No sé qué tiempo hará, pero sí recuerdo que la primera vez
que escuché hablar del escritor René del Risco Bermúdez, justicieramente
homenajeado en la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2017, fue en una conversación
que sostuvieron el intelectual José
Rafael Lantigua y el poeta ido a destiempo Adrián Javier en Casa de Teatro, en la
Zona Colonial.
El diálogo de estos dos atletas del pensamiento y la palabra
sobre el autor del cuento “Ahora que
vuelvo, Tom“, del cual fuimos partícipe en calidad de espectador, era
incesante, apasionado y lleno de anécdotas de lo que ellos consideraban fueron
genialidades del comportamiento y la poética de René del Risco Bermúdez.
Dentro del abundante e interminable conversación entre
Lantigua y Javier, recuerdo un
comentario coincidente de ambos sobre autor del poema “Viento Frio”: “René
poseía una vena especial, siendo poeta muchas veces se denunciaba como narrador
y siendo narrador no podía frenar su vena poética”.

Es que en René del Risco Bermúdez indudablemente latía un decir poético directo, más comprometido con lo
social que con el desarrollo de las técnicas y la imaginería de su arte.
En su obra del narrador se
puede apreciar, además, una
madurez creciente, definitoria de los que serían sus instrumentos naturales
para contar, pero siempre tintados de una equilibrada respiración poética.
Lástima que René se fuera tan pronto, sin poder desarrollar
su talento y sensibilidad. Y lo que es peor aún, el ver pasar el tiempo sin ver llegar a Tom padeciendo los rigores de ese Viento Frío
que describió después de la derrota de la quimera revolucionaria de abril 1965.
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