Por Elías
Brache.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- Después de varios años de mucho esfuerzo, finalmente
Luis Abinader nos está pasando a buscar en su guagua, la cual luce en muy buen
estado y el motor suena poderoso.
No ha
sido fácil poder organizar esta gira, pero todo parece indicar que el día va a
ser soleado y no hará mucho calor.
Desde
que me monté me dio gusto ver caras conocidas, Yayo estaba al lado del chofer,
Chago andaba ahí cerca, Faride Raful estaba en una ventana y desde que la veían todo
el mundo se quería montar. Orlandito andaba con un traje de baño de cuadrito
blanco y azul, cuando miré para el otro lado vi a Laurita hablando con Raquel Arbaje.
Entre
los otros sentados, vi muchos amigos de largas batallas y también mucha gente
desconocida; es lógico, pues para poder llegar a la playa y pagar los gastos se
necesita de muchos pasajeros.
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Elías
Brache.
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Cuando
apenas estábamos saliendo de la ciudad comenzó un grupito a vocear: ¡Luis
seguro, a la guagua dale duro! Lo cierto fue que Luis los ignoró, y sin violar
las reglas de transito nos llevó hasta la playa sin ningún sobresalto.
Cuando
llegamos ahí, nos encontramos con otros grupos, pude ver a Vinicito Castillo con un
traje baño Speedo, aquello era de antología, y ni se diga ver a Peña Guaba
chapoteando en el agua.
Hablamos
un ratico con ellos y cada quien cogió su lado de la playa, luego Luis dio una
exhibición de panqueo con Leonel Fernández, que andaba en ese grupo también.
Me
tomó un buen rato reconocer a Amable Aristy Castro, tenía una camisa hawaiana puesta y
primero pensé que era un vendedor de obras artesanales. Lo vi hablando con Luis,
quien evidentemente lo trató con cortesía política, lógico, estamos en la playa
y Amable de arena sabe.
Luego,
sentados cerca de la orilla comiendo yaniqueque, una conmoción: ¡se hunde la yola!, y a lo
lejos la vimos haciendo agua con varias personas adentro. Desde la yola venían
nadando hacia la costa un grupo, distinguí a Carlos Gabriel García y Neney Cabrera, este
último venía haciendo gala de nado “estilo mariposa”, lamentablemente los que
se quedaron en la frágil embarcación se hundieron con ella. Varios pescadores
me dijeron que se le había dicho que tarde o temprano se iba a hundir, pero que
el dueño nunca le hizo caso a nadie.
Cuando
picó de verdad el hambre, apareció Carolina Mejía con unos spaghetti y ahí comió to
el vivo, además se le brindó a todo el que quería, nada de comer solo.
Como
cuando se la está pasando bien el tiempo pasa rápido, sin darnos cuenta ya era
hora de irse, y a la hora acordada todo el mundo recogió y se montó de nuevo en
la guagua, incluso le dimos una bola a Robertico Salcedo, que originalmente iba a
regresar con otro grupo.
Antes
de montarse, el que no se sacudiera la arena y no tuviera puesta ropa seca no
se montaba, eran reglas de Luis como dueño de la guagua. De hecho, en el camino
de regreso desmontó a un par de personas porque se habían emborrachado, lástima
porque se les había advertido.
Lo
cierto es que la pasamos muy bien, compartimos con todo el que vimos, le dimos
bola a los que la pidieron, y llegamos sanos y salvos de regreso.
No
hay duda de que si usted se compromete a hacer las cosas bien y a respetar las
reglas, se podrá montar y pasarla bien en la guagua de Luis.
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