ATMÓSFERA DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Ya no es que devuelvan con
mentas porque no hay menudo ni que ni digan “le voy a deber”. Ahora es que los
vendedores o prestadores de servicios ni siquiera toman la molestia de explicar
que no devolverán.
Poco a poco, la población ve menguar sus derechos callada,
avergonzada de exigir un monto “insignificante” que le pertenece y peor, cuando
lo hace otros clientes tienden a criticar su “tacañería”.
Sin importar la
cantidad, es deber del que recibe un pago entregar el vuelto a su dueño y en
caso de que no cuente con menudo intentar buscarlo en otras áreas. Al menos
allantar y que sea el propietario quien decide si desiste.
Sin enterarnos, de forma sutil, nos despojan de derechos con
el argumento de que eso no es nada y aunque nos moleste, a veces usamos esa
misma excusa para convencernos de no
reclamar, cuando en realidad lo que tenemos es miedo.
Entonces nos debatimos entre la intención de evitar el despojo y la reacción que tendremos
de vuelta.
Si calculamos, por ejemplo, cuantas veces al día un centro
comercial grande le dice a un comprador que no tiene menudo, obtendríamos una alta
suma de dinero a favor, claro está, del establecimiento.
Es como si poco a poco perdemos espacio y voz para
reclamarlo, porque nos inculcan que son pequeñeces y así acumulamos atropellos,
vejaciones pequeñas que aglomeradas mejor ni pensar lo que crecen.
La autora es periodista y escritora. Reside en Santo Domingo.
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