Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Los que hemos escrito durante décadas a favor de la
democracia dominicana tenemos que ser coherentes, indistintamente de la
dirección hacia donde esté soplando el viento.
Es la razón por la cual, en
momentos en que el Senado de la República se propone
escoger a los cinco miembros de la Junta Central Electoral (JCE), debemos
ratificar esa conducta, abogando por instituciones independientes y al margen
total del partidarismo político.
Ya los aspirantes a formar parte de esa
nueva JCE, período 2020-2024, están depositando expedientes en el Senado de la
República. Pero quienes hayan mostrado inclinación política partidaria, en los
últimos años, debían ser rechazados de plano. De igual forma deben ser
desaprobados los postulantes que no cumplan con los años de ejercicio
profesional requeridos o los que no mostraron una conducta apegada a la ética
de la abogacía.
Algunas voces proponen a personas que
fueron miembros de la JCE. Entre ellas
hay que gozan del reconocimiento y el afecto del suscrito. Pero el solo hecho
de estar activas en una entidad política es suficiente motivo para ser
descalificadas. No se trata de si conviene o no a intereses particulares, la
finalidad más saludable es la construcción de una auténtica democracia, la cual
solo se alcanza con la división de los poderes del Estado.
También se formulan propuestas para que
determinados jueces de la JCE continúen en sus funciones por otro período. ¿Y
acaso no son los mismos magistrados responsables de las primarias del PLD, del 6 de octubre del 2019? ¿No son los mismos
de la malograda contienda municipal del 16 de febrero del 2020? Esas dos manchas no podrán borrarlas siquiera
los ejemplares comicios del 15 de marzo y del 5 de julio. Y me consta que hay
gente seria en esa junta.
Diferentes instituciones están avalando
candidatos de forma pública. Mientras más aspirantes someten expedientes,
crecen las posibilidades de hacer mejores escogencias desde el Senado. Pienso
que esta vez no habrá acuerdo de aposento.
Ojalá, por el bien de la democracia, ese
fenómeno no se repita. Y que dejen a los senadores realizar su labor de
selección de los candidatos que reúnan
las condiciones más óptimas en términos moral y profesional. Hay que abogar por
una JCE cien por ciento independiente.
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