Por Danilo Cruz Pichardo.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Desde los años de
la década de los 70` escucho discutir sobre el concepto “objetividad” en el Periodismo. Nunca han faltado quienes consideran que la objetividad
periodística es inexistente, lo que no se corresponde con la verdad, pues
cuando el comunicador se limita a describir y a narrar tal cual ocurren los
acontecimientos no hay espacio para las consideraciones, los sentimientos ni
las pasiones.
Si una mesa es verde y usted dice que es verde está
describiendo la realidad, al igual que cuando señala que dos más dos equivale a
cuatro. Lo que pasa es que la manipulación periodística, que se produce
regularmente desde el mismo momento en que el reportero selecciona el hecho
noticioso, está motivada, en ocasiones, en la parcialización, que suele confundirse
con falta de objetividad.
¿Por qué el reportero selecciona ese hecho noticioso y
no otro? Ahí podrían intervenir razones sociales, culturales, políticas,
económicas, religiosas y de otro tipo.
Cuando un reportero entrevista a una fuente no todo lo
que el entrevistado dice va para la
noticia. El periodista somete ese material informativo a un proceso de
selección y combinación de características. Ejemplo: el entrevistado habló
sobre la selección de los miembros de la JCE, el coronavirus, la migración
haitiana, la corrupción pública, la victoria de Joe Biden, la declaraciones
juradas y la Cámara de Cuentas, el cambio climático y el daño del carbón
mineral. Son siete temas, pero es posible que el redactor haya elaborado el
trabajo basado en dos o tres temas o simplemente en uno solo.
¿Por qué lo hace? Puede haber mala intención, pero no
siempre. En ese proceso entran aspectos a tomar en cuenta, como son la
importancia --la cual es una
característica de la noticia-- y hasta
razones de espacio cuando se trata de periódicos impresos o noticiarios
televisivos, cuyas informaciones siempre son breves.
Sin embargo, hay que establecer que la imparcialidad
no existe en ningún ser humano. Todos los sujetos tenemos sentimientos,
pensamientos y pasiones, las cuales tratamos, muchas veces, de echar a un lado
en procura del apego a la objetividad y a la profesionalidad, cualidades que
garantizan prestigio y crédito público en cualquier área.
Cuando en el
béisbol un árbitro canta out o safe regularmente ese llamado se corresponde a
lo real en un 95%, indistintamente de lo él quisiera, porque por encima de todo
está su profesionalidad. Y un árbitro es malo o bueno dependiendo de la certeza
en sus decisiones. Algo parecido ocurre con los jueces, los cuales tienen que
dictar veredictos en apego a lo establecido por las leyes.
En el periodismo es mucho más común el apartarse de la
realidad. Ni decir de aquellos que abordamos el género opinión, el cual es
subjetivo por excelencia, porque lo importante es nuestro criterio respecto a
un tema de interés. Esas opiniones, empero, deben ser justificadas mediante
argumentos, porque contrariamente nos tildan de apasionados, perdemos crédito y
lectoría.
Lo escrito
escrito se queda. Admito haber escrito artículos contra personas, de los cuales
me arrepiento muchas veces de su publicación. Es preferible optar por temas y
no por personas, a las cuales está importantizando aun exprese términos
negativos de las mismas.
La imparcialidad periodística es un mito, pero hay que
procurar siempre apego a la profesionalidad, tratando de ser lo menos
apasionado posible y no distorsionar acontecimientos.
Las mayores distorsiones y manipulaciones se producen
en la televisión con las famosas ediciones de los vídeos, en los cuales se
quita y se pone lo que el editor quiere, sacando muchas veces de contexto las
palabras emitidas por la fuente, lo que constituye una vulgar manipulación y
falta de ética en extremo. Lo lamentable es que el televidente cree lo que vio,
porque fue en la televisión.
Los medios informativos están distribuidos en
secciones. Si hay una sección con la cual los ejecutivos deben exhibir celos,
en su misión de objetividad e imparcialidad, es en la informativa. Las
informaciones deben ser cien por ciento veraces, para contribuir a tener una
población bien informada, lo que es un imposible de lograr a través de las
redes sociales.
En múltiples investigaciones José Antonio Mayobre Machado, comunicólogo venezolano, desenmascaró periódicos y cadenas informativas televisivas por la manipulación y parcialización en el tratamiento de los hechos noticiosos, lo que afectaba a la población venezolana.
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