento del Turismo con el objetivo de
impulsarlo y recuperar la afluencia de visitantes previa a la pandemia.
Vamos
a disponer, por medio del Banco Agrícola, de 5.000 millones de pesos de
financiamiento a tasa de interés cero para la nueva siembra. Y prestará apoyo a
la comercialización y asistencia técnica para garantizar la seguridad
alimentaria.
Para
lograr todos estos objetivos será necesario recurrir a fuentes de financiación
internas y externas que permitan atender las necesidades extraordinarias, lo
que implicará un aumento del endeudamiento más allá del que teníamos programado
antes de la pandemia.
La magnitud
de la crisis es tan descomunal que este nuevo gobierno hará lo que sea
necesario, cuando sea necesario y el tiempo que sea necesario para rescatar la
economía y proteger a las personas y sus empleos.
Una
vez superada la crisis sanitaria y económica tendremos que tomar las medidas
para cambiar la trayectoria de nuestra deuda pública.
La
limitaciones fiscales nos impulsan a ser creativos y utilizar al máximo las
alianzas públicas y privadas para generar inversiones en áreas que supongan
creación de empleos formales y obras estratégicas. Algunas que iniciaremos la
planificación y asignación de inmediato son:
La
construcción de la Autopista del Ámbar, que permitiría llegar de Santiago a
Puerto Plata en tan solo 25 minutos y de Santo Domingo a Puerto Plata en dos
horas.
El
desarrollo turístico de Pedernales, que desarrollaría su propio aeropuerto así
como la construcción de 3.000 habitaciones hoteleras en varios hoteles.
El
puerto de Manzanillo que nos permitirá dar salida a las exportaciones de banano
y las zonas francas de Santiago y la línea noroeste.
Quizás
ahora el sector privado tenga sus lógicas reservas para iniciar nuevos
proyectos dada la delicada situación internacional. Pero este gobierno les
quiere decir a los empresarios nacionales e internacionales que este es el
momento de invertir en la República Dominicana.
Crearemos
un clima favorable a la inversión garantizando la seguridad jurídica, la
trasparencia y la celeridad en los procesos de contratación. Y además, a partir
de mañana estoy ordenando a todas las instituciones públicas acelerar el
conocimiento y decisión de toda
inversión que se encuentre paralizada y que suponga creación de empleo.
Relaciones Exteriores.
Asambleístas, la política exterior dominicana tiene que situarse como uno de los ejes de la acción gubernamental. Su peso e importancia en un contexto tan global se hace hoy indispensable.
Asambleístas, la política exterior dominicana tiene que situarse como uno de los ejes de la acción gubernamental. Su peso e importancia en un contexto tan global se hace hoy indispensable.
Quiero
recordar aquí, en este punto y en tan importante acto, que nuestra nación no se
circunscribe tan sólo a los 48.000 kilómetros cuadrados que ocupa.
A la
República Dominicana la podemos encontrar también más allá de las costas azul
turquesa del mar que bañan a esta dinámica y diversa región caribeña. República
Dominicana vive también entre los rascacielos de la Gran Manzana de Nueva York,
y en las bulliciosas calles de Madrid.
Esta
República Dominicana de la que hoy quiero hacerles partícipes, somos todos y
cada uno de nosotros, hombres y mujeres que vivimos en esta isla o que
desarrollan sus proyectos de vida en la lejanía. Es la República de aquellos
que llevemos encendida por el mundo la llama eterna de la patria que nos
legaron los Trinitarios, Gregorio Luperón y las Hermanas Mirabal.
Esa
república que vive lejos de esta isla es la que ha mantenido su esfuerzo en un
momento tan duro como este, aumentando las remesas para ayudar a sus familias.
Ellos siguen demostrando su inmenso apego a esta tierra, colocada en el mismo
trayecto del sol y de la luz. Tienen sus cuerpos fuera, pero su alma y su
cultura permanecen entre nosotros. A esta querida diáspora en el exterior solo
podemos decirle: Gracias.
La
política exterior dominicana ha sido tradicionalmente ineficaz, y los
nombramientos en su servicio exterior repartidos muchas veces como botín
político. Pero esto va a cambiar Ya. Desde hoy habrá un gobierno que atienda a
su gente, que se ponga a su servicio y que ayude a su pueblo este donde este.
Somos
plenamente conscientes de que la prosperidad del país también dependerá de que
situemos nuestro servicio exterior donde merece una nación moderna y decente.
Tenemos grandes retos por delante, como su profesionalización, modernización y
la adecuación de sus estructuras, hoy desproporcionadas e ineficaces.
A
través de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores promoveremos el comercio
y las inversiones en un tiempo en el que serán cruciales para nuestra
recuperación. Fortaleceremos nuestras relaciones estratégicas con EE.UU,
nuestro principal socio comercial y el lugar donde residen dos millones de
compatriotas.
Y
seguiremos vigorizando nuestras relaciones con todas las regiones del mundo,
incluida la Unión Europea, especialmente con nuestros socios españoles y por
supuesto, redoblaremos los esfuerzos para ser un actor de trasformación
económica y promotor de la democracia y su valores en toda América Latina y el
Caribe.
La
República Dominicana está perfectamente posicionada para aprovechar al máximo
este reto histórico. Contamos con un ecosistema industrial y de Zonas Francas robusto, y una proximidad
envidiable con los principales mercados de consumo del mundo.
Llegó
el momento de maximizar nuestra posición geográfica en el continente Americano
para el restablecimiento de empresas y la creación de empleos.
Señoras
y señores,
La
relación bilateral con Haití es muy importante para la Republica Dominicana.
Somos conscientes de que el éxito en esta relación depende de la presencia
activa, consistente y perseverante de ambos estados. De ahí que debamos seguir
fortaleciendo los instrumentos para una buena vecindad, fomentar el desarrollo
integral de la frontera y diseñar una política de seguridad efectiva para
ayudar al bienestar de las dos naciones.
Educación
Pueblo
dominicano, la
verdadera razón de ser de un gobierno es el bienestar de su gente. Y no se
puede aspirar a grados mayores de bienestar y de igualdad sin Educación. La
auténtica palanca transformadora de la sociedad es la formación y el
conocimiento.
Decía
Bertold Brecht aquello de; «Qué tiempos
serán estos, que hay que defender lo obvio». Pues bien, aquí me tienen,
defendiendo una vez más una obviedad tan grande como olvidada: Que la República
Dominicana debe tener el sistema educativo que merece y que no debe ser otro
que el mejor.
No
por casualidad, el pueblo dominicano convirtió en un estandarte la legítima y
necesaria demanda de que se destine el 4% del Producto Interno Bruto a la
Educación.
Sin
embargo tristemente, ese 4% no se ha invertido como debería, hubo más negocio
que educación.
Así
pues, no empezamos con ninguna ventaja. Según el Banco Mundial la expectativa
de escolaridad de un niño dominicano es de 11.3 años, pero la escolaridad efectiva
por manejo de competencias se reduce a 6.3.
El
20 por ciento de nuestro alumnado no completa el ciclo de enseñanza primaria y
el desencuentro entre el modelo de las instituciones formadoras de educadores y
el currículo vigente de nuestros centros educativos es evidente.
Hemos
empeorado en los informes PISA desde 2015, situándonos hoy en el último lugar
de 79 países en matemáticas y ciencias y en el penúltimo en lectura.
El
diagnóstico de nuestro sistema educativo es, sin duda, grave y no pienso maquillar
tal condición, ni voy a consentir que siga así.
El
modelo educativo vigente en nuestro país no funciona, o al menos no genera
calidad en la educación, empleabilidad de los graduados ni contribuye al
desarrollo de la nación.
Por
ello, nos proponemos garantizar la incorporación de todas las dominicanas y los
dominicanos a los procesos educacionales: que nadie se quede sin un cupo
escolar, sin una oportunidad de formarse, de capacitarse, desarrollarse y tener
acceso al éxito.
Vamos
a impulsar un modelo educativo basado en la generación de competencias útiles
para la inserción social, pero útiles también para que nuestros jóvenes puedan
desempeñar efectivamente un empleo de calidad -un empleo formal- o crear sus
propios negocios, si así lo deciden.
Asimismo,
vamos a llenar de competencias y contenidos útiles la tanda extendida, para que
nuestros centros educativos se conviertan en laboratorios de valores y de
ciudadanía.
Para
el logro de estos propósitos es indispensable el compromiso y la participación
entusiasta de toda la comunidad educativa, especialmente de los docentes a
quienes vamos a mejorar sus condiciones laborales como reconocimiento a su
capacitación y formación como buenos educadores y a la calidad de la enseñanza
que brindan a nuestros niños y jóvenes.
La
crítica situación que arrastra la educación dominicana se agrava aún más a
causa del Covid-19, que pone en serias dificultades el año escolar 2020-2021,
pautado para iniciarse el próximo día 24, es decir, dentro de ocho días. No podemos
correr ese riesgo.
Sin
embargo, tampoco vamos a resignarnos a esperar a que pase la tormenta. La semana próxima, el nuevo ministro de
educación presentará el plan mediante el cual vamos a enfrentar la situación
para garantizar la marcha de la educación preservando la salud de la comunidad
educativa.
Eso
nos obliga a recurrir a la educación a distancia y virtual, para lo cual se
requiere de recursos tecnológicos que el gobierno saliente no preparó.
De
ahí que les anuncie hoy que, para el inicio del año escolar, todos los niños y
jóvenes de las escuelas y liceos de la República Dominicana dispondrán de una
Tablet o Laptop para que puedan seguir su formación independientemente de cómo
sea la evolución de la pandemia y su nivel económico.
Pondremos
en marcha también un ambicioso plan para implicar a todas las operadoras de
servicios telefonicos del país y asegurar la conectividad de todo el sistema
educativo en un tiempo mínimo.
También
nos hemos reunido con la rectora de la universidad autónoma de Santo Domingo
para proveerla de una ayuda especial, de tal manera que podamos garantizar su
semestre con plena seguridad y de la mejor manera posible.
Con
estas medidas, salvaremos el año escolar y universitario y eliminaremos de una
vez por todas la brecha digital que tan grande e insoportable es en nuestro
país.
Este
es un cambio que trasformará de una manera sin precedentes nuestro sistema
educativo para siempre.
Porque,
este gobierno que hoy empieza está convencido de que la apuesta por la
educación es la única en la que se gana siempre, pues estamos hablando del
motor transformador de un cambio imparable y sin vuelta atrás. Apostando por
nuestros jóvenes y por su formación estamos apostando por el talento y el futuro, Si lo conseguimos, llegaremos a
tiempo a la cita histórica del progreso que la República demanda.
Institucionalidad
Pero
no existen transformaciones sin las reformas institucionales necesarias que
garanticen que somos un pueblo de leyes y no una comunidad sometida a la
cambiante voluntad de sus gobernantes. La Historia no es lineal y en la
República Dominicana hemos aprendido esa lección por las malas demasiadas
veces.
El
inventario de trágicos retrocesos desde nuestra Independencia así lo confirma.
Nada sin esfuerzo está garantizado para siempre. Por eso, la vigilancia para
mantener la democracia no termina nunca.
Los
aquí reunidos en la Asamblea Nacional, desde nuestras distintas
responsabilidades institucionales, somos los guardianes del legado democrático
y, como tales, no podemos fracasar en el objetivo de conciliar la libertad con
la Justicia.
Porque
sin Justicia no puede existir la democracia.
No
se ha de malograr la herencia histórica de cientos de miles de dominicanos y
dominicanas que, en el devenir de más de siglo y medio, han marchado exigiendo
justicia y que, en demasiadas ocasiones, han derramado su sangre en el empeño.
Si olvidáramos esos sacrificios, no seríamos dignos ni de mirarnos al espejo
sin sentir vergüenza.
Tampoco
podemos olvidar a todos aquellos que lucharon con determinación por garantizar
el respeto a la Constitución y nuestras
leyes. No los defraudaremos.
Por
ello, uno de los primeros decretos que firmaré hoy será para designar un Procurador
General políticamente independiente capaz de hacer lo justo, incluso si todos
están en contra, y de evitar lo injusto, incluso si todos están a favor.
Seguridad
Asambleístas, sin
ley no hay seguridad, sin seguridad no hay libertad y sin libertad no hay
democracia. Y el que tenga la tentación de sacrificar alguno de estos valores
para preservar otro, los perderá todos.
En
una sociedad libre, moderna, democrática y avanzada como la que aspira ser la
dominicana todos merecemos desarrollar un proyecto de vida sin violencia.
La
inseguridad afecta a miles de dominicanos y dominicanas. El 77% de la sociedad
considera la delincuencia como su principal preocupación.
Creo
que este problema debe ser solventado superando el viejo concepto de orden
público, porque las causas de este mal son mucho más complejas y profundas.
Por
ello, debemos mejorar y atender la prevención, creando oportunidades que
cierren la puerta al recurso a la delincuencia a la vez que llevamos intensos
programas educativos sobre el impacto negativo del alcohol y las drogas entre
los más jóvenes. También fortaleceremos las acciones de disuasión estrechando
la colaboración de la policía con la sociedad a la cual debe servir y
proteger. Esto requiere un esfuerzo
colectivo tan grande como la meta que queremos alcanzar: un país sin violencia.
Para
este gran objetivo sabemos que necesitamos implicar a todo el pueblo
dominicano, pero en especial a aquellos que velan por nuestra seguridad y
libertad: al cuerpo de policía nacional.
El
servicio de policía, tiene encomendadas tareas tan vitales para el desarrollo
de nuestra nación, como proteger la vida, la integridad física de las personas,
preservar el orden público o promover la convivencia ciudadana. Nuestra deuda
con este servicio es tan grande como la obligación que tenemos para mejorarlo.
En
este nuevo tiempo que comienza emprenderemos una reforma integral de la policía
nacional que promueva cambios en la cultura institucional, impulse la
profesionalización y tecnificación del servicio, mejore las condiciones
laborales de nuestros agentes y dé una mayor eficacia de los servicios
policiales.
Una
batería de medidas y propósitos que son cruciales para la calidad democrática
de nuestro país. Pues afecta de lleno a su gente y condiciona nuestras vidas.
Transparencia
y lucha contra la corrupción
Asambleístas, una
democracia de calidad, a las puertas de la tercera década del siglo XXI,
requiere una rendición de cuentas vertical. Esto supone un sistema de frenos y
contrapesos entre los poderes del Estado, para que ninguno prevalezca sobre
otro. El gobierno debe estar sometido a una fiscalización ciudadana permanente
y transparente. Eso también es democracia y no sólo la emisión puntual de la
expresión ciudadana que representa el depositar una boleta en una urna cada
cuatro años.
Un
reconocimiento pleno de los derechos fundamentales de la ciudadanía exige
también la existencia de un régimen justo de consecuencias para aquellos que
violen la Ley, sin ningún tipo de privilegio o impunidad, y de una distribución
socialmente equitativa de los frutos del crecimiento económico y de la riqueza
nacional.
Y
hoy, aquí, les digo que nuestra democracia ha sido dañada.
En
este punto quiero ser muy claro, preciso, y contundente. En el gobierno que
iniciamos hoy, no se permitirá, bajo ningún concepto, que la corrupción del
pasado quede impune, el que robó dinero del pueblo, tiene necesariamente que
pagar en la justicia por sus actos.
De
igual manera quiero hacerles una advertencia a los nuevos funcionarios que me
acompañarán en el gobierno del cambio: No voy a tolerar ningún acto de
indelicadeza y mucho menos de corrupción
en mi gobierno. El funcionario que se equivoque con el dinero del pueblo, será
inmediatamente destituido y puesto a disposición de la justicia. Estamos
convencidos de que la corrupción de arriba incentiva la de abajo, que es la
delincuencia, que se traduce en inseguridad. Y ambas tienen que ser combatidas
sin tregua.
Quiero
reiterar para que nadie se confunda, que no habrá impunidad para la corrupción
del pasado, ni tampoco para la que se cometa en el futuro.
Estoy
comprometido con el pueblo dominicano, con mi familia y con la memoria de mi
padre a encabezar un gobierno trasparente y ético, donde el dinero del pueblo
se maneje con total y absoluta pulcritud.
Como
ven, los retos son difíciles y habrá quien sienta que su ánimo flaquea ante la
colosal magnitud de la tarea. No es el caso de los dominicanos y dominicanas y,
gracias a su inspiración, tampoco el de su presidente.
Aunque
los recursos materiales son siempre limitados, las capacidades de las que
depende el éxito —la creatividad, la persistencia, la disciplina, la
solidaridad, el valor y la fe— son infinitas y constituyen el mejor patrimonio
que tiene este país.
Sin
embargo, estos dones no servirán de nada sin unidad de acción. Una unidad que
nos concierne a todos, por encima de siglas, ideologías y partidismo.
El
camino es largo y oscuro y quien tenga la tentación de recorrerlo solo y sin
luces, no llegará a ninguna parte. Por ello, en los próximos días me reuniré
con todo el liderazgo nacional para abordar y discutir juntos las soluciones
que requiere nuestro país.
La
emergencia sanitaria y sus tremendas consecuencias en el tejido económico y
social nos exigen estar a la altura de las circunstancias como pocas veces ha
ocurrido en la Historia de nuestra nación.
Tenemos
un examen con la Historia y con las próximas generaciones que nos pedirán cuentas
de nuestras acciones. Hemos de mostrar al mundo lo que somos capaces de hacer
unidos en nuestra diversidad y fuertes en nuestra lucha.
Con
ese ánimo asumo esta investidura como presidente de todos los dominicanos y
dominicanas, como su primer servidor y con el compromiso de que este gobierno
sea recordado como el que comenzó un nuevo tiempo de cambio, unidad, y
verdadero desarrollo económico y social.
Este
gobierno no será de unos contra otros. Soy el presidente de todos en una nación
de ciudadanos libres e iguales que tienen como objetivo histórico proteger y
reconstruir nuestro país.
Somos
mucho más que diez millones de personas que viven en esta parte del mundo.
Somos
una forma de ver la vida con los valores de la paz, la convivencia, la solidaridad
y el progreso, como corresponde a un país que quiere ser construido y
disfrutado tal y como quiere su gente. Nuestra gente. Nosotros. Un «nosotros»
que no excluye a nadie porque es expresión de un espíritu colectivo de libertad
y justicia que siempre ha guiado a nuestro pueblo.
Y
que fue la bandera que izaron hace 157 años aquellos 14 hombres, en el cerro de
Capotillo.
La
bandera con la que hoy me visto.
La
bandera de la libertad.
La
bandera de la esperanza.
La
bandera del progreso.
La
bandera de todos los Dominicanos.
¡Viva
la República Dominicana!
Muchas
gracias y que Dios bendiga nuestro pueblo!!
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