Por José Báez Guerrero.
Estuve recientemente en Puerto Rico y
un periodista influyente me preguntó airadamente: “¿Ustedes los dominicanos
quitaron la nacionalidad a los haitianos?”. Sorprendido, respondí: “Si son
haitianos, ¿cómo podemos nosotros quitarles su nacionalidad?”. El otro sonrió.
El alud de informaciones de prensa
internacional sobre la reciente sentencia del Tribunal Constitucional acerca de
cuáles hijos de extranjeros pueden lograr ser ciudadanos dominicanos ha causado
una inmensa desinformación y dejado una impresión parecida a la del periodista
que me emboscó con su pregunta.
Allí donde nacer en su territorio
confiere al recién nacido derecho a su ciudadanía, algunos creen que debería
ser igual en otros países. Pero no es así. Vaya cualquiera a España o a la
mayoría de las naciones europeas, excepto Francia y el Reino Unido, y verá cómo
nacer allí, eso sólo, no garantiza ningún derecho a esa nacionalidad.
El derecho de ser ciudadano de un
país por nacer en él se denomina jurídicamente “jus soli” o derecho de suelo y
es consagrado por naciones que desean aumentar su población (por ejemplo
Australia y la Argentina) o integrar a sus inmigrantes (por ejemplo los Estados
Unidos y Francia).
Países cuyas poblaciones emigran de
manera significativa generalmente utilizan la fórmula llamada “jus sanguinis” o
derecho de sangre, lo cual significa que ser hijo de un nacional de ese país,
aun nacido en otro, da derecho a la nacionalidad del o los padres.
Tener alguna nacionalidad es un
derecho humano reconocido por las Naciones Unidas. Quizás por ello, muchos
confundidos creen que la República Dominicana está “quitando” la nacionalidad
dominicana a hijos de inmigrantes haitianos.
Pero, ¿cómo se quita lo que no se ha
tenido? Los hijos de haitianos con estatus de inmigrantes ilegales o
irregulares, nacidos aquí, no son ni han sido dominicanos ni corren el riesgo
de ser apátridas, pues mientras la República Dominicana no está obligada a dar
su nacionalidad a extranjeros, Haití en su Constitución expresamente declara
que los hijos de haitianos son haitianos no importa dónde nazcan.
Y una falla del Estado haitiano, su
carencia de un adecuado registro civil, no puede imputarse a nosotros como una
conspiración racista o anti-haitiana. Ni obligarnos a hacer dominicanos a
quienes no lo son.
Para explicar esto no hay que
insultar. Quienes presionan al país, ¿por qué no hablan con hechos y abren sus
naciones a los haitianos?
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