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Por Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO, (19/02/2025).- Mueve a una amplia preocupación que el sector de la construcción diga que puede sucumbir por falta de obreros destinados a laborar en la parte primaria de la obras.
El bajo salario es una de las razones por la que los dominicanos rechazan ir a poner block. Todo de importancia cuando se va a iniciar una construcción cualquiera, sobre todo un edificio.
Por esta razón, los constructores están pidiendo una cuota de 87 mil haitianos, para distribuirlos por cuotas entre sus miembros. Llegados esos haitianos, estiman, se normalizaría el mercado.
Lo ciertos es que el país debería aportar 87 mil obreros
dominicanos no calificados, para ir a
las construcciones, y no tener que ir al incierto y hasta peligroso mercado
haitiano.
Sinceramente, los constructores deben pasar revista en forma colectiva, para darse cuenta que su preferencia con los obreros haitianos se debe a las condiciones de trabajo que tienen.
El pago por vender su fuerza bruta de trabajo, carece de
incentivos para que los dominicanos miren a la construcción. Son salarios de hambre, esfuerzo
sobre-humano, y trabajo sin futuro por el gran desgaste físico que representa.
Los constructores deben trabajar en dos aspectos, con los
inmigrantes haitianos y con los dominicanos, salarios mejorados, que deberían
ser integrados a este renglón industrial.
El proceso de modernización de la construcción hace que se
necesiten menos obreros, pero ni aun así se puede trabajar contando únicamente
con haitianos. Es difícil para el
gobierno dar permiso a 87 mil brazos para construir.
Se supone que con todos los ilegales que hay en el país,
dedicados a la construcción, no hay una verdadera cobertura, por lo que se
presume que también hay una deserción de haitianos de este renglón productivo.
Fue precisa la declaración del Director de Migración en el sentido de que cualquier cuota o
llegada de haitianos, o aligerar permisos de ilegales, se debe hacer en el
marco legal de migración.
Con una guerra civil de baja intensidad, todo hace presumir que
los problemas continuarán en Haití, sin factibilidad de ser controlados, por lo
que es imposible traer esa cantidad de personas.
Inclusive el país ha sido presionado para que permita el
establecimiento de campamentos de refugiados en el territorio nacional, a lo
que se ha opuesto el presidente Luis Abinader.
Hay dos puntos en los que hay que estar claro: no hay ambiente para aprobar la llegada al país de 87 mil haitianos para la industria de la construcción, y tiene que seguir la deportación de indocumentados.
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