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Doctora Carmen Adames. |
Me inscribo en la lista de las dominicanas y los dominicanos
preocupados por los últimos acontecimientos de suicidios producidos en el país,
que a todas luces reflejan que es necesario detenernos, prestarle atención, y
colocar el estetoscopio a nuestra sociedad, para identificar a que se debe este
incremento durante este año, utilizando
espacios públicos.
La salud mental es definida por la Organización Mundial de Salud (OMS) como un estado de
bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades,
puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva
y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Por lo tanto quien no tiene salud mental pierde la capacidad de reconocer y utilizar sus
propias capacidades, pierde los mecanismos para enfrentar las tensiones sociales, le resulta difícil
trabajar de forma productiva y mucho
menos colaborar con su familia y el país.
Los trastornos mentales están relacionados con diferentes
factores como son antecedentes familiares, genéticos, biológicos, psicológicos
y sociales. Está demostrado que el desempleo, la inseguridad, crisis económica,
de valores, de liderazgo y la presión social aumentan la ocurrencia de eventos
relacionados con la salud mental, las declaraciones dadas por los expertos han
corroborado esta afirmación tipificando las causas de los suicidios ocurridos
recientemente por motivos psicosociales en los jóvenes, por enfermedades
crónicas en los mayores de 65 años y motivos pasionales en los adolescentes.
Si el país dispone de servicios integrales al alcance del
afectado y sus familiares los suicidios se pueden prevenir por lo que es un
reto más para la salud pública, quien debe promover e implementar políticas
públicas para la promoción de la salud mental, no es posible que los recursos
establecidos para la salud mental años tras año estén destinados para atender los enfermos y no para la promoción. El plan de promoción debe
involucrar a las familias, las escuelas, universidades, iglesias, el ámbito
laboral y por supuesto estatal.
Además se le debe prestar atención mucha atención a los
grupos de mayor riesgo como son los jóvenes, los que consumen alcohol y otras
drogas, los desempleados y los que han sido víctimas de maltrato y abuso.
Nuestras provincias, municipios y distritos municipales deben
contar con estructuras para la recreación sana, el deporte, bibliotecas
públicas con acceso a internet, políticas de empleo e incentivar la innovación y
el emprendurismo y dar menos permiso
para la colocación de colmadones, los llamados drinks, y bancas de apuestas que
sirven para sumergir a los jóvenes en irrealidades colocándolos de espaldas a
su preparación para el fúturo.
Las políticas sobre salud mental, también debe procurar que los que ya tienen trastornos tengan acceso a
una atención de calidad y acceso a los medicamentos, trabajar en la promoción
de sus derechos para eliminar los estigmas, mitos y tabúes con relación a estas
enfermedades e implementar la estrategia de hacer un abordaje integral en la
propia comunidad, para evitar que los enfermos mentales deambulen por las calles,
tratarlos e insertarlos en su núcleo familiar y social.
Nuestro país amerita
tener una población sana física y mentalmente con individuos capaces de
planificar el fúturo, que sean productivos, que aprendan a ajustar sus planes
y metas a la realidad y momento actual, es la única garantía de tener una sociedad
sana con salud mental.
Es oportuno aprovechar este mes de octubre para iniciar plan de promoción
de salud mental ya que se conmemora el
día mundial de salud mental este año con el lema “Ponte en mi lugar, conecta
conmigo”.
Autora: doctora Carmen Adames.
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