Por
Isidro Tejada Gómez.
ATMÓSFERA
DIGITAL, SANTO DOMINGO.- A nadie le cabe dudas de que el PLD se encuentra en su
peor momento como partido gobernante y que Luis Abinader junto al PRM ocupan
actualmente la más envidiable posición electoral. Los números de los últimos
sondeos publicados y no publicados son elocuentes: Luis ronda los 50 puntos con
posibilidades de crecimiento, mientras que Gonzalo su PLD se sitúan por los 25,
con la amenaza de seguir bajando.
¿Pero
qué ha ocasionado este extraordinario viraje en las correlaciones de fuerza
electorales? Para muchos el hartazgo político sería la principal causa de la
deriva del PLD. Los que así piensan parecen olvidar que las razones de peso se
encuentran en otra parte. La más importante de todas fue la erosión partidaria
que ocasionó la salida del Dr. Leonel Fernández.
Las
mediciones electorales lo confirman. En todos los sondeos realizados hasta el
día de las canceladas elecciones del 16 de febrero, el PLD y su candidato
presidencial (sólo tomo los datos presidenciales para simplificar) aparecen
puntuando entre 25 y 31 puntos, mientras que Leonel Fernández aparece entre 18
y 20 puntos porcentuales. La sumatoria de ambos candidatos hasta ese momento
igualaban o superaban a las Luis Abinader y el PRM, el cual mantuvo
dificultades para puntual por encima de los 45, a pesar de encontrarse en el
escenario más favorable que candidato alguno haya podido tener.
El
origen de esta división es del todo sabido: la disposición de Danilo Medina de
imponer un candidato de cualquier modo con la finalidad de evitar
perturbaciones personales futuras. Al parecer esperaba que Leonel Fernández se
mostrara sumiso como lo hizo en otros momentos ante una decisión semejante. Sin
embargo, el modo en que se le impuso desvaneció cualquier oportunidad de
reconciliación interna y puso en juego las posibilidades electorales del PLD;
pues Leonel encontró como inaceptable que se le continuara dañando ética y
políticamente.
El
segundo factor clave en esta deriva es la naturaleza del candidato impuesto por
Danilo. Hasta las personas más simples de nuestra sociedad perciben la torpeza
e ignorancia de Gonzalo Castillo. A pesar de los denodados esfuerzos que
realiza para mostrar cierto nivel de conocimientos, Gonzalo Castillo no deja de
descorazonar hasta a sus propios seguidores en los temas públicos más
triviales. Por lo general sus intervenciones terminan en trabalenguas, malas
pronunciaciones e inexactitudes cognitivas de toda índole, como aquella del
puente de cuatrocientos kilómetros o el uso invertido de un simple exprimidor
de limones.
Estos
desaciertos se amplifican y resultan aún más fatales para un candidato cuando
los hace acompañar de un lenguaje corporal igualmente torpe e inseguro. Torpeza
e inseguridad gestual que se intensifican desmedidamente en él cuando resulta
retroalimentado por sus propias autoapreciaciones negativas. En las redes
sociales y los barrios más populares se pueden observar las burlas y
expresiones sarcástica a expensas de estos rasgos disruptivos de la imagen de
Gonzalo.
El
tercer factor crítico del PLD es su torpe manejo comunicacional con la
sociedad. Esto se viene produciendo desde al menos los dos últimos años, pero
se ha agravado en los últimos meses. Ciertamente, por mucho tiempo el danilismo
se las arregló para narcotizar la mente de los ciudadanos con sartas de
mentiras e imágenes negativas de sus enemigos políticos bajo una narrativa
intensa y extensamente repetida por los diversos medios de comunicación.
Por
ejemplo, por mucho tiempo lograron posicionar a Luis Abinader como candidato
tayota y la idea de que no había oposición; proyectaron imágenes de falsa
humildad, denigraron públicamente a personas o instituciones que no se sumaron
a su proyecto, justificaron latrocinios como cosas normales, desaparecieron de
la conversación pública las diversas realizaciones gubernamentales de los
anteriores gobiernos del PLD, entre otras tantas argucias.
Sin
embargo, el danilismo, jefe absoluto de ese partido, perdió la capacidad para
crear entendimiento amañado entre ellos mismos y autoimponerse entre sí una
falsa narrativa, cosa de por si estratégica (ver la teoría del autoengaño del
biólogo Robert Triver), y de ellos a la sociedad. Esa pérdida se puso en
evidencia tras la cancelación abrupta de las pasadas elecciones municipales.
Todo podemos recordar como de manera aparentemente descoordinada unos
levantaron sus dedos acusadores contra Leonel Fernández, otros en cambios
pretendieron culpar a Luis Abinader, mientras que un tercer grupo exigía
claridad de lo acontecido. En ningún momento pudieron ponerse de acuerdo para
presentar una coherente y falsa narrativa de los hechos a ellos mismos y a la
sociedad.
Esa
imposibilidad con la que se ha encontrado el PLD en términos comunicacionales
ha estado mediada por dos actores claves. El primero de ellos es el inesperado
movimiento de jóvenes muy crítico de los desmanes del gobierno y su partido
expresado a través de las redes sociales; el segundo, el conjunto de
periodistas de amplia trayectoria comunicacional que ha tenido la valentía de
no plegarse al gobierno. Estos dos actores han tenido la habilidad de
deconstruir las diversas narrativas narcotizantes del danilismo y el PLD, y por
sus diversos medios han logrado incluso minar el territorio de mayor
rendimiento político de este partido: los sectores populares.
A
pesar de estas evidentes erosiones en la credibilidad y la base electoral,
reconocidas ya por algunos de sus dirigentes, los funcionarios del gobierno y
la mayoría de danilistas, atrapados en una especie de estado mental de
negación, aún continúan comportándose arrogantes e irreflexivos ante los
hechos. Al parecer el exceso de testosterona grupalmente reforzadas ocasionado
por los éxitos políticos continuados los ha entorpecido.
Es
bien conocido que la testosterona acumulada por mucho tiempo por encima de su
nivel basal tiende a tener profundo efecto cerebrales y a desencadenar niveles
de confianza entre los individuos que los llevas a creer los más extraños
mitos. Por ejemplo, dos de esos mitos muy creído por los danilistas es que el
poder es la autoridad legalmente constituida y que desde ese poder todo es
posible. La expresión más acabada de esas creencias la expresó uno de sus
legisladores y se hizo viral en las redes: “el poder no se desafía”. Bajo esa
premisa pensaron que podían imponer cualquier candidato dentro de sus propias
filas y en la sociedad, minimizar los efectos de la salida de Leonel y pretender
manipular unas elecciones a su modo, sin consecuencia alguna.
Los
resultados de esta conducta se pueden ver en la última encuesta de Diario
Libre. Los números son claros y contundentes: Luis Abinader 52, Gonzalo
Castillo 24 y Leonel Fernández 17. Esos números lo sabían los comandantes del
danilismo. Pero además sabían ya que había una alta predisposición de los
electores tradicionales del PLD a migrar hacia la fuerza opositora,
especialmente la Fuerza del Pueblo. Para evitarlo, en los últimos días forzaron
a Reinaldo Pared Perez a reactivarse y comprometieron a Margarita con la
vicepresidencia. La señal con Margarita es clara: si esta que es su esposa se
queda y se compromete de este lado, es porque corriendo hacia Leonel ustedes no
tienen garantía de nada.
Naturalmente,
retener a Reinaldo y Margarita les trae el beneficio inmediato de evitar la
sangría hacia la Fuerza del Pueblo. No obstante, estratégicamente asignarle la
vicepresidencia a Margarita probablemente termine restándole más que sumándole,
pues en el contexto y el modo en que se hizo ha resultado ampliamente negativo
a la mayoría de la población. De modo que en nada cambiará la situación la
asignación de la vice a la señora Margarita. Así que, todo parece indicar que
la deriva del barco será total.
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