Por Manuel HernƔndez Villeta.
ATMĆSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- La revoluciĆ³n del 65 es el tercer acto heroico mĆ”s
importante de la historia dominicana. Va en lĆnea paralela de la Independencia y de la RestauraciĆ³n. La
lucha a sangre y fuego por hacer valer los principios constitucionales, coloca
a la lucha popular como uno de los grandes hechos vividos por el pueblo
dominicano.
Como
todos los procesos histĆ³ricos de importancia, quedĆ³ trunca, se quedĆ³ en el
camino. La tronchĆ³ la intervenciĆ³n militar de los Estados Unidos. Los efectos
colaterales parieron a los doce aƱos del doctor JoaquĆn Balaguer. Fue el
derramamiento de sangre por la represiĆ³n polĆtica llevada a su mĆ”xima escala.
El
grave problema de la memoria histĆ³rica de la revoluciĆ³n del 65 es que nadie se
hace la auto-critica. Para todos solo se vivieron momentos histĆ³ricos, pero en
el rigor de las evaluaciones hay que poner
lo bueno, lo malo y lo que a largo plazo hizo daƱo a la continuidad del
movimiento.
Hoy,
lo que hay es que levantar la memoria histĆ³rica de todos los combatientes
revolucionarios, y luego tratar de que algĆŗn dĆa se haga la crĆtica y la
auto-critica de un movimiento que cambiĆ³ radicalmente a la sociedad dominicana.
Desde hƔbitos de vestimenta, costumbres, cultura y conocer en carne propia cada
familia dominicana lo que es la represiĆ³n por la libre expresiĆ³n de las ideas.
Los procesos sociales son irrepetibles. Las coyunturas que lo originan nunca se dan iguales. Tratar hoy de volver pura y simplemente a los comandos es una locura y un despropĆ³sito de una nueva realidad. La opresiĆ³n econĆ³mica y social es casi la misma, pero tiene nuevos protagonistas. Por ello los instantes histĆ³ricos tienen que ser analizados con conciencia de fino cirujano y no con ideas de juglares inclinados a gritar sus sueƱos.
Un principio que estĆ” claro y surgiĆ³ del
corazĆ³n de la revoluciĆ³n del 65, es que nunca jamĆ”s los dominicanos permitirĆ”n
que se mancille la democracia, la institucionalidad y la soberanĆa, aĆŗn a costa
de sangre y muertes.
La
revoluciĆ³n no fue el capricho de un hombre, ni de un partido, surgiĆ³ en un
primer soplo como un intento de retorno a la constitucionalidad sin elecciones,
pero el mismo proceso llevĆ³ los acontecimientos a una cruenta lucha armada
entre la poblaciĆ³n civil y los militares revolucionarios, contra los soldados leales a San Isidro.
Lo
mĆ”s cruel fue la intervenciĆ³n militar norteamericana. Nuestro suelo pisoteado
por 42 mil marines, pero aun asĆ el temple, el heroĆsmo, el coraje y la
capacidad de lucha de los dominicanos se mantuvo en pie, y desde el corazĆ³n de
Ciudad Nueva se lanzĆ³ al mundo el grito de que con la libertad, la independencia
y la soberanĆa no se negocia. Mejor muertos que esclavos. !Ay!, se me acabĆ³ la
tinta.
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