TIRSO MEJÍA-RICART (
tmejiaricart@hotmail.com)
SANTO DOMINGO, República Dominicana. - En nuestro artículo del domingo pasado pudimos
demostrar que el divisionismo no es una característica exclusiva del PRD, sino que se
ha dado en todas las parcelas políticas dominicanas.
Esa realidad es
herencia del totalitarismo trujillista y del balaguerista que contagió a la élite política de las generaciones siguientes. Otro factor ha sido la cultura individualista
y miope, propia de la pequeña burguesía tradicional dominicana.
Al urbanizarse el país en los últimos 50 años, el liderazgo social
adoptó la sagacidad un tanto ingenua, el culto a
la experiencia práctica, el
enfoque simplista y el rechazo a las
elucubraciones “teóricas” que son
propias del hombre del campo dominicano.
Antintelectualismo, pobre educación formal y política y el culto
al éxito o al enriquecimiento rápido;
son rasgos distintivos.
Personalmente no creo que haya políticos
corruptos o ineptos
sino grupos en donde el “pensar” está dominado por intereses que hacen predominar el oportunismo sobre el juicio sereno y la visión estratégica; donde el uso y a veces la sola demostración de riquezas,
prevalecen sobre el liderazgo sano y la
racionalidad.
El caso del PRD de hoy consiste
esencialmente en que el PLD, aprovechando las ambiciones y poco espíritu
partidario del grupo que rodea al presidente del partido, lo han llevado a
representar el más lamentable papel que
un político puede jugar: el de Caballo de Troya de su propio partido, que les dio relevancia y carrera, para entregarlo a una comparsa que controla la mascarada
democrática que padecemos, y que le
arrancó la victoria a los más de dos millones de dominicanos que vieron en el PRD la única alternativa para
poder superar su calamitosa situación.
Por supuesto que Vargas Maldonado está soñando si cree puede superar
el repudio de los centenares de
miles a quienes le arrancó la esperanza
de volver al gobierno, sencillamente
porque no se aceptó la extorsión de entregarle
el Partido la Vicepresidencia, la candidatura del año 2016 y la mitad de los
cargos, a cambio de que él cumpliera su
deber de apoyar su candidato electo democráticamente. Me pregunto
si alguien en ese grupo piensa
que tendrá por su ayuda otra cosa que
unas migajas del poder del PLD que serán de corta duración.
Pero éstos no son más que simples peones de
los verdaderos enemigos del pueblo y la democracia: Leonel Fernández y el
Comité Político del PLD, con su parafernalia institucional: JCE, TSE, TC, SCJ,
CC y otras siglas ominosas a su servicio.
Lo cierto es que el PRD, con sus
virtudes y defectos, es la única de nuestras banderías tradicionales que
no ha tratado de dividir a sus opositores
para vencer. No lo hizo Guzmán, ni Jorge Blanco, ni Peña Gómez, ni
Hipólito Mejía, porque esa no ha sido su
arma de lucha.
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