Por Marcos Antonio Ramos
Un libro de don José Ortega y Gasset, “El tema de
nuestro tiempo”, recibió mucha atención como el resto de la obra de ese gran
personaje del pensamiento en el siglo XX. Y en ciertas regiones, como en
períodos históricos determinados, un tema merece precedencia sobre cualquier
otro. El más reciente libro de Miguel Guerrero lleva como título El Rugido del
León y su tema lo identifica el autor como “Los Excesos del Poder”. Se trata,
pues, de un gran tema de nuestro tiempo.
Independientemente de la especificidad del libro, una
crítica profunda a la anterior administración de la República Dominicana, su
autor, un notable periodista, ensayista, investigador histórico y hombre
público dominicano, describe, tomando como punto de partida su propio país, una
de las grandes realidades que merecen priorizarse en los estudios
latinoamericanos, el excesivo uso del poder, algo que se ha ido entronizando y
que no es una característica exclusiva de la isla donde Cristóbal Colón decidió
iniciar la colonización de la región del mundo que algunos de nosotros
preferimos llamar la América española.
El excesivo uso del poder no es exclusivo de un país o
de un período histórico hispanoamericano o latinoamericano. El pasado se
convierte en presente cuando el gran tema de este mismo tiempo tiene relación
directa con reelecciones presidenciales indefinidas, corrupción llevada hasta
los extremos, manipulación electoral, culto a la personalidad y otros asuntos
similares o parecidos. No tengo elementos de juicio disponibles para poder
analizar todo lo que expone el libro del brillante analista político en
relación con un país en el que no resido, pero que ha ocupado siempre un lugar
muy especial en mi corazón y en el que se han obtenido grandes logros en medio
de limitaciones. Además de admirar al autor, a quien me unen la amistad y la
gratitud, casi tan largas como mi propia vida, he tenido magníficas relaciones
con la mayor parte de las figuras que menciona o critica. Pero sin ofrecer una
reseña, encuentro en el libro elementos para intentar describir, a grandes
rasgos, la actualidad latinoamericana.
El regreso al poder del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) de México fue un recordatorio de otra época, no lejana, en
la cual en la patria de José María Luis Mora y Benito Juárez se había
establecido lo que llegó a conocerse como “la dictadura perfecta”, es decir, la
de un solo partido. Afortunadamente, en México se ha ido superando, aunque no
del todo, esa vieja situación. El lema de muchos mexicanos y de un presidente
al que muchos llamaban “el apóstol Madero”, es decir: “Sufragio efectivo, no
reelección”, se convirtió más bien en la no reelección de un presidente, pero
sí de un partido político. Cuando se hacen referencias a la situación
venezolana del momento, se tiene en cuenta que el actual mandatario de la
patria de Miranda identifica arbitrariamente la escasa mayoría que afirma tener
su partido como si se tratase de la expresión de todo un pueblo que no quiere
cambiar un esquema de gobierno.
No conviene a ningún país: la República Dominicana,
México, Bolivia, Ecuador, Nicaragua Venezuela o cualquier otro, que un partido
gobierne indefinidamente utilizando los recursos del poder. Lo que parecía ser
en Latinoamérica un pecado de la derecha, se ha convertido en característica de
cierta izquierda latinoamericana. Nací en 1944, cuando un presidente cubano
criticado, muchas veces con razones válidas y en ocasiones injustamente,
entregó pacíficamente el poder a su mayor oponente político. Aquel fue quizás
el momento más glorioso, casi único, de la historia electoral del país. En la
actualidad no se sienta en la Asamblea Nacional ni un solo opositor, como si
toda la población, sin excepciones, apoyara a un gobierno, lo cual es
imposible. En Venezuela, si la oposición imitara a la cubana de los años cincuenta,
un retraimiento electoral, aunque basado en consideraciones razonables, hubiera
cerrado definitivamente cualquier solución pacífica. Pero algunos gobiernos
parecen aspirar a tener simplemente oposiciones intrascendentes, divididas o
con poca fuerza como la existente en México hasta hace poco tiempo. El estilo
de ahora no es el del partido único en el sentido de eliminar por completo la
competencia, pero si el de reducirla a lo mínimo. Esa posibilidad que señala
Guerrero para el futuro de su país, es ya una realidad en otras geografías. En
el caso venezolano, es tanta la complejidad y el exceso de poder y de
polarización que parecen ir alejándose las soluciones más razonables.
La corrupción forma parte del tema. Nada facilita
tanto esa triste realidad como la ausencia de oposición efectiva, de una amplia
libertad de expresión. La tendencia a silenciar voces contrarias parece
regresar a varias naciones en América Latina. No se trata de un solo caso,
aunque cada uno, lógicamente, tendrá interés principal en su situación
nacional. Libros como el de Guerrero pueden ser discutidos, contrastados con
otros datos y hasta rebatidos, pero aportan el necesario ingrediente de la
crítica, indispensable para evitar los males que llenaron casi por completo
todo un largo capítulo de espadones y caudillos en un continente llamado “de la
esperanza”, pero al que le falta mucho camino por recorrer.
Sobre
el autor
Marcos Antonio Ramos es miembro numerario de la
Academia Norteamericana de la Lengua Española. He una breve descripción del
autor:
Historiador, ensayista, clérigo y profesor nacido en
Colón, Matanzas, Cuba (1944) y radicado en Estados Unidos de América. Doctor en
Historia y Teología. Especialista en historia de las Antillas españolas, así
como en historia de la Iglesia y de las religiones. Colaboró en el VII Volumen
de Historia General de América Latina (Editorial Trotta, Madrid), contratado
por la UNESCO, así como autor de 10
libros, numerosos ensayos en español e
inglés, así como capítulos de libros sobre herencia hispana en EE.UU.
Académico numerario de la Academia Norteamericana de
la Lengua Española y correspondiente de la Real Academia Española.
Participó como editor en el número especial de la
revista Herencia sobre construcción de navíos españoles en Cuba durante el
período llamado colonial.
Organizador del Comité Ad-Hoc que proyecta celebrar en
Estados Unidos el quinto centenario de la colonización española de Cuba
(1511-2011).
Presidente de la Junta del Museo Colonial de la
Florida, proyecto bajo la autoridad de la Arquidiócesis Católica de Miami y
relacionado con la herencia española en la región.
Comentarista de temas internacionales, bajo contrato
(1996-2001) de Broadcasting Board of Governors, U. S. International
Broadcasting del gobierno federal de EE.UU.
Se desempeña como Profesor de Florida Center for Theological Studies e
Investigador (Senior Research Associate), Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, Universidad de Miami.
Además de condecoraciones y reconocimientos de
gobiernos se le otorgó el Premio Nacional de Periodismo por reportaje
internacional, del Club de Corresponsales de Prensa Extranjera de Santo Domingo
(1989) y ha sido elegido como miembro numerario o correspondiente de numerosas
academias y sociedades profesionales en varios países de América y Europa como
la Real Sociedad Geográfica de Londres y otras similares.
Vicepresidente de Casa Cultural Domínico-Americana de
la Florida y de Editorial Cubana (Miami). Condecorado por el papa Benedicto XVI
con la Medalla “Benemerenti” al Mérito Civil.
Fuente: Diario Las Américas
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