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ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO (08/09/2023).-
Los argentinos acuden a las urnas el 22 de octubre y las proyecciones de
triunfo apuntan hacia el economista Javier Milei, de ultraderecha, quien
propone eliminar el Banco Central, dolarizar la economía, eliminar los
ministerios de Salud, Educación y Obras Públicas, entre otros, con la supuesta
finalidad de reducir el gasto, en un país que atraviesa por una terrible crisis
económica, producto del alza desenfrenada del dólar norteamericano e inflación
en todos los productos y servicios que consume la población.
Al momento de escribir este artículo la tasa de cambio estaba a 730 por
cada dólar. La situación por la que atraviesan los argentinos ha generado un
desgaste natural en el partido gobernante, cuyo candidato presidencial es
Sergio Massa, que se desempeña simultáneamente como ministro de Economía.
En Argentina el electorado está dividido fundamentalmente en tres
opciones. La primera es la de Javier Milei, el cual ronda el 35%; el
Kirchnerista Massa, que oscila entre un 25 y un 27%; y Patricia Bullrich, con
un 22%, una protegida del derechista Mauricio Macri.
Para ganar en primera ronda se requiere un 45% o, en su defecto, un 40%,
si la diferencia con el que queda en segundo lugar es de diez puntos o más. Lo
que se cree es que el ultraconservador Milei supera el 40%, que los resultados
de las firmas encuestadoras no reflejan la realidad de la preferencia
electoral.
Los resultados de todos los estudios de opinión, inclusive de
encuestadoras de prestigio internacional, se cayeron respecto a las Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), que apenas otorgaban a Milei entre
un 18 y un 20% y terminó alzándose con un 30.2, el más votado de todos.
El señor Milei exhibe capacidad en materia de economía, pero su discurso es agresivo e insultante, planteando romper bruscamente con el establishment, calificando de corruptos a todos los políticos, legisladores, periodistas, sindicalistas, miembros de cortes y empresarios. Es lo que él denomina la Casta.
Podría tener razón en lo que expresa, pero sería una verdad parcial. Es la misma situación por la que atravesamos los dominicanos, pero no se puede generalizar. Él no es el único serio, en caso de que lo fuese. Además, si está aspirando a presidente también es político. Es un discurso demagogo, parecido al que levantó Alberto Fujimori en el Perú, en 1990. ¿Y qué resultó ser Fujimori?
Pero Milei, de 52 años, es peor que Fujimori. Es un individuo que
arrastra grandes traumas desde su niñez, que lo llevan a despreciar a sus
padres y cuando se refiere a su familia habla de una hermana y cinco perros que
tiene en su casa. Su preferencia sexual es tan extraña como las propuestas
políticas y económicas que plantea, entre las que incluye la venta de órganos
humanos, como si las partes del cuerpo se fabrican.
Todos sabemos que para obtener un
hígado, un riñón, un pulmón o un corazón es necesario que aparezca algún
donante (algo difícil), que regularmente se trata de una persona accidentada y
declarada cerebralmente muerta. La familia del accidentado podría regalar
partes internas a alguien que necesite, pero se requiere, además,
compatibilidad.
Aprobar el negocio de venta de órganos humanos
equivale a estimular desapariciones y asesinatos de personas, cuyos datos de
salud muchas veces tienen laboratorios y clínicas. Sería una actividad
criminal.
Luce que este individuo iría a la
jefatura del Estado argentino a inventar. ¿Qué es eso de eliminar los
ministerios de Educación y Salud? Educación y salud son dos servicios básicos,
diría que estratégicos para cualquier nación. Posiblemente este caballero viene
con una receta privatizadora, que perjudicaría grandemente a los segmentos
sociales más necesitados.
La crisis económica y social que se
vive hoy en Argentina no debía ser motivo para la improvisación. “La sal
saldría más cara que el chivo”, reza una máxima popular. Creo más en un
candidato que ponga a los empresarios a pagar sus impuestos, que combata la
corrupción administrativa, luche por el adecentamiento de las instituciones y
garantice oferta de servicios a los ciudadanos. No en un loco que plantee
acabar con todo, porque el único que sirve en Argentina es él.
Una muestra de la crisis que este sujeto crearía en Argentina radica en su negativa de conversar con los diversos sectores de esa sociedad, incluyendo a los legisladores, bajo el alegato de que no se sienta a hablar con corruptos. Un gobernante que no consensua es porque pretende abolir poderes y gobernar dictatorialmente, lo que resultaría ser un enorme retroceso político. Un salto al vacío. En Argentina estamos a la puerta de una gran crisis política, que sumada a la económica y social que ya se vive resultaría ser una catástrofe.
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