Por
Manuel Hernández Villeta.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La Junta Central Electoral tiene que rescatar su
prestigio. Hay nuevos magistrados, pero arrastrando los mismos vicios. Si la
pasada administración dejó entuertos, los mismos tienen continuidad
institucional. Nada se ha hecho ahora para enderezar al organismo fiscalizador
de elecciones.
La
JCE está camino del atolladero con la
preparación de las primarias de los partidos políticos. Lo idea era que este
organismo se quedara fuera de la supervisión y preparación de las elecciones, y
mucho menos tener que ver con los aspectos económicos del proceso.
Desde
ya la JCE está comprometida con el accionar electoral de por lo menos cuatro
partidos. En esas primarias va a surgir la discordia y hasta divisiones
internas. Lo ideal es que la JCE no esté en el medio de ese camino. Los lodos
putrefactos que salgan de las primarias de los partidos, podrían dañar su
credibilidad con miras a las venideras elecciones.
Además,
ese organismo está atrasado en lo que se refiere al cronograma con miras a la
preparación de las elecciones del año 2020. Si esta es su misión esencial, no
hay entonces que perder tiempo en el campo minado de las tendencias de los
partidos políticos. Además, la JCE no debe estar involucrada en la gran
cantidad de recursos económicos que hay que entregar para que los partidos
celebren sus convenciones.
El
Estado debe revisar la cantidad de
fondos que deberá erogar para que los partidos escojan a sus candidatos.
Ese gasto debe ser único y exclusivo de los partidos políticos, y no del pueblo
dominicano. Si un partido carece de recursos económicos para poder señalar de
dedo a sus candidatos, entonces que cierre la tienda.
La
única responsabilidad de la Junta Central Electoral es preparar unos comicios
libres y democráticos. Las entretenciones irán en contra de su evaluación el
día de las votaciones, y sobre todo al momento de proclamar a un ganador. Que
se levante la credibilidad de la JCE. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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